Desde el Sanatorio Otamendi y a sus 84 años, la jueza federal con competencia electoral, María Servini de Cubría, demostró que ni siquiera un cuadro fuerte de coronavirus puede languidecer el ritmo laboral con el que honra su privilegiado lugar en la Justicia. Mediante una carta, le solicitó al presidente de la Cámara de Casación, Gustavo Hornos, que renuncie a su cargo por las visitas a la Quinta de Olivos durante la presidencia de Mauricio Macri. Promovió esta medida como “una muestra de desinterés y civismo”, algo que, de todas formas, no pocos interpretan como una jugada estratégica: Servini podría aprovechar la debilidad de Hornos para que dé un paso al costado y sea reemplazado por alguien de su costal. 

De concretarse, no sería la primera vez que un cercano a la jueza llegue a la Justicia. Hasta marzo de este año, su hijo Juan Carlos Cubría figuraba en los registros del Ministerio Público Fiscal como secretario de la Corte Suprema en la Unidad de Análisis de Indicadores Económicos y Financieros. Su otro descendiente, Eduardo, aparecía como fiscal de la Fiscalía Nacional en lo Criminal y Correccional N° 22.

Aunque poder no le falte a la magistrada -lleva casi 30 años al frente del Juzgado Federal en lo Criminal y Correccional 1-, se sabe que en la Justicia nadie descansa ni se relaja. Y en esa vorágine, la carta que recibió Hornos es elocuente: “Sólo trasciende el egocentrismo de ciertos integrantes en detrimento del ejemplo que deben dar a la sociedad como miembros de tan importante Tribunal”, plantea, en lo que considera “una guerra” dentro de Casación. 

En la alusión a la guerra razón no le falta. Luego de que trascendieran versiones sobre las reuniones entre Hornos y Macri antes de fallos judiciales contra la oposición, Casación entró en un limbo y la respuesta institucional aún no llegó. Días atrás, Ana Figueroa, Ángela Ledesma y Alejandro Slokar, integrantes del tribunal, convocaron al resto de sus pares para dar un mensaje formal y tomar una decisión. Pero quedaron solos: los demás magistrados no acudieron al encuentro y todo quedó en la nada, incluso la situación de Juan Carlos Gemignani, el camarista que le habría enviado mensajes machistas a dos compañeras por el Día de la Mujer. “Casación es un tribunal que ha quedado muy contaminado”, graficó en la mísma línea de Servini el nuevo ministro de Justicia, Martín Soria. 

Carta a Hornos y una ¿táctica secreta?: Servini y un nuevo capítulo de la interna judicial

Sin embargo, las hierbas entre Cubría y Casación no fueron siempre malas. De hecho hasta hace pocos días, en la causa contra Mauricio Macri por supuesto espionaje a los dueños del Grupo Indalo, la jueza pidió avanzar con las pericias en los teléfonos para acceder a informes de la Dirección de Asistencia Judicial en Delitos Complejos y Crimen Organizado, dependiente de la Corte Suprema de Justicia. La Cámara de Casación, en este expediente, aprobó esa decisión y declaró inadmisible el pedido de la defensa de Macri para descartar las pruebas mencionadas. 

Pero sabe Servini que la Justicia es la Justicia, y lo que allí un día es bueno, al otro puede ser malo. “Las instituciones están primero que los intereses personales de los hombres y mujeres que la integran, por ello sugiero que pongan todo el empeño en defender la imagen de la Justicia Nacional, deponiendo los egoísmos con actos positivos que demuestren paz y unidad en sus miembros”, expresó en las últimas líneas de la carta dirigida a Hornos. No se sabe a ciencia cierta qué sucederá, pero la polémica ya está en marcha y los rumores circulan por doquier. 

Mientras, el Poder Judicial atrae a la opinión pública en plena segunda ola de coronavirus, a la espera de resoluciones importantes como las clases presenciales en la Ciudad de Buenos Aires y, no menos importante, la incipiente reforma judicial que está diagramando desde su asunción el presidente Alberto Fernández. Servini pidió la renuncia de Hornos, entre otras cosas, “en aras del bien de la República”. Está por verse para qué lado soplan los vientos.