En tiempos de incertidumbre por la pandemia del coronavirus, Mauricio Macri mantiene una certeza: quiere revancha. Al expresidente no le basta con los cuatro años que usó el sillón de Rivadavia y no quiere despedirse de la arena política.

No son suposiciones. Lo trascienden sus voceros, quienes insisten en remarcar que "Mauricio está siempre activo" en la agenda. Pero, por sobre todo, lo remarca el propio ex jefe de Estado, al aparecer -muy sutilmente- en las conversaciones políticas que generan las redes sociales. Así lo hizo con un posteo de la bandera argentina, en plena marcha por Vicentin o cuando, con Elisa Carrió, se mostraron "preocupados" por los "atropellos institucionales del Gobierno".

Tal como al 99% de los argentinos, el coronavirus alteró los planes de Macri. Es que el antiguo ejecutivo de Socma imaginaba un 2020 articulado en dos principales ejes: su cargo como director de la Fundación de la FIFA y sus nuevas oficinas en Olivos. Del primero debió cancelar la agenda que lo encontraría yirando por el mundo, con el cargo de embajador de la casa madre del fútbol. La pelota se frenó, durante varios meses, y recién ahora empezó a rodar en Europa. Pero para el plan de Macri (ceremonias institucionales, inauguraciones y recorridas) el horizonte aún está muy lejano.

Por su parte, sobre su nuevo despacho, se conocen aún menos detalles. Las nuevas oficinas, ubicadas a solo tres cuadras de la Quinta de Olivos, tuvieron su bautismo en los últimos días de febrero, cuando el expresidente reunió a la mesa chica del Pro. Luego, el distanciamiento social obligó al home office.

Mesa chica en Olivos
Mesa chica en Olivos

Lo que no queda claro es el por qué del nuevo espacio. En el entorno de Macri prefieren no dar muchos detalles, aunque no puden desmentir el armado de un think tank para repensar políticas públicas.

La similitud con la Fundación Pensar no es casualidad: ese organismo -ahora en manos del larretista Franco Mocchia- sirvió como trampolín para recolectar cuadros políticos y lanzar el Compromiso por la República, el primer nombre que adoptó el Pro.

¿Juntos? por el cambio

La pregunta que queda flotando en el aire es si el nuevo espacio vendrá con un nuevo partido político. La idea, así planteada, pareciera ser descabellada: escindir la historia de Cambiemos por fuera de Macri, ni viceversa: el ex presidente de Boca fue el fundador del Pro y el articulador de Juntos por el Cambio. Pero el Macri del 2015 o, incluso, el del principios de 2019 no es el mismo que ahora. Por eso no son pocos los  que, cuando se apagan el micrófono, consideran que deberá "pagar" por el resultado electoral de octubre.

Los principales representantes de esa idea están empadronados en la Unión Cívica Radical. Por caso, Alfredo Cornejo, presidente de la UCR, no pierde oportunidad en aclarar que el liderazgo de Juntos por el Cambio no está definido. Si se desgraban sus múltiples declaraciones, "renovación" es uno de los léxicos más repetidos por el ex gobernador -y ahora "independentista"- de Mendoza.

"Todavía tiene la sangre en el ojo", envía vía Whatsapp otro peso pesado de la UCR, cuando se le consulta por la munición pesada de Cornejo. Es que en la disputa por el lugar disponible en la Auditoría General de la Nación, la balanza se inclinó por Miguel Ángel Pichetto, hombre clave del macrismo, por encima de Jesús Rodríguez, candidato potenciado por el diputado nacional. Macri se puede anotar un poroto más.

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Fuego amigo

Los pases de factura no son propiedad, exclusiva, de la UCR. También hay reproches al interior del partido amarillo. El ex presidente pudo mantener al mando del Pro a Patricia Bullrich, otra que firma como incondicional del ex mandatario. Sin embargo, entre las segundas y terceras líneas, pasan cosas.

Tan solo a modo de ejemplo, se puede desentrañar el comunicado del partido para repudiar la detención de Darío Neto, secretario privado del ex presidente. El texto insiste en la inocencia del politólogo y carga contra el blanco predilecto: Cristina Kirchner. La solicitada contó con la firma de muchos dirigentes. Pero, sobre todo, sobresalió la ausencia de otros: a Emilio Monzó, Rogelio Frigerio y Nicolás Massot, por caso, la tinta se les acabó justo antes de poner su nombre.

Monzó es uno de los principales articuladores de la vieja "ala dialoguista" cuando Cambiemos era sinónimo del Ejecutivo nacional. El dirigente de Carlos Tejedor no olvida el vacío de sus últimos años al frente de Diputados y pretende, para 2021, eliminar todo tipo de estrategia duranbarbista.

Y luego de poner un pie en el Conurbano, Monzó pretende atraer a las dos figuritas más solicitadas del Pro: María Eugenia Vidal y Horacio Rodríguez Larreta. Por eso no sorprendió la reunión de ellos tres, junto a Martín Lousteau, de la que solo trascendió por los exámenes de coronavirus que debieron realizarse, tras el positivo de Vidal. Tanto a Macri como sus principales aliados (Bullrich y Pichetto) no les llegó las invitaciones.

La otra cara de la moneda en esa interna es cuando toca jugar el rol de oposición, en especial, en el Congreso. Allí se usa la misma carta. Y los ejemplos, sobran: ya sea en la posición sobre Vicentin, el rechazo a las sesiones virtuales o en el organigrama de la repatriación de los varados en el exterior, el discurso fue homogéneo en Juntos por el Cambio.

¿Perdurará esa visión o las internas bifurcarán los caminos de Macri con (parte del) Pro? Habrá que esperar a 2021.