Alberto, el equilibrista: dio por ganador a Guzmán pero no pudo correr a Basualdo
El Presidente debe lidiar con conflictos internos y externos.
El presidente Alberto Fernández inició el sábado su gira por Europa. Lleva con él al ministro de Economía, Martín Guzmán, como as para lograr apoyos internacionales en la negociación por la deuda y lograr una reunión con el Fondo Monetario Internacional (FMI). En Argentina, dejó a cargo a la vicepresidenta Cristina Kirchner, quien en las últimas semanas ha redoblado la presión por marcar su impronta en el Gobierno, sobre todo en el marco económico.
El pasado viernes, en una conferencia, el mandatario defendió a su titular de Economía: “Martín ha hecho un enorme trabajo enorme en materia de ordenar la deuda y esperamos poder terminar el trabajo pendiente que hemos heredado”, dijo. Sin embargo, al mismo tiempo, concilió con el cristinismo, que durante los últimos días bregó por destinar los fondos del FMI para la pandemia, en una clara interpelación a Guzmán: “Todos deben saber que los acreedores deberán esperar hasta que los argentinos recuperen la dignidad de vivir en una sociedad que los contenga".
En esa misma rueda de prensa estuvo el cuestionado ministro, enfrentado públicamente con el subsecretario de Energía, Federico Basualdo. Allí dio su visión sobre el asunto que habría provocado el quiebre: las tarifas. “En la actualidad estamos invirtiendo recursos en un sistema pro-rico”, explicó, y agregó que “se gasta una parte importante de nuestro presupuesto” en subsidios de tarifas, por lo que llamó a “ser autocríticos”. Esa última advertencia se leyó como un tiro al sector duro del kirchnerismo, incluido el gobernador bonaerense, Axel Kicillof, que días atrás había sumado su visión al afirmar que “un incremento menor a dos cifras es importante” en las facturas de gas; y había defendido a Basualdo al calificarlo como “un excelente funcionario”.
El futuro y una nueva interna
Fernández llevó a Guzmán a Europa con la idea de conseguir respaldos para negociar las deudas con el Club de París y el FMI, pero también para enfriar las internas en el plano nacional. Ya lo había intentado con una foto de unidad en Ensenada, e insertando la versión de que el tema estaba terminado en algunos medios. Pero el fuego es demasiado fuerte.
Por estas horas, ingresará al Congreso el proyecto de ley para regular las restricciones durante la pandemia, y así hacerle frente al último fallo de la Corte Suprema. Se huele la marca cristinista en esta iniciativa de “superpoderes”.
Por si fuera poco, esta mañana se sumó otro frente de disputa entre Daniel Arroyo, el ministro de Desarrollo Social que responde a Fernández, y Juan Grabois, un oficialista más identificado con la vicepresidenta. “Es un escándalo, es terrible”, reclamó Grabois al ser consultado por la tarjeta Alimentar. “Es pan para hoy y hambre para mañana”, criticó. Arroyo se defendió: “Está muy claro que la mejor política social es el trabajo, pero estamos en una pandemia, y lo primero es comer”.