La entrevista en vivo de Alfredo Leuco con el presidente uruguayo Luis Lacalle Pou desencadenó, al menos en redes sociales, una avalancha de elogios hacia sus dichos. Cuando se me pidió esta opinión sobre el tema, empecé a ordenar las ideas y me di cuenta que la noche anterior había twitteado unos 3 o 4 elogios.

La razón fue que Lacalle Pou emitió consignas simples, algo que choca en un país que no admite pensamientos y planes de acción claros. Más que nada porque en Argentina se respira, medio en joda al principio y ahora normalizado, que todo “es más complejo”. El relativismo cultural de desmembrar cada concepto para evitar que quede como una idea fija se debe, básicamente, a la sustancia neo-marxista (lo digo en un contexto científico, no como provocación) con lo que se discute y se debate en todo el país.

Desde el lenguaje, hasta el sexo y la apariencia física se volvieron discutible. Fijar una posición en algo como, por ejemplo, considerarse hombre heterosexual y apreciar mujeres morochas, se transforma hoy en un profundo debate (o mujer homosexual y apreciar chicas rubias). Un debate que linda con la acusación directa, apuntando a quien solo tiene una opinión en una toma de posición ideológica, sexual y psicológica.

Imaginemos ese clima cuando llegan posiciones políticas, ya extrañas en Argentina, como esta frase de Lacalle Pou: “El Estado está para servir a la gente, no al contrario”. La considero clave en este episodio, ya que la noción actual argentina (en el oficialismo y la oposición) es que todos tenemos que servir al Estado para que de esa forma “no queden hermanos atrás”. Sin embargo, la mayor fábrica de “hermanos que quedan atrás” es la destrucción del sector privado a través de la financiación impositiva para bancar ese Estado enfermero.

En definitiva, es enfermar a propósito a la gente para justificar la existencia de enfermeros. Lacalle Pou rompe con su comentario esa falacia, ya que el ideal es no enfermar a la gente y que los enfermeros sean pocos. Esto, traducido, sucede dando rienda suelta a que el sector privado produzca sin interferencias estatales y de la corpo política.

[recomendado postid=113241]

El apoyo inmediato de juventudes liberales o derechistas fue lógico, dado que sus representantes autóctonos apenas pueden balbucear alguna posición, la que cambiarán y pedirán perdón al día siguiente por estar aterrorizados a los pedidos de explicaciones mediáticas o insultos en las redes sociales. Incluso siendo esas posiciones más asustadizas que las que esgrime Lacalle Pou en cualquier entrevista con total normalidad.

Lacalle Pou es ni más ni menos que un mensajero de ideas que no existen en la galaxia propia que vive Argentina. Ideas o conceptos que en la galaxia del Planeta Tierra son normales hace décadas.