“Voy a ser claro: sin importar el resultado, ganemos o perdamos, después de la elección vamos a convocar a un acuerdo a la oposición, a los empresarios y los trabajadores”, dijo Sergio Massa el domingo pasado, mientras en la Plaza de Mayo se manifestaban miles de militantes afines al sector de Cristina Fernández de Kirchner por el Día de la Lealtad peronista. En ese acto, donde hablaron Amado Boudou, Luis D’Elia y Hebe de Bonafini –que dijo que “el Presidente se sienta con los ricos”–, el pedido fue el de no acordar con el Fondo Monetario Internacional.

La vicepresidenta tuvo siempre una postura más reacia que el jefe de Estado y el titular de la Cámara de Diputados respecto a las negociaciones con el FMI. No obstante, la derrota de las PASO sepultó cualquier tipo de diferencia en ese asunto. Por eso llamaron la atención las críticas que sus bases políticas lanzaron desde arriba del escenario montado en las inmediaciones de la Casa Rosada.

Como condición para llegar a un acuerdo y que se pudiera analizar la posibilidad de un crédito de Facilidades Extendidas para Argentina, Kristalina Giorgeva –quien, pese a que en las últimas semanas le picaron todas las balas cerca, mantuvo su cargo como titular del organismo multilateral– le exigió al ministro Martín Guzmán un plan sustentable que tuviera la venia de la CGT –ya garantizada– y de los empresarios. Por eso la reunión de la semana pasada de Fernández, Juan Manzur y Eduardo ‘Wado’ de Pedro junto a grandes apellidos del establishment local como Bulgheroni, Eurnekian, Mindlin, De Narváez o Brito.

Es la política

Sin embargo, el requisito impuesto por la titular del FMI y más codiciado por el oficialismo tiene que ver con conseguir el aval del amplio espectro político argentino. De ahí el llamado al diálogo de Massa a la oposición y sus consecuentes reuniones y cenas con Horacio Rodríguez Larreta, con quien lo une un viejo y estrecho vínculo.

El jefe de Gobierno porteño, con sus expresas aspiraciones presidenciales, sabe que si a partir de 2023 agarra el timón del barco, es necesario que no se hunda. Para que su camino hacia el sillón de Rivadavia sea lo menos turbulento posible, el líder de las “palomas” del PRO volvió a calzarse el traje de dialoguista y mostró cierta disposición para un acuerdo post-electoral: que el sapo se lo coman los de ahora y, en caso de ganar en dos años, tener un escenario menos hostil.

Pero, en las últimas horas, algo parece que se modificó. “No vemos ninguna vocación al diálogo”, dijo Larreta en una conferencia de prensa y se sumó a la ola de rechazos cambiemitas que encabezaron los duros Patricia Bullrich, quien había sostenido que “ni con señales de humo se puede hablar con esta gente”. Por su parte, Alfredo Cornejo pidió que primero se pongan de acuerdo en el oficialismo y “después que convoquen al diálogo”.

Acuerdo político post-electoral: adhesiones y negativas en el oficialismo y la oposición

“Si miramos los hechos, pareciera que en el FdT no todos piensan igual. Si fuera por el sector que habló en la Plaza no habría acuerdo con el Fondo”, dijo a El Canciller el diputado nacional de Juntos por el Cambio Álvaro González. “Siempre creí que el diálogo es el camino, pero para que sea fructífero debe ser franco y sin pretender ventajear al que invitás a dialogar”, agregó.

¡Somos todos amigos! ¿Somos todos amigos?

En parte de la oposición consideran que detrás del llamado del Gobierno existe un intento de “compartir” el fracaso de la gestión y la responsabilidad de futuras medidas poco amigables para la población. Es decir, el tan presagiado “ajuste”.

“Ganó el ala dura de ellos”, respondió Mónica Litza, referente del massismo y candidata a diputada nacional, cuando El Canciller le consultó sobre el cambio de parecer del jefe de Gobierno de la Ciudad. Sobre la negativa de JxC en su conjunto, dijo: “Es de una mezquindad absoluta. Ponen sus intereses por sobre los del país. Cruzan los dedos para que las cosas vayan mal”.

Acuerdo político post-electoral: adhesiones y negativas en el oficialismo y la oposición

Pero lo cierto es que en JxC desconfían de que en el FdT están las cosas tan consensuadas. Si bien la vicepresidenta acercó posiciones con los dos accionistas mayoritarios restantes de la coalición, otros dirigentes mantienen una postura más radicalizada. Sobre el acuerdo post-electoral, Juan Grabois dijo que “no necesitamos eso” y planteó: “Para propugnar un Gran Acuerdo Nacional están los Lanusse", en referencia al expresidente de facto.

“¿Te imaginás llegando al diálogo como llegó (Martín) Insaurralde a la Plaza el domingo?”, dijo a este medio con tono jocoso otro dirigente del riñón de Juntos, en alusión a los insultos del flamante jefe de Gabinete bonaerense a Mauricio Macri. Así y todo, en el Gobierno aseguran que los seguirán convocando. Habrá que esperar hasta el 15 de noviembre.