Y voló, voló, la tasa voló
¿Cuánto te sale un dólar calmo? Desde que asumió Guido Sandleris al frente del BCRA y se activó una estrategia económica (con gran influencia del FMI) basada en la flotación del tipo de cambio en un esquema de bandas y la expansión de la base monetaria en 0% hasta junio de 2019, la tasa de interés de referencia a través de la operatoria de las LELIQs subió del 60% al 72%. Este aumento de la tasa fue el dique de contención al dólar, que hasta hoy había mostrado una baja del 8% esta semana. Pero la calma que aporta una tasa astronómica tiene patas cortas si las condiciones de fragilidad que muestra Argentina no mejoran. Y sobre nos vamos a detener hoy.
En primer lugar, debemos explicar que la rusticidad de controlar la inflación por agregados monetarios sin expandir la base carga las tintas sobre la tasa de interés. Ante una oferta de dinero que va a estar “quieta”, la demanda de pesos impulsa una tasa de interés más alta ¿Cómo se está dando esto esta semana y como se vincula con el tipo de cambio? A través de las LELIQs; las letras de liquidez que solo pueden ser adquiridas por bancos y con las que el BCRA busca desarmar “la bola de nieve de las LEBACs”. Un banco que tenía colocaciones en LEBACs tiene dos opciones, u opta por suscribir la LELIQ que ofrece el BCRA o se posiciona en otros activos financieros que pueden estar dolarizados, lo que presionaría al alza sobre el tipo de cambio. Para evitar que el banco de este ejemplo se decante por la segunda opción, la tasa de la LELIQ tiene que ser cada vez más atractiva y así restarle presión al precio del dólar. De esta manera y con una tasa que subió fuertemente esta semana, hasta ayer el BCRA había logrado que el dólar baje un 8%, dando sensación de calma. Pero este herramental no solamente tiene límites claros, sino consecuencias sobre la economía real y de bolsillo.
Empecemos por las “patas cortas”, los límites de esta estrategia. En primer lugar, no mejora la condiciones de fragilidad a las que estamos expuestos. Y esto se está haciendo evidente hoy. Con una nueva suba de la tasa de interés de referencia de EEUU, el tipo de cambio volvió a subir, colocándose nuevamente arriba de $39 al momento de escribir esta nota. Las “tormentas” de afuera nos siguen mojando y los paraguas que vamos probando o bien tienen agujeros, no abren o los desvencija el viento. Si nuevos factores exógenos presionan nuestro tipo de cambio ¿Hasta donde puede llevarse la tasa para contener al dólar? En segundo lugar, el esquema de flotación por bandas ajustables propuesto por el BCRA tiene dos puntos de potencial debilidad: el primero es que el techo de la banda convalida como aceptable y no susceptible a intervención directa un dólar de $44 en octubre y uno superior a $48 en diciembre; eso da margen para que “te corra” el mercado si hay factores (como el de hoy) que así lo estimulen. El segundo es que se muestran todas las cartas al señalar que solo se interviene con USD 150 millones en caso de que el tipo de cambio se acerque al límite superior de la banda. En un mercado financiero que ha demostrado estos meses que con poco volumen se logran saltos discretos fuertes del tipo de cambio, es tal vez demasiado audaz poner límites y montos con tanta vehemencia.
Y ahora sí, una vez relativizada la calma cambiaria, volvemos a la pregunta que dispara esta nota ¿Cuál es el costo de esta calma artificial? Una tasa de interés en plena escalada y superando el 70% no solo va perdiendo cada vez más poder de fuego para controlar el tipo de cambio, sino que estimula con mayor fuerza la especulación golondrina de inversiones de corto plazo a tasas que no existen en otro lugar del planeta. Posicionarse en pesos a tasa alta para luego retirar lo colocado, volverlo a dolarizar y sacarlo del circuito. “Y voló, voló, se borró, borró, porque inversor que come vuela, siempre lo dijo mi abuela”, cantaría el Potro Rodrigo. E independientemente del factor especulativo, las tasas a este nivel, sostenido por varios meses como se viene dando, encarecen el financiamiento en pesos para empresas y personas; no ya para que una PyME invierta en una máquina, sino para que tenga caja de corto plazo. Si una empresa cobra un cheque de 1 millón de pesos a 180 días y lo quiere descontar hoy porque tiene obligaciones que cubrir, muy probablemente un banco no le dé más de $400.000 y con eso debe pagar sueldos, proveedores, tarifas, etc. En otro plano, un trabajador de clase media que hace la compra de supermercado con la tarjeta y en cuotas ve encarecida la tasa que enfrenta, debiendo consumir menos. La tasa alta deteriora la cadena de pagos. Y esto ya se está sintiendo en la economía real
Si bien estabilizar es una condición urgente y en ello se basa la estrategia del BCRA, estamos enfrentando una recesión que promete ser dura en los sectores asalariados, mientras que las herramientas de estabilización no solo no morigeran, sino que acentúan las oportunidades de especulación financiera que van en claro detrimento y contradicción de incentivos productivos, que generen empleo de calidad y valor agregado. Más allá de los parches, no se observa una estrategia en esta línea y se deberá trabajar mucho para no cantar mañana que “nuestros sueños quedaron vacíos y en nuestros bolsillos el amor y el abismo”.