Daniel Eduardo Rafecas se recibió de abogado en la UBA en el año 90, pero su experiencia en el mundo del Derecho comenzó mucho antes: en 1987 ya caminaba por los pasillos del Poder Judicial como meritorio del Juzgado en lo Criminal y Correccional 25, que tenía como titular al juez Eduardo Albano.

Desde entonces, en la Justicia penal, recorrió todos los cargos hasta ser secretario letrado en la Procuración General de la Nación, órgano que lo podría tener como titular en caso de cumplirse ciertas condiciones, como la que él mismo ratificó ayer: “Si a mitad del proceso para mi designación, se reduce por ley la mayoría necesaria en el Senado para nombrar al Procurador, eso será para mí un límite ético insuperable, que me hará imposible seguir adelante con la postulación”.

El primer roce de Rafecas con el Ministerio Público Fiscal fue en 1999. Allí, cumplió diversas funciones, como la de miembro de la comisión de fiscales que investigaba procesos penales fraguados. Su inclinación general hacia el Derecho Penal quedó arraigada formalmente en el año 2000, cuando la UBA lo calificó con un 10 y lo nombró especialista. Menos de una década después, en el 2009, llegó al ansiado título de doctor en la misma casa de estudios, con un “sobresaliente” en su trabajo titulado “Tortura y otras prácticas ilegales a detenidos. Su reflejo en el Código Penal Argentino”. 

Después de varios intentos para ingresar al cargo de juez, logró en 2004 el cuarto lugar en un concurso para los juzgados criminales de Capital Federal. Por distintos motivos, sus tres contendientes se apartaron y, desde el 14 de octubre de aquel año, Rafecas ocupa su sillón de titular del Juzgado Criminal y Correccional Federal 3.

Desde allí, se erigió en la opinión pública por motivos no siempre alegres. En 2012, por caso, fue apartado de la causa Ciccone contra el ex vicepresidente Amado Boudou por supuesta imparcialidad, a pedido de otro de los imputados, José María Núñez Carmona. De todas formas, la denuncia quedó desestimada. 

Luego, en 2015, todos los ojos políticos se posaron sobre su cabeza, ya que quedó a cargo de la denuncia radicada por el fallecido fiscal Alberto Nisman, que acusaba a la ex presidenta Cristina Fernández y a algunos de sus funcionarios de encubrir a Irán -por medio del memorándum- en la investigación del atentado a la AMIA. Rafecas consideró que no existía delito y descartó el planteo de Nisman.

Pero no todo en la vida del juez es juicio y trabajo penal. Desde 1994 hasta la actualidad realizó una extensa trayectoria como docente en la UBA y otras instituciones, como la Universidad de Palermo. Algunas de sus especialidades: Derecho Penal y Criminología; Teoría del Delito y Sistema de la Pena; Violaciones masivas de Derechos Humanos durante el Holocausto; entre otras. 

Así, entre casos públicos, docencia y Derecho Penal, Rafecas diagramó una carrera de 34 años en la Justicia argentina. Una trayectoria que, ahora, encontró uno de sus principales desafíos: acceder al cargo de Procurador General de la Nación. Por ahora, queda esperar el avance del proyecto de ley para reformar el Ministerio Público Fiscal y, al mismo tiempo, modificar la designación del Procurador. Rafecas ya puso sus condiciones.