A tres semanas del asesinato del colorista Germán Medina, la reconocida peluquería Verdini, situada en el barrio porteño de Recoleta, reabrió sus puertas este sábado a las 10, en medio de la preocupación de su dueño, ya que el homicida, Abel Guzmán, aún continúa prófugo.

El local volvió a funcionar tras obtener el aval de la Justicia, que ordenó la presencia de una custodia policial permanente para evitar eventuales incidentes.

"Varias familias dependen de este trabajo. Todo el tiempo pienso en eso y me tiene intranquilo", afirmó Facundo Verdini, dueño de la peluquería y quien además confesó que todavía no logró superar el episodio del pasado 20 de marzo, cuando el criminal de 43 años le disparó a Medina en la cabeza, en el cierre de la jornada laboral.

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Verdini, además, manifestó su preocupación por la delicada situación derivada de la hasta el momento imposibilidad de la Policía de encontrar al asesino, pese a los allanamientos que se llevaron a cabo en la Ciudad y en las provincias de Buenos Aires y Santiago del Estero, donde nació Guzmán.

En los últimos días, Interpol emitió un alerta roja para dar con el paradero del homicida, por lo que la búsqueda trascendió a nivel internacional.

Los familiares de la víctima aseguraron que Guzmán habría recibido ayuda de "terceros con poder" para ocultarse. "Alguien lo está protegiendo, evidentemente. A mí me resulta raro que no hayan podido seguir el rastro, por lo menos en la Ciudad, que está llena de cámaras. No sé, es raro", expresó Marina, hermana de Medina.

Días después del crimen, el abogado del dueño del comercio, Cristian Benítez, comentó que los motivos del asesinato podrían ser "celos o cuestiones personales" con Medina.