El Gobierno nacional se anotó esta semana un triunfo con el auspicioso debut de la nueva política monetaria, que lleva adelante el titular del Banco Central, Guido Sandleris. Tras la inestabilidad cambiaria derivada de la salida de Luis Caputo, el mercado se apaciguó, el dólar disminuyó en un 7,6% y cerró la semana cotizando a $38,91.

Si bien la aparente calma fue celebrada en el oficialismo, desde las entrañas del poder comprenden que la batalla para contener a la divisa norteamericana se libra día a día. Con el objetivo explícito de bajar la inflación, la entidad monetaria pergeñó una táctica en la que los bancos serán los principales beneficiados con el flamante esquema. 

La estrategia del hombre de confianza de Nicolás Dujovne contempla un incremento colosal en las tasas de las Letras de liquidez (Leliq) -en la rueda del viernes, licitó a 73,3%- , lo que constituye una política contractiva para lograr la regulación del retiro de pesos de la economía. 

Al mismo tiempo, la implementación de una zona de no intervención en la que el dólar flotará libremente otorgó resultados ubicados en las antípodas de lo que los economistas esperaban, ya que la moneda extranjera culminó la semana más cerca de su piso -$34-, que de la cercanía al techo que aquellos esperaban -$44-. 

Superada la corrida cambiaria que eyectó a Toto de la presidencia, adosada la certidumbre económica que buscaba ante los mercados y con la certeza de poseer financiamiento hasta el final de su mandato, el Ejecutivo ahora apunta a cumplir con el precio del tipo de cambio que fijó en $40,10 para el Presupuesto 2019. De mantener la cotización estable, Sandleris será el mejor refuerzo de un Gabinete que implora una bocanada profunda de aire.