El gobernador de Córdoba Juan Schiaretti recurrió sin dudarlo al manual clásico del cordobesismo. Fue el único mandatario peronista que no firmó la solicitada en apoyo a la decisión del presidente Alberto Fernández de quitarle un punto de coparticipación a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires para dárselo a la provincia de Buenos Aires luego de la protesta policial.

Con su decisión se alejó un paso más de la Casa Rosada, pero esta vez, a diferencia de cuando era presidenta Cristina Fernández de Kirchner, desde Buenos Aires no hubo reproches ni bajada de línea. Es más, hubo una respuesta positiva al pedido de Córdoba de habilitar las reuniones sociales en medio de la cuarentena

Fue el ministro de Finanzas de Córdoba, Osvaldo Giordano, el encargado de hacer de portavoz del gobernador -Schiaretti solo habla para dar buenas noticias y evita los temas polémicos con un inquebrantable silencio. “No fuimos consultados de la decisión”, se excusó el ministro que tiene un perfil netamente técnico.

“La posición de Córdoba respecto del reparto de fondos es conocida. Lo central es discutir con qué proporción se queda la Nación y con cuál las provincias. Es acá es donde se produce el mayor desfase. Este reparto es el más distorsionado en el país, y es lo que define a un régimen federal”, dijo Giordano en declaraciones a La Voz del Interior.

Cómo toda provincia grande Córdoba le reclama a la Nación una mayor autonomías financiera. A la provincia le corresponde un poco más del 8 por ciento de la coparticipación, pero el problema está en los recursos y fondos que se distribuyen de manera discrecional.

Pero una nueva ley de coparticipación implica un acuerdo político perfecto. Es decir, imposible. Requiere del acuerdo de todas las provincias y sus respectivas legislaturas. Lo más parecido que se había logrado en los últimos años fue el Consenso Fiscal que impulsó Cambiemos, en la que Schiaretti y sus funcionarios hicieron una contribución importante. Córdoba se identifica más con esa forma que con los modos albertistas. El gobierno actual destruyó ese acuerdo.

La decisión de no firmar tiene también otras razones. El relato del “cordobesismo” acuñado por el exgobernador José Manuel de la Sota encierra la idea de “soberanía provincial”, tan afecta al electorado cordobés (aunque aquella vez el peronismo cordobés cedió toda la lista diputados nacionales al Frente para Victoria).

Pero más allá de los simbólico, en las últimas semanas Schiaretti sumó una seguidilla de eventos que erosionaron su imagen. “Nadie sale igual de esta cuarentena”, grafica un peronista. El asesinato de Blas Corres tras un control policial; el impedimento al padre de Solange Musse para ingresar a la Provincia para ver a su hija antes de morir; los trágicos incendios y lo impopular de la cuarentena ya impactaban en las encuestas que llegan periódicamente al Centro Cívico.

El juego de Schiaretti: por qué fue el único gobernador peronista que no firmó la solicitada en apoyo al decreto de Alberto por la coparticipación

A esta lista hay que agregarle las sospechas de que el gobernador parecía estar cercano al PJ nacional, que en Córdoba se entiende directamente y sin matices como kirchnerismo. Por eso los cuatro diputados de Hacemos por Córdoba – la versión doméstica del peronismo- luego de la marcha del 17 A debieron salir a desmarcarse de la Casa Rosada y a decir que no votarían la Reforma Judicial.

La bochornosa noche de las dos sesiones en Diputados, los peronistas cordobeses participaron de manera remota. La oposición aprovechó para facturar la sintonía. En Córdoba, cualquier cercanía con el kirchnerismo es políticamente costosa.

Schiaretti decidió entonces privilegiar a su electorado de matriz antikircherista, el mismo que le dio el triunfo a Cambiemos en 2015. Aplicar nuevamente la receta del cordobesismo y optar por los intereses de Córdoba, que son sus propios intereses.

No se trata de una decisión basada únicamente en las encuestas, también tiene en cuenta la relación con el círculo rojo cordobés, quizás aún más refractario al Gobierno nacional.

Rápidamente la Bolsa de Comercio de Córdoba salió a respaldar la postura del gobernador. Si bien el vínculo entre el oficialismo con los referentes tiene cierta tensión, todos le reconocen al “gringo” capacidad de gestión y previsibilidad.

Un día antes Schiaretti había respaldado al Gobierno nacional ante la manifestación policial frente a la Quinta de Olivos con un tuit.

En Buenos Aires parecen haber comprendido parte de la compleja personalidad cordobesa, que tantos traumas electorales le causó al PJ nacional. “No le vamos a dar la oportunidad de victimizarse”, describe un funcionario nacional cordobés.

El peronismo cordobés aprovechó históricamente cada destrato o cada mala situación para trasladar la responsabilidad kirchnerismo. Pasó con el autoacuartelamiento policial en 2013 (da para una nota aparte) y cuando el Gobierno provincial decidió implementar una tasa a los combustibles para financiar el déficit jubilatorio que hacía que los cordobeses pagaran la nafta más cara del país “por culpa de Cristina”.

Hay ahora una pequeña muestra de este cambio de lógica. El viernes el oficialismo nacional le concedió a Córdoba un prórroga sanitaria y habilitó las reuniones familiares para la provincia en medio de la cuarentena. Lo hizo el mismo día que el gobernador decidió no respaldar al presidente en su decisión. Un gesto pequeño, pero a considerar.

Córdoba tiene en frente una situación financiera compleja. Con más del 95 por ciento de su deuda en dólares, acaba de comenzar en el proceso para restructurar su deuda por 1.685 millones dólares. Entró en la etapa Martín Guzmán, a menor escala y sin quita de capital. Algo que no cayó bien en la Nación.

El viernes a última hora se conoció el plan diseñado por el ministro de Finanzas que pidió dos años de gracia, comenzar con la amortización del capital en 2023, fraccionamiento de los pagos y una quita de intereses.

La pregunta central a resolver es cómo Schiaretti mantendrá este equilibrio entre su autonomía política y la necesidad de fondos que tiene. En el horizonte están las elecciones del 2021, donde el PJ cordobés renueva solo dos bancas de las nueve que se ponen en juego. La especulación de una lista de unidad entre el peronismo nacional y el cordobés es ahora más lejana que antes.