Gabriel Solano es un referente de la lucha obrera en la Argentina, actual legislador porteño y precandidato a presidente dentro del Frente de Izquierda. De cara a las próximas elecciones primarias y en una charla exclusiva con El Canciller, abordó todos los temas, desde la actualidad política del país hasta su pasión por la música, por el fútbol y el debate con Anamá Ferreira. 

Gabriel, la 38 está cargada diría Divididos. ¿Qué lindo sería un 38% de inflación anual, no?

(Risas) Fui a ver a Divididos el otro día, estuvo buenísimo.

¿Te llevaste una sorpresa con La Renga?

Si, a mí me sorprendió, aparte pagué una entrada y vi a dos bandas.

¿Sería lindo un 38% de inflación, no?

Para eso tenemos que gobernar nosotros y empezar a bajarla. Con este gobierno nos vamos a ir a 38% mensual, pero que no se diga porque a la gente le empieza a agarrar cagazo. Pero puede pasar, puede pasar.

¿Qué jugador de River te gustaría que sea de izquierda?

Para mi Enzo Pérez, porque la distribuye bien, es firme y la pasa como corresponde. Es fundamental, juega en equipo, tiene cualidades propias de un militante trotskista.

¿Qué es ser un militante trotskista?

Es tratar de cambiar este mundo, que no es bueno. Queremos que todo esté bien, somos socialistas, no somos un bicho raro, somos gente que quiere terminar con el capitalismo, que es un sistema muy injusto. 

Y si tienen ideas tan buenas, ¿por qué los vota poca gente? 

Lo que pasa es que no es que la gente vota a quien quiere, uno vota  de acuerdo a determinadas condiciones que se dan, las relaciones de fuerzas que existen. Hubo una gran pulseada durante todo el siglo XX entre el capitalismo y el socialismo, no es que no la hubo. Transitoriamente, y te insisto con transitoriamente, el capitalismo ganó, pero es el primer set. Esto es a cinco como mínimo, es un Roland Garros, la pelea todavía está abierta, entonces no sabemos cómo va a terminar la historia. Nos prometían que se acababa la historia, que iba a haber progreso, democracia, y hay guerras en todos lados del mundo. Somos los enemigos estratégicos de la derecha.

Gabiel Solano, mano a mano con El Canciller

¿Myriam Bregman es kirchnerista?

Lo que pasa es que le hace mucho guiño al kirchnerismo. Posiblemente funciona como una especulación electoral, pensando que capaz que así se queda un voto y no creo que sea una forma de construir realmente. No me parece correcto lo de ella. 

Tenés que armar ciertos gabinetes con personajes de la farándula. ¿Qué personaje famoso pondrías al frente del Ministerio de Salud?

A Cormillot, pero por la fertilidad (risas). Aparte combatiríamos la obesidad.

¿Ministerio de Educación?

No sé qué famoso, me estás matando con esta pregunta, es un Ministerio bastante importante y los famosos que hay no pueden hacer cosas demasiado importantes. Iván de Pineda sabe mucho, me gustaría, pero no puede saber tanto. Yo fui a “Los 8 escalones”, ganamos unos mangos y los donamos.

¿Ministerio de Economía?

A Alejandro Fantino, porque tiene ideas locas. Probaría algo más heterodoxo. También lo pondría en Cultura. Hablo mucho con él, nos mensajeamos muchas veces y charlamos sobre filosofía. 

¿Te enoja la política?

Un poco sí, un poco no. Uno tiene que ser un poco racional. El tema es que ser tan racional no está bien, hay un aspecto que te tiene que involucrar en lo personal y hasta en lo sentimental. El límite entre el cinismo, la hipocresía y la racionalidad existe y tenés que manejarlo. Si hay cosas que no te dan bronca dedicate a otra cosa, lo cual no quiere decir que haya que tomar decisiones en base a la bronca. La bronca es un motor importante de la política, no la quiero anular.

Si Gabriel Solano no termina siendo presidente, ¿quién querrías que fuera?

Si yo no fuera presidente, me gustaría que fuera un compañero mío de la izquierda, no tengo problema. Yo no quiero ser presidente para mí mismo. Imaginate, es mucho laburo ser presidente, no es que en lo personal lo estaba buscando. Esta elección que viene ahora yo no voy a ganar la presidencia. Soy consciente que no estamos ya para llegar a la presidencia, pero ponele que saquemos el 15% de los votos. No somos los ganadores de la presidencia, pero somos los ganadores de la elección. El país cambia drásticamente y lo que se va a hablar es que la izquierda sacó el 15%, seríamos una fuerza política en ascenso y los empresarios se cagan en las patas.

Van a decir “che, quiero hacer una reforma laboral y quitarles derechos a los trabajadores”. Pero mirá que sacaron un 15% los de la izquierda, van a preguntarse “¿estamos en condiciones de hacer eso?”. Porque un 15% de votos de la izquierda sería una tendencia de que el pueblo está soliviantado.

¿Te reuniste con Anamá Ferreira?

Sí, nos tomamos un café, estuvo buena la charla. Trate de convencerla. Trato de convencer a todos. No te digo a Milei porque no tiene sentido, pero de Anamá me pareció que su voto a Milei era endeble, no era un voto convencido. No quería que su voto bronca lo canalizara en Milei. Estuvo bueno el debate, me pareció interesante. Su problema es que piensa como pequeña empresaria y tiene miedo a los juicios laborales y a perder su posición social.

¿A la izquierda le interesa ganar las elecciones?

Sí, claro. ¿Y sino para qué me presento? Si, nos interesa, y nosotros queremos gobernar. No sé cómo vamos a llegar al gobierno. ¿Cómo vamos a llegar al poder? No sabemos. No estaba escrito que iba a haber una Revolución de Mayo. No estoy condicionado a un esquema, estoy abierto a una realidad, pero nosotros peleamos por el poder.

¿Te llamaron de otro partido para militar?

No. Varios me dijeron “vos tenés que estar acá, vos tenés que estar allá”, pero es una cargada. Yo milito hace muchos años y conozco a mucha gente que militaba conmigo y hoy ocupa lugares importantes en el aparato del Estado. Son gobernadores o ministros. Si yo hubiese elegido ese camino, no sé si hoy sería gobernador, no me interesa. Llegar al poder para hacer lo que hacen ellos no me interesa, me pongo una verdulería. Para mí es más digno y alimento a la gente. Nosotros no queremos llegar al poder tranzando. Argentina la vamos a gobernar nosotros, pero llegando con nuestras banderas, no con banderas prestadas.