Militancia y un grito post-electoral: Alberto cambió el concepto de “triunfo”, se refirió al “diálogo” con la oposición y alabó su rumbo económico
El Presidente también abordó el tema de la Justicia y la inseguridad.
A pesar de los 8,6 puntos que separó a Juntos por el Cambio del Frente de Todos a nivel nacional en las elecciones legislativas, en el Gobierno se fueron satisfechos con los resultados porque se preveía que la diferencia podía ser superior. En la Casa Rosada no miraron el número grande, lo que importaba era la provincia de Buenos Aires -bastión peronista por excelencia- y ahí la elección en relación a las PASO, a pesar de la derrota nominal, fue buena. La diferencia entre el primero y el segundo fue de 1,28; mientras que en las Primarias fue de casi cinco puntos. Era de esperarse una celebración de esta magnitud.
El 17 de noviembre es una fecha histórica: se celebra el Día de la Militancia por el regreso de Juan Domingo Perón del exilio en 1972. El escenario no hubiese sido el mismo con los números de las PASO. De hecho, a pesar que los movimientos sociales, gremiales y políticos anticiparon durante la semana pasada una movilización masiva, todavía no tenían el visto bueno de Alberto. Con la remontada y un poco más de aire en los pulmones, el Presidente se plegó y fue el único orador. La confianza se reavivó y el discurso salió firme y desafiante. Para Fernández, el rumbo económico es óptimo y ahí no habrá modificaciones.
“El triunfo no es vencer, sino nunca darse por vencido”, le respondió Alberto a propios y extraños, a la oposición y a los medios, en relación a la pregunta que surgió en estos días sobre cuál era el “triunfo” que el Frente de Todos iba a celebrar en Plaza de Mayo. Hoy Alberto hizo un giro sobre el concepto tradicional que aparece en el diccionario y le dio un tono más peronista a la palabra “triunfo”. El Presidente reprochó a la prensa por buscar generar un clima de inestabilidad política: “Se prepararon para que suceda un estallido en la Argentina, hasta se animaron a decir que se iba a instituir un nuevo presidente”, recordó. Claramente nada de eso pasó y por eso hizo hincapié en “nunca darse por vencido”.
Sobre posibles conversaciones con la oposición, Alberto excluyó a Macri y a Milei. Ambos ya anticiparon su rechazo a un diálogo con Fernández. El diputado liberal electo dijo que no habla “con inmorales” y el expresidente, el mismo día de las elecciones, afirmó que la propuesta está revestida de “oportunismo”. Asimismo, Alberto les respondió: “Si Macri no quiere hablar que se quede solo con sus amigos haciendo negocios. Si Milei no quiere hablar que se quede encerrado con aquellos que reniegan de la diversidad y niegan el terrorismo de Estado. Nada que hablar tenemos con ellos”.
Por otra parte, para el mandatario la economía cierra bien y con la gente adentro. "La industria nacional no para de crecer; logramos generar más de 300.000 puestos de trabajo en el sector privado”, aseguró. También reafirmó que “los sueldos van a ganarle a la inflación” y que la economía está creciendo “a un ritmo superior al 9%”, por lo que la destacó como “una de las economías que más crece en el mundo”. Asimismo, insistió en la necesidad de garantizar la creación de "empleo genuino" para "ir terminando con los planes".
Otro de los ejes discursivos fue la violencia y la justicia. "Necesitamos Fuerzas de Seguridad que persigan al delincuente y que, cuando los atrapen, los sometan a un juicio en el Estado de derecho con jueces dignos que actúen rápidamente. Sobre esto se comprometió a “trabajar”. No es un hecho aislado que Alberto toque este tema tan sensible. Es que hace días asesinaron a un kioskero en Ramos Mejía, episodio que tuvo gran impacto mediático, y luego se llevó a cabo una movilización con vecinos de La Matanza en repudio al intendente Fernando Espinoza. El humor social está alterado y el Presidente decidió ponerse de ese lado.