Con motivo de la celebración de San Cayetano -el patrono del pan, la salud y el trabajo para los católicos- una multitud se concentró en el barrio porteño de Liniers, donde se encuentra su santuario. Desde el pasado lunes por la noche ya hacían fila las ahora decenas de personas que esperan para ingresar a la iglesia que abrió sus puertas a las 00 de este miércoles. 

El arzobispo de Buenos Aires, Jorge García Cuerva, presidió la misa central, en la que señaló que "todos tenemos el compromiso de construir un país más justo". 

"Hay algunos índices que mejoraron, como el inflacionario, y otros que han aumentado, como la desocupación, pero por eso, más que nunca, debemos seguir adelante, no bajar los brazos, no resignarnos a que los argentinos debemos vivir mal", sostuvo en posteriores declaraciones a la televisión.

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El Día de San Cayetano se celebra en Argentina cada 7 de agosto y tiene profundo arraigo en la cultura argentina, especialmente entre los sectores más vulnerables de la sociedad, quienes ven en el santo un símbolo de esperanza y protección.

El motivo de la fecha de esta conmemoración es el fallecimiento de Cayetano de Thiene, en 1547. El presbítero italiano, fundador de la Orden de Clérigos Regulares Teatinos, fue proclamado santo por el papa Clemente X en 1671.

A esta figura del santoral católico se lo reconoce por su dedicación a los más necesitados, especialmente a los pobres y enfermos. Según cuenta la tradición, su vida estuvo marcada por la caridad y la defensa de los derechos de los trabajadores.

En cuanto a su importancia en Argentina, la inmigración italiana es la clave: la devoción a San Cayetano llegó al país con aquellos viajeros que trajeron consigo sus tradiciones y creencias religiosas.

A principios del siglo XX, cuando Argentina atravesaba un período de gran crecimiento industrial que generó una gran demanda de mano de obra, este santo se convirtió en un símbolo de esperanza para quienes buscaban un empleo y una vida mejor.

A lo largo de las diversas crisis económicas que han afectado a la población y han provocado momentos de gran dificultad, la figura religiosa fue cobrando aún más relevancia, ya que se lo invoca para pedir por la dignidad laboral y la subsistencia.

Para homenajearlo, cada 7 de agosto, en medio de un gran fervor popular, miles de fieles se congregan en las iglesias y santuarios dedicados a este santo para rezar, agradecer y pedir por sus necesidades. Las procesiones, las misas y las ferias populares son parte de esta tradición, que tiene epicentro en el país en el santuario en su honor en el barrio de Liniers. Los fieles suelen pedirle por trabajo, pan, paz y salud.