El Día del Trabajador de 1974, Juan Domingo Perón cristalizó sus diferencias con la izquierda del movimiento que él mismo fundó, “esos estúpidos que gritan”. La imagen de cientos de jóvenes montoneros retirándose de la Plaza de Mayo segundos después de que el entonces Presidente los acusara de “imberbes” –sin barba– marcó la historia política argentina. Emilio Pérsico, de 26 años en aquel momento, fue uno de ellos. 

Trayectoria y versatilidad política

Cuando tenía 14 años, comenzó a militar en la Unión de Estudiantes Secundarios (UES), mientras estudiaba en el Colegio San José de La Plata. El instituto privado le inculcó los valores del cristianismo, religión muy vinculada a la Juventud Peronista (JP), donde dio sus siguientes pasos hasta llegar a Montoneros. Por esa época, el alto voltaje de violencia política lo llevó, como a muchos de sus compañeros, a la clandestinidad. En esos casi diez años, vio a sus padres solo una o dos veces.

Su papá había seguido con el legado de su abuelo, que fundó en la ciudad de las diagonales la primera heladería de la famosa cadena que, luego, por otros problemas legales, debió modificar su nombre a Pérsicco, con doble C. Emilio y sus hermanos se dedicaron a militar. Él quedó completamente alejado de la empresa, al punto de que, ya mayor, rechazó voluntariamente una herencia millonaria por ella.

Fanático de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, cumplió a rajatabla con el mandamiento ricotero “el lujo es vulgaridad”. Pérsico siempre quiso parecerse a quienes representa. Hoy, habiendo pasado por distintos cargos dentro de la administración nacional, en vez de traje y zapatos, el actual secretario de Economía Social de la Nación ingresa a la Casa Rosada en sandalias cuando lo invitan. Vivió gran parte de su vida en barrios populares. Dirigentes que lo conocen desde su juventud recuerdan que el comedor y la mercadería estaban en su casa. En 2015 se mudó de La Plata a Isidro Casanova, La Matanza, más específicamente a la casa que pertenecía a Mario Firmenich, otro líder montonero.

Al igual que ‘Pepe’, Pérsico –a quién en la organización apodaban “Arturo”– también debió exiliarse en los momentos más duros de la dictadura. Pasó por España, Suiza y México. Después de Montoneros, en 1992, el platense cofundó Quebracho, la organización revolucionaria que incendiaba con bombas molotov locales partidarios, vagones de trenes y frente de supermercados para reclamar contra las políticas neoliberales del expresidente Carlos Menem. Con el ascenso de Fernando Esteche y la reiteración de algunas prácticas vandálicas que no apoyó, se alejó. Años más tarde, crearía el Movimiento Evita.

Post 2000

Con la histórica crisis de comienzos de siglo, y tras las políticas de exclusión desarrolladas en la década previa, una gran masa de argentinas y argentinos quedó sumida en una profunda pobreza. Los movimientos sociales y piqueteros, hijos de esa crisis tanto como el kirchnerismo que los englobó en gran medida, surgieron al calor de la marginación de los sectores más carenciados. En palabras de Pérsico, el Evita se había propuesto ser “la espada de Néstor Kirchner”. El vínculo con quien consideró su amigo y “el mejor presidente después de Perón” era tan estrecho que, cuando nació en 2013 su décimo hijo –producto de su tercer matrimonio, con Patricia ‘Colo’ Cubría, actual diputada provincial bonaerense–, le puso su nombre. El niño, además, fue bautizado por el Papa Francisco, otro viejo amigo del dirigente social.

Sin embargo, con el pasar de los años y el desarrollo de lo que fueron tres gobiernos consecutivos de corte popular, la organización también conducida por Fernando ‘Chino’ Navarro comenzaría a autopercibirse más “crítica” que el resto de los sectores oficialistas a quienes acusaban de “obsecuentes” por no marcar los errores que ellos señalaban. En 2011, Cristina Kirchner se recostó en La Cámpora y a partir de ahí, el distanciamiento con el entonces subsecretario de Agricultura Familiar de la Nación y la cúpula del Evita fue cada vez mayor.

La relación, después de la derrota de 2015, se encontraba totalmente quebrada. Pérsico hizo uso de la ductilidad que siempre lo caracterizó para acercarse a la entonces ministra de Desarrollo Social de la gestión macrista, Carolina Stanley, y así conseguir un incremento en la cantidad de planes sociales para la economía popular. En las legislativas de 2017, el exfuncionario apoyó al candidato bonaerense que le complicó la elección a CFK, quien salió segundo: Florencio Randazzo. En esos comicios, forjó un estrecho lazo con quien fuera el jefe de campaña, Alberto Fernández, y también con otro referente de ese espacio, el exintendente de Hurlingham, Juanchi Zabaleta.

Emilio Pérsico y Alberto Fernández, dos puntas de una alianza estratégica para contrarrestar la influencia de Cristina Kirchner en el Frente de Todos.
Emilio Pérsico y Alberto Fernández, dos puntas de una alianza estratégica para contrarrestar la influencia de Cristina Kirchner en el Frente de Todos.

Frente de Todos

Con el experimento coalicional de 2019 que sacó la expresidenta de la galera, el acercamiento de Pérsico fue cuanto menos inevitable. Con el crecimiento en paralelo, y ahora ineludible, de la economía popular y el sector informal de los trabajadores, Pérsico amplió su área de influencia desde la Secretaría de Economía Social, donde actualmente controla alrededor de 1,3 millones de planes Potenciar Trabajo, de los cuales una quinta parte es manejada por el Evita.

Las declaraciones de Cristina en el acto del lunes pasado por el Día de la Bandera, en Avellaneda, se enmarcan en una confrontación que, con idas y vueltas, se mantiene áspera hace más de una década. Cuando pocos días después de las PASO y de la ola de renuncias en el Gabinete nacional, la vicemandataria publicó una de sus cartas más incendiarias, el referente social llamó casi al instante a movilizar a Plaza de Mayo en defensa del Presidente. Fue el jefe de Estado mismo quien le pidió desactivar esa marcha para que la crisis del FDT no derivara en una ruptura irrecuperable.

La “tercerización” que criticó CFK tuvo como claro objetivo al Evita, y en particular a sus dirigentes, entre los que se encuentra el exmontonero, que desde su área maneja casi del 40% de todo el presupuesto de la cartera que dirige Zabaleta. Una proporción que, para Pérsico, amerita la creación de un nuevo organismo autárquico destinado a ese sector y que le otorgaría categoría de ministro: la Agencia de la Economía Social, una promesa personal de Fernández que todavía no se ha cumplido.