El debate de candidatos a vicepresidente en Estados Unidos entre Mike Pence y Kamala Harris no tuvo grandes sorpresas, excepto por una pequeña mosca que fue materia de entretenimiento por un rato en las redes sociales.

Sin embargo, el encuentro y confrontación de ideas en Salt Lake City -plexiglass de por medio- confirmó una realidad evidente: la aspirante demócrata expresa una fuerza de renovación dentro de su partido, una bocanada de aire fresco que sacude la modorra y el letargo de "sleepy" Joe Biden.

El debate transcurrió sin los gritos, interrupciones y el histrionismo que Trump suele imprimir al intercambio con sus rivales. Pence, un hombre blanco republicano de Luisana, se apegó a su discurso de valores, familia, propiedad y libre mercado. No desentonó pero no sorprendió ni pudo realmente golpear sobre su adversaria para descolocarla.

El vicepresidente intentó reprochar el historial como fiscal general de California de Harris pero obtuvo -además de una gesticulación y morisquetas- una respuesta enumerada de sus logros en la Justicia. La aspirante demócrata se manejó con confianza y supo marcar el tono de la discusión con mensaje a cámara incluido. "Sabían y no te lo dijeron", advirtió al espectador en relación a la gestión de Trump frente a la pandemia que cuenta con más de 7 millones de infectados y 210 mil muertos.

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Tras el júbilo opositor por la ¿victoria? de Harris sobre Pence (una pequeña payback luego de la paliza de Trump a Biden en Cleveland), sobreviene un sabor semiamargo. Es la sensación agridulce de saber que el candidato a presidente demócrata es Biden, y no Harris. El exvice de Obama, por caso, es más similar a Trump y a Pence, en relación a lo que representa (y mucho de lo que plantea). Como le enrostró el propio presidente en el primer debate, "Joe" no concita grandes multitudes.

La senadora, por el contrario, supo desplegar en la discusión la agenda de temas progresistas para una renovación partidaria, parte de lo que supo expresar la precandidatura de Bernie Sanders. Resta por ver si será suficiente para sumar los números que le permitan a los demócratas recuperar la Casa Blanca.

El respaldo del progresismo a Harris sobre Trump quedó en evidencia de forma cómica, si se quiere, con el popular sketch de Saturday Night Live que parodió el debate entre Trump y Biden, encarnados por Alec Baldwin y Jim Carrey. Allí, una Kamala Harris interpretada por Maya Rudolph demostró el brillo de la senadora por sobre su compañera de fórmula. Y como todo chiste, claro, encierra su verdad.