En Rosario solo quedan 27 camas de terapia intensiva. La ciudad cosmopolita comienza a cursar el momento más álgido de la pandemia del Covid-19 con desesperación y desde la secretaría de la Salud admiten a El Canciller que están "al borde del colapso". Este miércoles, la provincia de Santa Fe, asentada como la segunda con más contagios diarios en toda la Argentina, registró un nuevo récord de casos: de los 1.688 infectados, 875 se reportaron en la urbe de 1.300.000 habitantes.

Del informe epidemiológico de la jornada se desprende un dato aún más preocupante. Rodrigo Mediavilla, director provincial de los hospitales de Tercer Nivel -aquellos con unidades de mayor complejidad-, confirmó a este medio que el índice de positividad de los tests PCR se ubicó "entre el 60 y el 65%". Es decir, de cada 10 personas hisopadas, seis o siete dieron positivo.

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El funcionario contó que la ciudad sufre de escasez de recursos humanos. Faltan enfermeras, terapistas y kinesiólogos. Más de 100 médicos están aislados por haberse contagiado.

En la Secretaría de Salud provincial aseguraron que la cuarentena permitió equipar al sistema. La premisa fue la misma que patentó el gobierno nacional: a ningún ciudadano le debe faltar una cama en caso de necesitarla. Hasta ahora, la respuesta alcanza. Pero el pico, confirmaron, se espera para mediados de octubre.

Ante el apremiante cuadro de situación, las autoridades trazaron planes de contingencia, como la posibilidad de reestructurar quirófanos para tratar pacientes, inicialmente pensados como espacios de atención libres del nuevo coronavirus. También contemplan la posibilidad de derivar enfermos a localidades del norte santafesino. En los últimos días, el AMBA envió personal sanitario y 30 respiradores para los sanatorios.

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El día del amigo dinamitó 120 días libres de Covid-19

La coyuntura actual era inimaginable algunas semanas atrás. En los primeros cuatro meses del aislamiento social, preventivo y obligatorio, Rosario casi no registró casos. En mayo, la movilidad ciudadana volvió casi a la normalidad. Reabrieron los comercios, hubo luz verde para bares y restaurantes y las reuniones sociales. Aunque resulte paradójico, las primeras aperturas no decantaron en aumento de contagios. Julio cerró con 538 infecciones.

En agosto, el panorama cambió: la enfermedad alcanzó a más de 3.800 personas. ¿Qué sucedió? "Nos empezamos a relajar más de la cuenta, la gente empezó a prescindir de los protocolos. El día del amigo (NdR: 20 de julio) fue un descontrol, se incumplieron todo tipo de medidas y a partir de ese entonces inició la escalada de casos", subrayó Mediavilla.

El 22 de agosto, el departamento de Rosario registraba 2.399 positivos. Un mes después, acumula 17.152: en los últimos treinta días, la tasa subió un 614,96%. Según el índice MTBI de la Universidad Tres de Febrero, hace dos semanas la provincia de Santa Fe registraba un nuevo contagio cada dos minutos y 11 segundos. Ahora reporta uno por 56 segundos.

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La tensión del sistema de salud se explica por un problema doble. Además del Covid-19, los centros reciben a diario pacientes heridos por armas de fuego, en una ciudad sitiada por la violencia del narcotráfico.

Los datos del Observatorio de la Seguridad Pública reflejan que en los primeros ocho meses de este año, 575 personas sufrieron ataques a balazos. Muchas de esas lesiones terminan en unidades de terapia intensiva. En lo que va de 2020, fueron asesinadas 151 personas; por coronavirus murieron 136.

El director del Comité de Operaciones de Emergencias Sanitarias, Juan Becerra, sostuvo en diálogo con Radio 2 que actualmente el 65% de las camas UTI del Hospital de Emergencias Clemente Álvarez están ocupadas por ciudadanos heridos por arma de fuego, arma blanca, siniestros viales y otro tipo de accidentes.

"Ayer ingresaron seis pacientes baleados y, además, la gente sigue sufriendo otras enfermedades", confirmó Mediavilla quien, a modo de cierre, pidió recordar que un país puede atesorar recursos infinitos, pero si no tiene salud, cualquier estructura se viene abajo.