El spot no solo es homofóbico, también es hipócrita. No lo intenten pintar de divertido: no hay lugar más cruel en la cultura argentina para un homosexual que una cancha de fútbol. Ser gay es la peor ofensa en los cantitos de cancha. El que no juega al fútbol es puto y el que juega, macho. Para el spot de TyC Sports, además, la homosexualidad es contagiosa y deja en claro que un varón heterosexual no puede llorar ni abrazarse con otro varón. 

Es hipócrita querer imponer que las hemorroides de Ponzio fueron sinónimo de aguante y coraje cuando para todos se trató como motivo de burla. Por “culo roto”. Por puto. El universo heterosexual ignorante sigue imponiendo que a los putos les duele, les sangra y se rompen. 

¿Y las mujeres? También nos emocionamos con el Diego saltando en el vestuario, nos morimos por oler la camiseta sudada de nuestro ídolo y nos abrazamos con cualquiera para gritar un gol. Y también vamos a ser parte del Mundial de Rusia. Bienvenidos a 2018.

Este verano, Tevez dijo, justamente en TyC Sports, que tuvo que llevar a su hijo al barrio para que “le peguen un par de cachetazos porque sino iba a quebrar la muñeca”, con el aval de todos los periodistas que lo entrevistaban.

En 2013, Rusia aprobó la ley contra la propaganda homosexual: no está prohibido ser gay, sí que los gays se manifiesten públicamente. “No tengo nada contra ellos pero que se alejen de los niños”, dijo Putin, asociando la homosexualidad con la pedofilia. 

La represión en las marchas del orgullo gay ruso es sistemática. En febrero de este año, un spot electoral de Putin avisa que si no lo votás, se sentará un gay que come bananas provocativamente con remera rosa en tu living, como el peor de los castigos. 

Putin, además, declaró que “el crecimiento de la población es vital y que todo lo que se interponga en el camino debe ser eliminado”. En abril del año pasado, algunos diarios rusos alertaban sobre la situación de Chechenia, donde existían campos de concentración, torturas y muerte para los homosexuales.