En su primer pronunciamiento tras la asunción de Javier Milei y en medio del debate generado por las reformas incluidas en el Decreto de Necesidad y Urgencia anunciado por el Presidente para desregular la economía, la Comisión Episcopal de Pastoral Social trazó este jueves un duro diagnóstico sobre la realidad del país y advirtió sobre la existencia de un escenario de fractura social.

El organismo, que preside el obispo de Lomas de Zamora, monseñor Jorge Lugones, llamó a “renunciar a toda forma de autoritarismo” y pidió “cuidar la institucionalidad y la gobernabilidad”.

"Asistimos a un escenario de fractura social que pareciera impedir discernir que nadie se salva solo, que la auténtica libertad solo es posible con equidad, integración, con disminución de la profunda desigualdad social que nos atraviesa y con fraternidad que tenga el eje central en la sensibilidad social", sostuvo. 

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Consideró que los actuales son "momentos de muchas dificultades en nuestra Patria, momentos en los que muchísimos hermanos atraviesan situaciones de crisis".

"Dijimos este año que es necesario recuperar la pertenencia a la Patria para construir juntos una comunidad que defienda la vida y el interés de todos, no dejando a nadie afuera", añadió. Y advirtió: "Necesitamos una fraternidad que nos una por encima de las diferencias y que éstas no sean usadas para fragmentar, dividir o enfrentarnos más, sino para encontrar caminos de comunión basados en el amor por el otro".

En ese contexto, la Pastoral Social enfatizó que "la visión cierta de la libertad es aquella de una comunidad que se realiza incluyendo y no descartando".

La comisión afirmó, además, que la conmemoración de los 40 años de recuperación de la democracia constituye “un tiempo propicio para promover la igualdad ciudadana, para renunciar a toda forma de autoritarismo y escucharnos con humildad y esperanza, cuidando la institucionalidad y la gobernabilidad”.

Y agregó: “Es el momento que requiere el mayor esfuerzo para dialogar –con la sabiduría del diálogo que no defrauda-, para articular esa dimensión individual, personal, con la dimensión social, colectiva y estructural de la vida comunitaria, en este tiempo de la historia. La dimensión social debe basarse en el bien común antes que en cualquier interés particular.

“Desde el encuentro y siendo portadores de esperanza, queremos acompañar a los más pobres en esta situación de perplejidad, discerniendo los signos de la venida del Señor hoy, pidiendo una vez más a nuestra Madre, desde Luján, que cuide y acompañe a nuestro pueblo”, concluyó el documento.