Argentina donó 780 mil vacunas de AstraZeneca contra el Covid-19 a tres países: 350.000 dosis que salieron en un vuelo a Angola el lunes por la tarde, 30.000 que partieron el mismo día por la noche a Barbados –que acaba de serpararse de la corona británica y conformarse como república independiente– y 400.000 para Kenia.

Se trata de una ayuda que el Estado argentino pudo proveer teniendo en cuenta el avanzado proceso de vacunación en el país y la mejora en la situación epidemiológica y hospitalaria.

Con la firma del presidente Alberto Fernández, el jefe de Gabinete Juan Manzur, la ministra de Salud Carla Vizzotti y el canciller Santiago Cafiero, los decretos 817, 818 y 819 plantearon que en ese contexto “la República Argentina considera que los esfuerzos mancomunados entre las naciones resultan sustanciales para limitar los efectos económicos y sanitarios que acarrea la pandemia por SARSCoV-2".

No es casual, la decisión se enmarcó en la rápida expansión de la nueva variante Ómicron hacia el resto del globo, con la incógnita de la gravedad de sus consecuencias. De ahí la importancia de que avance la inoculación en países donde el porcentaje de vacunados es bajo, para evitar el surgimiento de nuevas variantes como la sudafricana. En función de esa preocupación, la estrategia de reciprocidad internacional y de solidaridad está orientada al acceso equitativo de las vacunas en todo el planeta.

Argentina ya había autorizado la donación de casi un millón de dosis a otros países a principios de noviembre. Mediante los decretos 765, 766, 767, 768 y 769, se oficializó que 450.000 correspondieron a Mozambique, 500.000 a Vietnam, 18.000 a Santa Lucía, 11.000 a San Vicente y las Granadinas, y 2.000 a la Mancomunidad de Dominica. En las últimas, que tenían como destino territorios de centroamerica, salieron del país el lunes por la noche en el mismo vuelo que llevó las de Barbados.