Falleció este jueves el exjefe del Estado Mayor General del Ejército, Roberto Bendini, producto de un cáncer de páncreas que, antes de quitarle la vida, lo había dejado convaleciente. La noticia tuvo aún más trascendencia por el pésame de la actual vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner en sus redes sociales. La exmandataria lamentó la pérdida y se refirió a él como “un hombre que con enorme responsabilidad ejerció el cargo durante el gobierno de Néstor y el primer año de mi presidencia” y envió sus “condolencias para su familia y amigos”.

Coprotagonista de un momento histórico

Bendini fue la máxima autoridad de la fuerza entre 2003 y 2008. Pero el hecho que lo marcó de por vida ocurrió en los primeros años en el cargo, el 24 de marzo de 2004, cuando por orden de Néstor Kirchner, presidente en aquel entonces, fue el encargado de descolgar los cuadros de los dictadores Jorge Rafael Videla y Reynaldo Bignone en el Colegio Militar ubicado en Campo de Mayo. Así, el general instrumentó la acción que quedó ilustrada en una de las fotos más icónicas y representativas del proceso de reivindicación de los derechos humanos y la búsqueda de Memoria, Verdad y Justicia.

El presidente Néstor Kirchner junto a Roberto Bendini. En medio, la ministra de Defensa en aquel entonces, Nilda Garré.
El presidente Néstor Kirchner junto a Roberto Bendini. En medio, la ministra de Defensa en aquel entonces, Nilda Garré.

En los días previos, muchos conocían la intención del mandatario de bajar los cuadros de quienes fueron también directores de la institución educativa de la fuerza, por lo que los ánimos en el cuerpo militar estaban un tanto caldeados. Kirchner lo sabía; en tanto, al llegar al predio, se reunió con la cúpula en la biblioteca del edificio. Cuando preguntó quién iba a descolgarlos, nadie respondió. La tensión duró varios minutos, pero el presidente no definió quién lo haría.

Todos salieron. Mientras daban los primeros pasos en los pasillos de la planta baja, Kirchner tomó del brazo a Bendini, se acercó a su oído y le anticipó. “General, lo baja usted”, le susurró. Ungido, el representante máximo del sector militar aceptó la orden que todos evitaban recibir por parte del presidente electo democráticamente por el pueblo, con todo lo que ello implicaba.

Viejos conocidos

La elección del jefe de Estado no fue casual: antes de ocupar la conducción del Ejército nacional, Bendini dirigía la Brigada Mecanizada XI de Río Gallegos, capital de la provincia de Santa Cruz. En ese entonces, Kirchner era gobernador y ambos mantenía una buena relación. Cuando el político patagónico llegó a la Casa Rosada en 2003, reafirmó su lucha por los derechos humanos y su rechazo a las atrocidades cometidas en la última dictadura. En Bendini, en tanto, encontró un aliado dentro de un sector que le era muy ajeno.

Sin embargo, para asignarlo en el cargo, el exmandatario debió echar a 26 generales que estaban por encima de su viejo conocido. Algo que, de entrada, generó el primer ceño fruncido entre los militares. Así, el nuevo jefe comenzó su gestión muy discutido hacia dentro de la fuerza. La tensión interna persistió durante años, hasta que otro hecho propició su salida.

¿Corrupción?

En septiembre de 2008, bajo la presidencia de Cristina Fernández de Kirchner, fue procesado por la Cámara Federal de Comodoro Rivadavia por los delitos de peculado y estafa a la administración pública durante 2002, cuando se desempeñaba al frente de la Brigada santacruceña. A raíz de la presunta malversación de fondos públicos, el acusado pidió su pase a retiro y fue reemplazado por su número dos, Luis Alberto Pozzi. Años más tarde, el exgeneral retirado revelaría que la presidenta demoró 48 horas en aceptarle la renuncia porque querían disuadirlo para que se quedara.

Cinco eneros después, en diciembre de 2013, el Tribunal Oral Federal de Río Gallegos lo absolvió por falta de pruebas. Tras conocerse el fallo, Bendini pronunció unas palabras. "Tengo el no honroso privilegio de ser el único jefe del Ejército en sus 207 años de vida que tuvo que renunciar por uso indebido de los caudales públicos”, sostuvo. Asimismo, contó que la causa lo afectó profundamente y le provocó un daño irreparable. "Quedó en el subconsciente colectivo mi responsabilidad de haber sustraído bienes del Estado y se demostró que no lo hice en beneficio propio", señaló.