Si bien se esperaban repercusiones de la reunión que el presidente Alberto Fernández y el jefe de gobierno porteño Horacio Rodríguez Larreta mantuvieron en la Quinta de Olivos, el anuncio de una conferencia del mandatario sorprendió a media mañana de este viernes. Minutos más tarde, llegó la confirmación de un segundo round: Larreta haría lo propio desde el Ministerio de Educación de la Ciudad.

Ambos ya se habían cruzado fuerte esta semana. La bomba la tiró Fernández el miércoles, al anunciar un paquete de fuertes restricciones para contener el incremento de casos de Covid-19 que incluía un perdigón que hirió tanto a propios como ajenos: la suspensión de las clases presenciales.

“El Gobierno nacional decidió romper el mecanismo del diálogo y consenso que veníamos sosteniendo hace más de un año”, afirmó al día siguiente Larreta. Anunció que presentaría un recurso de amparo ante la Corte Suprema, y que le pediría una reunión a Alberto. “Mi responsabilidad es hacer todo lo que esté a nuestro alcance para garantizar las clases presenciales”, señaló. Dicen que se enteró de la medida por la televisión. Paradójicamente, se dice lo mismo del ministro de Educación nacional, Nicolás Trotta.

La reunión, entonces, se hizo esta mañana. Larreta llegó a Olivos con el amparo presentado. Circuló una foto, ambos con barbijo y sin bebidas sobre la mesa. ¿Frialdad o protocolo? Como sea, Alberto llegó sonriente a la conferencia posterior y haciendo chistes con los periodistas. “Tuvimos una buena charla, con respeto y vocación de encontrar salidas”, se preocupó por aclarar. Las referencias al consenso se repitieron durante su exposición, que abundó también en cifras para argumentar la medida, como por ejemplo el aumento de casos en la franja que va de los 9 a los 19 años. “Tenemos que resolverlo juntos. Lo invité a que trabajemos juntos”, insistió, por si no había quedado claro.

Astuto animal político, tuvo tiempo de tirar dardos a la ya caliente interna de Juntos por el Cambio. “Le transmití mi decepción de sentir que estaba negociando en una mesa con él y en otra mesa estaban firmando algo totalmente distinto”. Y agregó: “Quisiera tener una oposición donde pueda hablar con el que gobierna de la oposición y quedarme tranquilo que esa es la posición que se toma y que se respeta”.

Sin dudas, la parte más dura fue para el halcón más ruidoso, la presidenta del PRO Patricia Bullrich, a quien fustigó por sumarse al cacerolazo del miércoles por la noche en la Quinta de Olivos. La acusó de alterar el Estado de derecho y afirmó que está “en el ocaso”.

Sobre el final, se refirió brevemente al amparo presentado por Larreta: “No soy amigo de judicializar la política”.

Un par de horas después fue el turno del jefe de gobierno porteño. Flanqueado por su ministra de Educación, Soledad Acuña, el vicejefe Diego Santilli y el ministro de Salud, Fernán Quirós, abrió con la frase que había dejado dos días atrás: “Vamos a hacer todo lo que esté a nuestro alcance para que haya clases el lunes”. Al igual que Alberto, habló de “buscar consensos” y afirmó que el mandatario también estaba de acuerdo con el daño que provoca el cierre de escuelas. Expresó sus diferencias con las hipótesis del Presidente, y sostuvo que le acercaría sus datos para demostrarle que está equivocado.

También le envío un mensaje al gobernador bonaerense, Axel Kicillof, quien el jueves dio un encendido discurso que tuvo como eje central atacar a la Ciudad y a su gobierno, afirmando que es el “epicentro” de la pandemia, y que su sistema de salud privado está colapsado. Larreta contraatacó al señalar que “el 30% de las camas” de la Ciudad están ocupadas por gente de Provincia. Y que “el 40% de los testeos positivos” pertenecen también a habitantes del Conurbano. Sin embargo, aseguró no querer “entrar en discusiones políticas” en medio de la pandemia. Finalmente, colocó sus esperanzas en la estrategia judicial y aseguró que con su equipo trabajará durante el fin de semana para lograr que el lunes haya clases.

A pesar de la ilusión de muchos padres, es poco el margen de maniobra que tiene Larreta a esta altura, y es más que improbable que la Corte se expida en tan corto plazo. En unos días, recién le tocará abocarse a un conflicto que ya lleva algunos meses, y que fue el primer desencuentro entre Alberto y Larreta luego de su trabajo coordinado durante el principio de la pandemia: el de la coparticipación.