A fines de 2021, para cerrar el año, enterrar los disgustos electorales y, al mismo tiempo, envalentonar a los propios, el presidente Alberto Fernández reunió a su tropa en una cena de Navidad en el restaurante palermitano Santa Evita. Entre otras cosas, contó que, cuando empezó a militar en los ’80, “no se hizo la renovación que había que hacer”. Recordó que los candidatos en Nación y Provincia fueron Ítalo Luder y Herminio Iglesias y por ello se “comieron” una “paliza enorme” y “la renovación hubo que hacerla desde la derrota”.

Las mujeres y hombres del dispositivo albertista más críticos de la Vicepresidenta se entusiasmaron cuando el jefe de Estado planteó que “el kirchnerismo, como propuesta política, está agotado”. Lo dijo con una determinación que vigorizó a sus más de 12 apóstoles allí presentes. Una sensación que fue diluyéndose, primero con el devenir de la confrontación por el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y, después, con la forma en que el mandatario administró la interna. Así, lo que hace medio año se presentaba como una imagen nítida de empoderamiento comenzó, en los últimos meses, a pixelarse.

Peronismo y renovación

A partir de aquellas palabras, algunos en su círculo íntimo esperaban un cambio de rumbo. “Estamos frente a una disyuntiva: o hacemos la renovación en los dos años que quedan de gobierno o nos vamos a enfrentar a una dura derrota”, afirmó una persona que estuvo presente en esa cena. Sin embargo, lo que hubo en realidad luego de esa cena navideña fue, en sus palabras, un “giro hiper conservador”, hacia un Gabinete hoy copado por los mismos ministros que tuvo Néstor Kirchner: como Julián Domínguez, Agustín Rossi, Daniel Scioli, Daniel Filmus, Jorge Taiana o Aníbal Fernández. “Dio un giro conservador para tratar de aguantar hasta el final, y que la renovación se haga después de la derrota”, sentenciaron.

La interna del Gobierno cruje cada día más. Pero además, complica la gestión; como en la construcción del Gasoducto NK o en la segmentación tarifaria, por mencionar solo dos puntos de conflicto. Cerca del jefe de Estado reconocieron que el Frente de Todos (FDT), tal y como está, “no tiene destino” y “va camino a una derrota”. Al respecto, señalaron un hecho bisagra reciente: “El día que lo echó a (Matías) Kulfas se terminó el poder de Alberto. Porque todos sintieron que no cuida a los propios y no hace política”.

En el interín, los gobernadores –aliados circunstanciales a la Casa Rosada– comenzaron a poner reparos frente la mirada fiscalista del ministro de Economía, también fuertemente apuntado por el massismo. “Martín Guzmán y Kulfas eran las piezas claves del Gobierno. Ya cayó una; si cae la otra, no hay con que reemplazarlo”, advirtió a este medio un hombre de Grupo Callao muy activo en el grupo de WhatsApp. Aun así, el nombre de Emmanuel Álvarez Agis aparece siempre como un eco en los pasillos de la Casa Rosada.

Juventud albertista

Parte de esas inquietudes gravitaron en el Encuentro Federal que se realizó el pasado sábado en Rosario: un grupo de dirigentes justicialistas de todo el país, que “bancan” al Presidente, pero plantean una renovación política del peronismo para sortear la crisis que vive la coalición gobernante. Los ejes de la jornada –en la que en esta oportunidad el diputado provincial santafesino Leandro Busatto ofició de anfitrión– tuvieron que ver con la agenda de industrialización y seguridad.

Germán Martínez y Agustín Rossi cerraron el cónclave justicialista, pero el protagonismo, aseguraron los presentes, fue de la juventud. Ante el vacío de poder que amenaza constantemente al Presidente , los dirigentes que asistieron buscaron mostrar “músculo político”. Además de Busatto participaron Varinia Marín, diputada nacional de la Pampa; Federico Martelli, integrante del Grupo Callao y secretario general del Movimiento de Unidad Popular (MUP); Espartaco Marín, diputado provincial de La Pampa; Constanza Bossio, dirigente de la Juventud Universitaria Peronista (JUP); Fernando Gril, escritor, músico y dirigente peronista; y Esteban Concia, secretario del PJ de La Plata, entre otros. Muchos de ellos buscarán candidaturas en sus respectivas provincias hacia 2023.

El Encuentro Federal en la ciudad de Rosario.
El Encuentro Federal en la ciudad de Rosario.

Si bien la premisa fue fortalecer a Fernández y respaldar la gestión, detrás de los discursos de apoyo se esconde un profundo malestar con el manejo de la crisis interna. De ahí, la intención de generar una renovación desde abajo, una suerte de “La Cámpora albertista”. Aunque entre los participantes aseguran que “esto no tiene el mismo formato” que la agrupación que lidera Máximo Kirchner. “Nosotros no queremos armar una ‘orga’ sectaria y excluyente para enfrentar a otra ‘orga’ sectaria y excluyente”, dispararon a este medio.

Las palomas con las garras más largas del dispositivo del Presidente no esconden su desprecio por la cosmovisión de quienes se encolumnan detrás del Instituto Patria. Para ellos, el axioma “con Cristina no alcanza, pero sin Cristina no se puede” es inválido. Critican a la Vicepresidenta como si no formaran parte del mismo Frente. Algunos, incluso, le proponen a Fernández escenarios de ruptura, con alianzas de centro junto a espacios que hoy se encuentran en la oposición.

“Es un proceso difícil de plantear, porque todavía hay muchos compañeros esperanzados en que, con un buen candidato, la economía un poquito mejor y Cristina sin hacer tanto quilombo, quizás arañamos los 40 puntos para entrar en un ballotage", contaron a El Canciller. Y remataron: "Como esto no está hundido, muchos creen que es momento de ‘aguantar los trapos’; pero el Titanic ya se pinchó, hay que hacer algo distinto”.

La discusión que parte de los díscolos del dispositivo del mandatario pretenden dar, aseguran, es programática. Abogan por un peronismo “conceptualmente albertista”; con “estabilización macroeconómica, los gobernadores como protagonistas e inserción inteligente en el mundo”, pero perciben al profesor de Derecho de la UBA como el representante de “un Gobierno agotado”.