Luces y sombras del "reality presidencial" en plena pandemia
–Lamentablemente, mientras esta pandemia dure, nos vamos a tener que privar de tu música, de los teatros, de los cines… espero que pase pronto porque hace falta música para que el alma esté sana.
–Sí, sí. Nosotros vamos a estar transmitiendo con colegas, más bien con los artistas del día a día, que tienen que tocar para pagar todo…
–Aquí, en Argentina, el domingo estamos convocando a un montón de artistas que nos regalen una canción desde su casa. Así que te pedimos que nos des ese gusto.
–Jaja. Dale…
A René, el ex cantante de Calle 13, no le quedó otra que aceptar la propuesta de Alberto Fernández en el Instagram Live que compartieron el lunes pasado. Durante media hora, el Presidente contestó preguntas del portorriqueño y hasta ofició de productor del especial de TV “Unidos por Argentina” al pedirle que participe.
En plena batalla global contra el coronavirus, Fernández copó la agenda política y se erigió como único vocero del Gobierno. Corrió de escena a la mayoría de sus ministros, y se muestra en acción en primera persona, casi como si se tratara de un reality con epicentro en Olivos. Contesta tweets de madrugada, sobrevuela el conurbano en helicóptero, maneja su auto, incluso grabó para una radio el mensaje “Soy Alberto, de Olivos” como si fuera un oyente común. Y así, mezcla gestión, política, cercanía, y frivolidad, mientras transcurre un fenómeno extraordinario en el mundo.
La estrategia tiene dos caras: una, ayuda a consolidar su figura; la otra, lo expone a errores no forzados. En este último punto, tanto consultores como funcionarios reconocen que cuando Alberto se siente seguro, la “cancherea” y muestra su peor versión.
Fernández se endulzó con los buenos resultados del rating y las encuestas: midió bien en varias entrevistas -en el magazine de Verónica Lozano llegó a un pico de 17,7- y superó los 50 puntos en los sondeos.
Por citar un caso: el indicador de aprobación de gestión que hace semanalmente Management & Fit pasó de 44,4 el 9 de marzo a 55,5 el 30 de marzo. Un salto de 11 puntos.
Esa medición no incorpora los vaivenes de los últimos días: los cacerolazos para que los políticos se bajen el sueldo, el abrazo a Hugo Moyano, y las largas filas de jubilados en los bancos, producto de un ineficiente dispositivo para el pago de prestaciones.
Por primera vez desde el inicio del aislamiento, esta seguidilla de hechos le quitó el manejo de la iniciativa a la Casa Rosada.
El reclamo para que la dirigencia haga un “esfuerzo” terminó generando divisiones en el oficialismo y en la oposición porque no hay posturas homogéneas.
Juntos por el Cambio intentó fijar una posición común, pero Mario Negri se apuró a hacer público un pedido para que los funcionarios de los tres poderes reduzcan sus salarios. La propuesta no se había terminado de consensuar con el Pro y la Coalición Cívica y por eso generó cortocircuitos.
Por el Frente de Todos, Sergio Massa buscó amortiguar el golpe y lanzó su propia idea acotada a un recorte de las dietas de los diputados. La discusión se pasó para adelante y no contaría, por ahora, con el aval de Máximo Kirchner.
En una sociedad en estado de prisión domiciliaria, la grieta se abrió en los balcones: la reacción al caceroleo es la marcha peronista. La dinámica empieza a mostrar que el espíritu de unidad inicial se resquebraja con el tiempo.
La semana de Fernández terminó mal, con jubilados amontonados afuera de sucursales bancarias en todo el país. El peregrinaje de viejos durante horas terminó exponiendo al grupo de riesgo que se quiso proteger desde el arranque de la cuarentena.
Desde Olivos se encargaron de dejar trascender la furia de Alberto. El Presidente pidió soluciones a los funcionarios a cargo del operativo: Miguel Pesce, presidente del Banco Central, y Alejandro Vanoli, director de Anses. A ambos los hizo dar explicaciones en los medios. Era tarde: nadie podía justificar semejante descalabro.
Fernández evitó hablar en pleno caos el viernes y permaneció con reuniones en Olivos, enfocadas en cómo levantar parcialmente el aislamiento después de Pascuas. Venía de intervenciones más amigables, como el intercambio de mensajes con Mirko, el hijo de Marley; y la entrevista en la TV Pública con Rosario Lufrano , directora de Radio y Televisión Argentina, es decir, funcionaria del Gobierno.
Quizá el ambiente vuelva a resultar ameno hoy, con el ciclo solidario que será transmitido, en un hecho inédito, por todos los canales de aire. La cruzada está oficialmente auspiciada por Fabiola Yáñez, primera dama y presidenta honoraria de la Fundación del Banco Nación; y organizada por la Cruz Roja.
Celebridades, periodistas y la cúpula del Gobierno compartirán un show benéfico para recaudar fondos. En la montaña rusa de la pandemia, Fernández espera volver a tomar el control.