Pasaron 28 años desde el último título. Hubo generaciones que no habían visto campeona a la Selección. Pero la mala racha terminó la noche del sábado. Ni más ni menos que en el Maracaná y contra Brasil. Esa falta de triunfos, más la enorme incertidumbre y el temor que durante casi un año y medio generó la pandemia de coronavirus, hizo que la obtención de la Copa América por parte de Argentina resultara una válvula de escape para la ciudadanía.

La población salió a las calles a celebrar el torneo ganado por el equipo, liderado como nunca por Lionel Messi. El 10 no sólo rompió todos los récords sino que, en el mismo campo de juego de la final, recibió el reconocimiento de sus compañeros, quienes corrieron a abrazarlo ni bien Esteban Ostojich marcó el término del partido.

Los festejos se vivieron de Ushuaia a La Quiaca, con epicentro en el emblemático Obelisco. La noche de celebración del sábado con bocinazos y cánticos en calles y plazas, continuó el domingo. A media mañana, los dos ómnibus que trasladaban a la Selección desde el aeropuerto internacional Ministro Pistarini al predio de la AFA tuvieron que desplazarse a paso de hombre por la autopista Riccheri.

Un respiro en medio de la pandemia: la Selección llevó felicidad a un pueblo que salió a las calles de todo el país

Familias enteras se aproximaban a los dos vehículos con banderas, camisetas, gorros y demás objetos con motivos celestes y blancos.

“Yo vivo en Ezeiza y, gracias a Dios, puedo vivir esto con mi hijo, mostrarle lo que es salir campeón”, dijo un hombre entre sollozos, a pocos metros del predio de la AFA y junto al chico.  El adolescente, de 17 años, resaltó: “No sabía lo que era sentir esta felicidad”.

También en contacto con la prensa, un hombre de 32 años que tenía a su hija de 6 sobre los hombros, expresó: “Ayer me dieron la vacuna (contra el coronavirus) y hoy estoy acá. Me duele todo, pero no me interesa”. Pese a la exaltación, tuvo tiempo para la reflexión y agregó: “Insulté en su momento a Messi y a Di María a un montón. Les pido perdón. Quiero vernos así, felices, llorando de alegría”.

Cerca, una mujer de 33 años, quien estaba junto a su hija de 12, manifestó: “No me acuerdo de haber visto a la Selección campeona. Venimos desde Ramos Mejía hasta acá. Anoche fuimos al Obelisco”. Y la adolescente confió: “Lloré, grité y me reí durante el partido”.

Difícil que la mujer pudiera recordar lo ocurrido cuando ella tenía apenas 5 años. Pasaron 28 desde que Oscar Ruggeri levantó la Copa América en el Monumental de Guayaquil, el 8 de julio de 1993, como capitán del equipo de Alfio Basile.

Estuvieron al frente de la Selección durante el período infausto: Daniel Passarella (1994-98), Marcelo Bielsa (1998-2004), José Pekerman (2004-2006), Basile otra vez (2006-2008), Diego Maradona (2008-2010), Sergio "Checho" Batista (2010-2011), Alejandro Sabella (2011-2014), Gerardo Martino (2014-2016), Edgardo “Patón” Bauza (2016-2017) y Jorge Sampaoli (2017-2018), antecesor del héroe menos pensado: Lionel Scaloni.

La grieta también tuvo su pausa

Alberto felicitó a la Selección, a la que definió como un “inmenso plantel”, por haber llevado “al país a lo más alto”. En su cuenta de Twitter, remarcó: “El pueblo argentino siempre recordará que, en tiempos de dolor, sembraron la ilusión y nos dieron una enorme alegría”.

Desde la otra vereda política, pero en esta ocasión con el mismo sentimiento, Mauricio utilizó esa red social y expresó: “Gracias, muchachos!! Una alegría que en este momento... vale doble!! Messi, sos lo más grande que hay! Vamos, Argentina!!!”.

Por un tiempo, la celeste y blanca le regaló a la ciudadanía un descanso de la agobiante realidad. Se desahogó. Lloró de alegría. Río. Gritó emocionada. Su miedo se pausó y dio lugar al casi olvidado cántico de “¡Dale campeón, dale campeón!”.