María Julia Oliván en ropa interior: los modos de representación femenina en la moda
La periodista María Julia Oliván compartió en redes sociales la noticia sobre su participación en una campaña de ropa interior. Lidia, la marca de lencería, la contrató bajo los nuevos parámetros de consumo de la industria de la moda: el del cuerpo real. Oliván, orgullosa con el mote y la propuesta, reflexionó sobre el tema: "Me mostré tal como soy para ayudar a terminar con la dictadura de los cuerpos anoréxicos".
La galería de imágenes la exhibe en posturas divertidas, bailando y sonriendo, luciendo conjuntos de encaje y satén en blanco, negro y rojo, y un sensual deshabillé de gasa. Si bien, como ella misma afirma, no es una modelo publicitaria como las que acostumbramos a ver en las campañas de ropa interior -ni pesa 50 kilos, como ella misma afirmó- las fotografías están lejos de mostrar la “realidad” de un cuerpo de una mujer corriente.
Campaña María Julia Oliván. Fuente Infobae.
El retoque digital invisibiliza las impurezas: no hay estrías, no hay celulitis, no hay várices. La campaña que protagoniza Oliván, y su cuerpo, son bellos. Transmiten felicidad, salud y juventud. Pero lejos de obligarnos a desear campañas de moda feas, nos empuja a pensar sobre por qué las mujeres necesitamos sentirnos representadas en el mundo de la moda y por qué, en esa necesidad de representación, cuestionamos la belleza -exigiendo la amplitud de su rango de acción- en lugar de apreciarla.
En su pequeño libro “Feminismo. Pasado y presente”, la escritora y profesora universitaria Camille Paglia afirma que uno de los temas olvidados por el feminismo es la estética: “no deberíamos tener que disculparnos por disfrutar de la belleza. La belleza es un valor humano eterno, no un truco inventado por un grupo de publicistas siniestros en una habitación de Madison Avenue”, afirma con su clásico estilo belicoso.
Campaña María Julia Oliván. Fuente Infobae.
Paglia analiza el origen de la idea de belleza y concluye que es un invento egipcio: “durante tres mil años, en el apogeo de la civilización africana, imperó una cultura basada en la belleza”. Ese paradigma no parece ser demasiado cuestionado en la actualidad. Tenemos dos culturas, Francia y Japón, organizadas en torno a la idea de belleza y una industria que, en un intento arribista por buscar esa pretendida “representación”, da manotazos de ahogado con consignas inclusivas pero que no ponen en tela de juicio su edificación alrededor de la belleza. Ahora bien ¿deberían hacerlo?
Otra idea que pone Paglia en el ojo del huracán de las críticas feministas tiene que ver con la posibilidad de representación: “Así como los hombres no protestan cuando ven un partido de fútbol por la idea de que nunca serán así de atléticos y ágiles, todos deberíamos apreciar la belleza, devolver esa idea al feminismo y superar ese prejuicio para poder disfrutarla”.
Campaña María Julia Oliván. Fuente Infobae.
El aspiracional estético de las mujeres contemporáneas vino a reemplazar el aprisionado mandato doméstico que imperaba en los 50 y 60. Si en aquella época el ama de casa se sentía asfixiada por una vida limitada por la crianza de niños y las tareas domésticas, a partir de los 70 y 80 ese mandato es reemplazado por otro mucho más sutil. A la vez que la mujer se libera de la celda doméstica, es “encarcelada” con estándares inalcanzables: belleza, delgadez, eterna juventud, fitness, dietas.
Campaña María Julia Oliván. Fuente Infobae.
Pareciera no ser casual que esa “nueva prisión” se despliegue en un momento político y social de empoderamiento individual. El marketing myself que habilitan las redes sociales pareciera reemplazar de alguna manera cierto activismo colectivo que permitía en décadas pasadas batallar en la arena pública logrando conquistas políticas que actualmente se dan por sentadas. Así como separar la basura en contenedores de colores nos hace sentir que colaboramos con el cuidado del medio ambiente, el consumo de ciertos productos alineados con las nuevas ideas empaquetadas de diversidad e inclusión nos hace sentir...diversas e inclusivas.
Campaña María Julia Oliván. Fuente Infobae.
Lo que parece estar ocurriendo es que las imágenes contemporáneas de la moda que pretenden representar todas las formas de lo femenino, lo hacen respetando un abanico de hegemonía higienista que incluye blancura, limpieza, felicidad y sonrisas (a ninguna le falta un diente ni es pobre).
Se intenta encajar con fórceps la idea omnipotente de mujer linda, inteligente, militante, trabajadora y sorora, recuperando el concepto que supuestamente se pretende erradicar: la mujer como objeto deseable porque encaja en la etiqueta. Quizás lo que deberíamos soltar es el interés porque otros nos consideren bellas en lugar de destruir la idea de belleza. Apreciar la belleza física como quien aprecia un hermoso paisaje natural.