Los últimos meses se caracterizaron por la reiteración de una situación anómala. En general, son las oposiciones las que le reclaman mayores instancias de diálogo a los oficialismos, pero, con el faro del acuerdo obligado con el Fondo Monetario Internacional (FMI), fue el Gobierno quien manifestó en repetidas oportunidades su intención de entablar un intercambio con Juntos por el Cambio (JxC).

Con el desgaste de quien intenta recuperar un vínculo erosionado, el Frente de Todos (FDT) llamó una vez más a la principal fuerza opositora y se encontró de nuevo con una motivación no correspondida. Esta ocasión, el ministro Martín Guzmán invitó para este miércoles a las 17 a los gobernadores de todos los colores políticos para hacerles saber, por primera vez en dos años, los detalles sobre la reestructuración de la deuda que negocia la administración con el organismo multilateral de crédito.

En la reunión se informarán puntos específicos del programa en discusión, como por ejemplo las estimaciones de emisión monetaria, la cuestión fiscal o la cantidad de reservas del Banco Central proyectadas. El presidente Alberto Fernández le pidió a su ministro que el encuentro fuera más amplio e incorporara a los empresarios y el sindicalismo. La reedición de aquel gesto de unidad nacional que se dio en medio de la discusión con los acreedores privados en los albores de la actual gestión genera en el Ejecutivo nacional una fuerte tentación. Más aun teniendo en cuenta que se trata de una negociación que se define como geopolítica y tiene como interlocutora a una entidad internacional que nuclea a 190 países.

La cortada de rostro

Tras un zoom de la Mesa Nacional de JxC, los gobernadores radicales Gerardo Morales (Jujuy), Gustavo Valdés (Corrientes) y Rodolfo Suárez (Mendoza) y el jefe de Gobierno porteño Horacio Rodríguez Larreta confirmaron que no asistirán a la reunión. A la negativa se sumó el peronista díscolo Juan Schiaretti, de Córdoba.

“Es una reunión política, no es seria”, sostuvo Larreta, en consonancia con lo acordado por la dirección de la cúpula de la coalición que integra. Los demás mandatarios provinciales se manifestaron en el mismo sentido en sus redes sociales y consolidaron lo que en el oficialismo entienden como “otra victoria del ala dura” de JxC.

Los gobernadores de Juntos por el Cambio: Rodolfo Suárez, Gustavo Valdés, Gerardo Morales y Horacio Rodríguez Larreta.
Los gobernadores de Juntos por el Cambio: Rodolfo Suárez, Gustavo Valdés, Gerardo Morales y Horacio Rodríguez Larreta.

La respuesta de la Rosada no tardó en llegar y fue la portavoz Gabriela Cerruti su alocutora: "La invitación del Gobierno es una invitación institucional, democrática, transparente, para todos lo gobiernos que forman parte de un Estado nación que negocia con otras 200 naciones en el marco del Fondo Monetario Internacional".

Desde el Palacio de Hacienda recordaron a El Canciller que es el mismo FMI quien exige que para llegar a un acuerdo son necesarios los consensos internos que pueda conseguir el Gobierno. Para institucionalizarlos, sigue en carpeta el postergado Plan Plurianual que todavía no presentó el Ejecutivo. En el oficialismo señalan el antecedente del rechazo al Presupuesto 2022 y desconfían.

No obstante, en conversación con este medio, el diputado nacional Álvaro González ratificó a su jefe político de la Ciudad de Buenos Aires y e insistió en que la deuda “es algo que tiene que discutirse en el Congreso”. Ahora, ¿cómo puede hacer el Gobierno para obtener el respaldo de los popes de la oposición, necesario para el acuerdo con el Fondo, si solo se limita al parlamento? Ante esta duda, González respondió: “Los gobernadores tienen diputados también”.

Sin embargo, la idea de la foto con los gobernadores justamente tiene que ver con eso: asegurarse que los legisladores que respondan a ellos voten el Plan Plurianual. “No es un problema de foto. Hay que salir de la fotito. Es un problema de las cuestiones que la Argentina necesita resolver desde la política”, refutó González, quien enmarcó la estrategia del oficialismo en la vieja táctica del “abrazo del oso”.

El Gobierno busca salir jugando por abajo

Guzmán, que a pesar de rebotar tiene en claro su objetivo último, reiteró su llamado al diálogo; aunque esta vez a los jefes de todos los bloques de la Cámara de Diputados y del Senado, a quienes invitará a una reunión en el Ministerio antes de febrero. Por otra parte, este martes se reunió cerca del mediodía junto a los empresarios para avanzar en un acuerdo de precios –condición clave para la reestructuración de la deuda– con la presencia de otros funcionarios como Matías Kulfas, Roberto Feletti y Miguel Pesce.

Martín Guzmán llegando a la reunión con empresarios junto a Matías Kulfas, Roberto Feletti y Miguel Pesce.
Martín Guzmán llegando a la reunión con empresarios junto a Matías Kulfas, Roberto Feletti y Miguel Pesce.

González recordó: “Si ellos necesitan del acompañamiento de la oposición para ir a conversar con el Fondo y lo que se requiere de la oposición es algo razonable, bueno, escucharemos. Lo que no podemos hacer es asociarnos con una estrategia política del Gobierno que no conocemos”. Después, enfatizó: “Todos sus anuncios son vacíos de contenido, en donde nos piden que opinemos sobre cosas que no conocemos”.

Lo cierto es que las negociaciones con el FMI avanzan en paralelo en el frente externo. Cerca del ministro afirmaron a este medio que “la principal discusión no es con el staff” de la entidad, con quien hay “entendimientos profundos”, sino con algunos de los países accionistas. Sobre esto, González desconfió: “Les dijeron que necesitamos más plazo, menos tasas. Y el Fondo ya les contestó que eso no se toca. Que nos expliquen entonces cómo lo van a hacer”.

Hacia dentro de las fronteras nacionales, el problema está en la causalidad y en un engranaje de difícil tracción: la oposición pide discutir en el Congreso el Plan Plurianual, que se presentará una vez estén cerrados los grandes lineamientos del acuerdo con el Fondo, y la paradoja está en que, para llegar a ese acuerdo, el Gobierno necesita el respaldo de la misma oposición que se niega a discutir por fuera del ámbito parlamentario.