Keir Starmer prometió reconstruir Gran Bretaña desde su función como flamante primer ministro después de que el Partido Laborista consiguiera una victoria aplastante en las elecciones parlamentarias, poniendo fin a 14 años de gobiernos conservadores.

El espacio de centroizquierda obtuvo una mayoría abrumadora de 412 escaños sobre los 650 totales, en tanto que sus oponentes obtuvieron 121.

Los representados por el derrotado Rishi Sunak sufrieron el peor desempeño en su larga historia, ya que los votantes los castigaron por una crisis del costo de vida, servicios públicos deficientes y una serie de escándalos.

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"Lo logramos. El cambio comienza ahora... Dijimos que pondríamos fin al caos y lo haremos. Dijimos que pasaríamos la página y lo hemos hecho. Hoy comenzamos el próximo capítulo, comenzamos el trabajo del cambio, la misión de renovación nacional y empezamos a reconstruir nuestro país", comentó Starmer, de 61 años, luego de recibir del rey Carlos III el encargo de asumir las riendas del país.

El resultado de las elecciones trastocó la política británica, ya que el Partido Laborista ganó unos 412 escaños, lo que implica un aumento de 210. En contrapartida, los conservadores, el espacio político más exitoso del mundo occidental, perdió unos 250 legisladores.

Por otra parte, el Partido Nacional Escocés implosionó, perdió 38 escaños. puso fin a su propia década de dominio y dejó en ruinas su sueño de independencia.

Por el contrario, el nacionalista Sinn Fein se convirtió en el partido más grande de Irlanda del Norte por primera vez.

Mientras tanto, el espacio populista de derecha Reform UK, encabezado por Nigel Farage, el pintoresco activista del Brexit y amigo de Donald Trump, obtuvo más de cuatro millones de votos.

Si bien sólo consiguió cuatro legisladores, su impacto en el resultado al desviar grandes porciones del apoyo conservador lo convertirá en una gran espina en el costado de los dos partidos principales. 

La libra, las acciones y los bonos gubernamentales británicos subieron el viernes, pero Starmer llega al poder en un momento en que el país enfrenta una serie de desafíos desalentadores.

La carga fiscal de Gran Bretaña va a alcanzar su nivel más alto desde justo después de la Segunda Guerra Mundial, la deuda neta es casi equivalente a la producción económica anual, los niveles de vida han caído y los servicios públicos están crujiendo, especialmente el tan preciado Servicio Nacional de Salud, que se vio visto afectado por huelgas.