Daniel Feierstein: “Debemos plantearnos como sociedades qué vamos a hacer con este dolor”
Mano a mano con el sociólogo y autor de “El enano fascista” y “Pandemia”. Violencia política: el atentado en Bahía Blanca, las lógicas de la proyección y las nuevas estrategias de opresión.
Este sábado por la madrugada se produjo un nuevo atentado en Bahía Blanca, en la puerta de la casa del director de la Región Sanitaria 1, Maximiliano Núñez Fariña. Junto al explosivo, dejaron una nota: "¿Pase Sanitario? ¿Restricciones a la circulación? Quieren muertos… Los van a tener".
Daniel Feierstein, sociólogo e investigador del Conicet, conversó con El Canciller acerca del incremento de hechos de violencia perpetuados por las nuevas derechas más radicalizadas. El profesor de la UBA y la UNTREF planteó la necesidad de “reconocer que hemos vivido la mayor tragedia de la historia argentina” y que sino, en caso contrario, “estaremos creando el terreno fértil para formas de proyección en donde se proponen algunos sujetos como responsables de lo que nos está pasando y se canaliza la violencia hacia ellos”.
- ¿Qué lectura hacés de este atentado?
Le veo una enorme gravedad. Primero, porque no se trata de un hecho sino de un crescendo de hechos. Es la conjunción de varios atentados con amenazas de muertes con el estilo de lo vivido hace algunas décadas. En segundo lugar, por el terreno fértil para que avance esa lógica producto de lo que llamo las lógicas de proyección: esto de cómo un sufrimiento social importante como el que hemos vivido durante estos años puede generar la búsqueda de algún sujeto sobre el cual abatir todo ese odio acumulado y que la proyección es la forma en que eso ocurre. Y un tercer elemento es que ocurra en Bahía Blanca, que ha sido uno de los laboratorios de la violencia represiva en los años 70'.
- ¿Hay una recuperación de ese tipo de violencia política?
Claramente, en el modo del ejercicio de la amenaza y del atentado hay una reminiscencia de eso. Además, en la propia asunción de la autoría: un comando que se identifica con el nombre de quien condujo las rebeliones carapintadas (Mohamed Alí Seineldín) que justamente fueron el mayor desafío de la democracia a fines de los 80' y comienzos de los 90' y una reivindicación de la lógica dictatorial.
- ¿Por qué creés que encuentran en la violencia un modo de expresión que consideran legítimo?
Me parece que es consecuencia de que se viene produciendo hace unos cuantos años un ataque a los consensos argentinos de la postdictadura. Había un acuerdo muy generalizado en toda la estructura política de que esto no era algo aceptable y que había límites para la disputa política. A partir de 2012 o 2013, quizás antes, esto se empieza a vulnerar cada vez más, cobra mucha fuerza durante el macrismo y la grieta lo alimenta muchísimo. El riesgo es enorme y lo que se requiere es una acción muy fuerte, tanto a nivel jurídico como político.
- Más allá de condenar este tipo de accionar, cada vez se observan posturas más radicalizadas, ¿cuál es la salida?
Hay tres cuestiones fundamentales. La primera es poder marginalizarlos políticamente. Eso requiere de modo urgente un diálogo político y que haya un compromiso explícito y público de las distintas fuerzas. Esto es crucial, por lo menos intentarlo. No se si el conjunto de las fuerzas políticas estaría dispuesto. Justamente ha aparecido una derecha que empieza a coquetear con estos grupos y que ni siquiera es toda homogénea. Un segundo eje es la intervención judicial: esto se frena encontrando a los responsables. La impunidad es algo que garantiza la reiteración. Tiene que estar todo el compromiso estatal en el esclarecimiento y castigo de estas acciones.
- ¿Y el tercero...?
Que tenemos que entender que hace falta una reformulación de los objetivos fundamentales del campo popular. Se requiere conformar un gran espacio antifascista que le impida a estos sectores seguir avanzando. Una confusión muy fuerte en el campo popular tiene que ver con creer que para que algo se parezca a lo que vivimos en el pasado tiene que ser igual que fue en el pasado. Entonces se busca si estos grupos llevan una esvástica o si mencionan algo de la dictadura. Y la verdad que eso es poco útil. Los fenómenos sociales tienen estructuras. Entonces, lo que hay que buscar es si la estructura de acción de estos hechos tiene que ver con esos momentos, y no tanto de si los símbolos son los mismos. Es mucho menos relevante si usan o no la esvástica que si usan o no ese tipo de práctica social.
- Un poco lo decís en “La construcción del enano fascista”. Planteás que las nuevas derechas empujan a una situación de violencia generalizada como parte de una estrategia de opresión...
En el momento de la generalización de la violencia tiende a primar el más cruel. La norma como construcción, más allá de que sea una herramienta de poder, tiene un profundo componente igualitario. Es lo que nos iguala a todos en tanto ciudadanos y propone una forma de canalización del conflicto. A través de la historia podemos ver que, cuando ese conflicto se expresa directamente por medio de la violencia, triunfa el más cruel. Entonces, siempre esa violencia va a conducir a una situación de mayor opresión e injusticia.
- ¿De qué manera se yuxtapone esto con el contexto pandémico?
La pandemia genera condiciones para la proyección. Todos tenemos, producto de estos dos años de sufrimiento, mucha bronca acumulada. Como organizaciones sociales, como campo popular y como aparato estatal, se tienen que plantear formas de tramitar de otra manera ese odio y de elaborar el sufrimiento. Eso implica, por un lado, reconocer –lo que se ha hecho bastante poco– que hemos vivido la mayor tragedia de la historia argentina. No ha habido otra circunstancia por ningún motivo en donde haya habido este nivel de muerte. Pero además, este nivel de sufrimiento, de gente que la pasó mal en las terapias y por las consecuencias económicas, psíquicas y sociales. Hay un nivel enorme de sufrimiento social.
- ¿Qué pasa si no lo elaboramos?
Bueno, estamos creando entonces el terreno fértil para formas de proyección en donde se proponen algunos sujetos como responsables de lo que nos está pasando y se canaliza la violencia hacia ellos. Si no hay otra forma de tramitar este dolor, la proyección aparece después de un largo momento de negación. Esas dos lógicas están articuladas: la negación, cuando no se logra sostener más, se transforma en proyección. En ese sentido, el personal de Salud tiene muchas de las fichas para poder ser identificado en ese lugar. Es el primer lugar de acceso a la pandemia. Toda esa ansiedad, bronca y odio es fácil que se canalice paradójicamente hacia quien más se comprometió y más sufrió.
- En un duelo el tiempo es un factor clave ¿Puede en este caso el tiempo oficiar como atenuante?
Sí, pero no solamente. El tiempo ayuda si hay una política de elaboración. Debemos plantearnos como sociedades qué vamos a hacer con este dolor. El tiempo por sí mismo no va a resolver nada. La proyección puede seguir creciendo en el tiempo porque el sufrimiento también lo sigue haciendo. Si no hay una política para contener, paliar y elaborar el sufrimiento, por algún lado ese sufrimiento va a salir.