El revuelo político de la semana sobre las negociaciones con Pfizer sacó algunos trapitos al sol de la administración nacional con unas declaraciones del director del mecanismo COVAX para América Latina, Santiago Cornejo. La oposición se hizo eco de una catarata de interrogantes y cuestionamientos. En Balcarce 50 no se quedaron con los brazos cruzados y recogieron el guante.

La ministra de Salud, Carla Vizzotti, tomó el micrófono con un tono de fastidio en conferencia de prensa. El mensaje fue directo para Juntos por el Cambio, coalición a la que se le pedía bajar la “obsesión” con Pfizer. Al mismo tiempo, remarcó que “Argentina quiere comprar” esa vacuna y está en tratativas para lograrlo.

La funcionaria citó un e-mail de Cornejo, en el que el director afirmaba lo contrario de sus primeros dichos: “Que la Argentina tenía el interés de recibir la vacuna de Pfizer a través del mecanismo COVAX”. Y apoyó su nueva posición en que el Gobierno “no acordó con los términos de indemnización y responsabilidad del fabricante”, por lo que “no pudo continuar con la ventana de COVAX”.

Buenas nuevas desde Rusia

Poco después, desde Rusia llegó una noticia que cayó como anillo al dedo al Gobierno para cambiar el foco noticioso: el Instituto Gamaleya aprobó el control de calidad de los lotes de Sputnik VIDA producidos en Argentina y todo indica que la semana próxima comenzará su elaboración.

Por su parte, Marcelo Figueiras. de Laboratorios Richmond, ratificó este jueves que la planta de esa empresa tiene capacidad para producir 500 mil dosis por semana, pero aclaró que todo estará sujeto a la cantidad del principio reactivo que se envíe desde Rusia.

Pese a los anuncios, el núcleo duro de Juntos por el Cambio continúa con el pedido de explicaciones al oficialismo. La coalición opositora está convencida de que el Gobierno no es transparente con la compra de las dosis y sostiene que el ritmo de vacunación sigue lento. Esto lo atribuyen al lazo trunco con Pfizer.

Según la presidenta del PRO, Patricia Bullrich, la empresa estadounidense hizo sus pruebas en 2020 en el país con 4.500 personas y “esto le aseguraba a la Argentina un total de 14 millones de dosis anticipadas de la vacuna”. Los amarillos se sostienen con esta premisa para atacar a la administración nacional.

Pero, ahora, Alberto tiene flotadores para salir del maremoto ante las acusaciones por escasez de vacunas. Para la gestión del Presidente, la adquisición de dosis constituye su costado más débil. Pero parece que, para este problema crónico, ya encontró el antídoto con Rusia y Richmond.