La oposición “antimodelo” se probó en la calle
Grieta: palabra que sirve para esconder diferencias políticas y rehuir el debate.
Quien escribe este artículo, al igual que muchos otros, ha cometido el error de utilizar esa palabra para definir el límite claro que divide a la sociedad argentina. Es verdad que, ante un acto como el realizado en Plaza del Vaticano este sábado, esa palabra viene como anillo al dedo para explicar lo que de otro modo es muy difícil de explicar. Tratemos.
En otro artículo, escrito hace algunos días, afirmaba que el gobierno de Alberto Fernández no enfrentará una oposición homogénea, que tendrá matices y diferencias y que aun podría formarse un conglomerado opositor “promodelo” alrededor de algún sector del radicalismo y la centroizquierda y el socialismo. Y que la otra oposición, a la sazón hoy la más fuerte y con mayor repercusión mediática, se conformará alrededor del Pro y sus socios radicales, lo que en las elecciones se llamó Juntos por el Cambio.
Es esperable que esta oposición, hoy conducida políticamente por Patricia Bullrich, Waldo Wolff y Elisa Carrió, sea la más radical, la que empleará toda su capacidad de daño para minar al gobierno del Frente de Todos y poder así llegar más fortalecida a las elecciones de medio término, el año que viene.
Y qué mejor que el homenaje al ex fiscal Alberto Nisman para que este sector de la oposición haga su bautismo de fuego en la calle, para mostrarle al gobierno de Alberto Fernández que no será fácil negociar con ellos. Que lo digan, si no, el jefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, y otros intendentes del conurbano, ausentes en el acto de la Plaza del Vaticano. Si fueron, en todo caso se las arreglaron muy bien para pasar inadvertidos.
Es decir, la oposición “antimodelo” mantiene intacta su capacidad de daño, mantiene poder de movilización “espontánea” (el acto no fue multitudinario pero acudió una buena cantidad de gente), cuenta con un gran vocero mediático y figuras dispuestas a dar dura batalla contra el Gobierno. Figuras que no dependen de ninguna caja oficialista para sostenerse y que pueden exponerse.
Ausentes con aviso: los principales líderes de Juntos por el Cambio, a saber: el ex presidente Mauricio Macri y la ex gobernadora María Eugenia Vidal. ¿Volverán en algún momento a ocupar su lugar? Por lo pronto, los dos principales referentes del Pro han cedido protagonismo a las segundas líneas.
Otras ausencias no menores fueron los dirigentes de la DAIA y la AMIA, quienes consideraron atinado no concurrir a lo que consideraron más que un homenaje, un acto opositor. Algo parecido hizo la Asociación de Fiscales. Antes antiguos aliados de Juntos por el Cambio, hoy prefirieron mantenerse al margen. Al parecer, el cambio de signo político del Gobierno amerita tener una actitud más cauta, menos confrontativa; así es que participarán en el homenaje más íntimo que se realizará en la tumba del fiscal, en el cementerio de La Tablada.
Estas ausencias no dejan de golpear al sector convocante. Tal vez los haya hecho sentir mejor el espaldarazo que recibieron de Estados Unidos cuando el secretario de Estado, Mike Pompeo, le marcó la cancha al gobierno argentino, señalando con nombre y apellido a los presuntos autores del atentado: el Hezbollah libanés, a quienes Pompeo pide a todos los países lo declaren como organización terrorista, algo que el gobierno de Mauricio Macri hizo y el gobierno de Alberto Fernández, hasta el momento, mantiene.
Lo que muestra la concentración de la Plaza del Vaticano, en todo caso, es que hay una oposición muy fuerte, radicalizada, con poder de daño, a la que el Gobierno tendrá que estar muy atento, porque no es una oposición “leal”, un concepto que acuñó algún politólogo y que viene bien refrescar en este momento. Lo que quiere decir esto es que esta fuerza política no dudará a la hora de dañar al oficialismo. Entre lo que plantea el expediente de la muerte de Alberto Nisman y lo que dicen algunos medios de comunicación, a lo que se suman las interpretaciones políticas, hay un campo tan grande que es difícil dilucidar dónde están la verdad y la mentira de todo.
La oposición “desleal” o “antimodelo” se probó en la calle, demostró que puede lastimar y que está dispuesta a cualquier método para socavar el poder de Fernández. Si le servirá esto o no para recuperar los votos que la llevaron a ganar en 2015 y 2017, es todavía una incógnita.
Otra duda que plantea el escenario político es hasta cuándo esperará el Gobierno para empezar a responder. No hay dudas que puede hacerlo, lo ha hecho tibia y espasmódicamente desde la política y más fuertemente desde lo mediático. Pero nada comparado con lo que el Gobierno podría hacer si eligiera a Juntos por el Cambio como el adversario a derrotar.
Se viene un año muy movido políticamente (¿cuándo fue diferente?), pero de algo estamos seguros: esto apenas comienza y para el 2021 falta una eternidad. Ah, la grieta. Sí, linda palabra. Pero en política no aplica.