Aquaman: nos tapó el agua
No había posibilidades de que una película de Aquaman saliera bien. No por el personaje, completamente subvalorado pero con potencial de sorprender, sino por el estudio detrás. DC Comics quedó a años luz de su competidor directo, Marvel Studios, e hizo agua (cuac) en cada una de sus entregas. Y ésta no podía ser la excepción.
Si a esto le sumamos a un actor más preocupado por mostrarse salido de una publicidad de shampoo y un director que nunca encontró el rumbo -no en esta película, sino en toda su filmografía- el responsable detrás de las películas del Conjuro se ahoga en su llegada a Atlantis.
Si tuviese que hacer una crítica corta y directa, les diría que no vayan a verla por nada del mundo. Es más, ni siquiera la vean cuando aparezca por internet. Nada salva las casi dos horas y media que dura esta película. Ni siquiera Nicole Kidman con un traje de langosta o los deslumbrantes efectos visuales bajo el agua.
Aquaman es tan confusa, falta de gracia y mal actuada que se hunde sola, como una piedra.
El director James Wan apunta, inútilmente, al mismo tono de comedia que Marvel logra con Thor, pero pronto queda claro que Jason Momoa, el galán nacido en Hawai que interpreta a Aquaman, no es Chris Hemsworth.
¿Qué sucede en la película? Francamente, demasiado. Primero, tenemos que escuchar el origen de Arthur Curry, que es el fruto de la unión entre el cuidador del faro de Maine y la Reina de la Atlántida, Nicole Kidman, canalizando a Daryl Hannah en Splash!.
A su vez, tenemos al malvado Rey Orm (Patrick Wilson) medio hermano de Arthur, que anuncia su amenazador plan para unir a los siete reinos submarinos, convertirse en el Maestro de los Océanos y estar al mando del ejército militar marítimo para poder atacar a los habitantes de la superficie.
¿Por qué está tan enojado con nosotros? Bueno, algo de razón tiene. A juzgar por las pruebas nucleares y las toneladas de basura que tiramos al mar, no le estaríamos haciendo las cosas fáciles a los que viven ahí abajo.
Pero también tenemos a otro malvado, porque Wan decide ir por todo para no ir por nada. Black Manta es presentado como uno de los enemigos de Aquaman, pero su historia de origen es tan pobre como el desarrollo de su personaje, y su tristísimo disfraz, que parece calcado de Alpha, el robotito bueno de los Power Rangers.
También está Amber Heard con una peluca roja y un mono verde brillante, en el papel de Mera, porque necesitamos que todos nuestros héroes tengan un interés romantico. Aunque en este caso se vea tan forzado como todo en Aquaman.
Nuestro héroe sale del agua en jeans y zapatos, nada en el desierto de Sahara, nos muestra a un pulpo tocando una batería en un combate ritual que parece calcado de Black Panther, presentan monstruos marinos, escenas de batalla bajo el agua que parecen salidas de Star Wars, dinosaurios que custodian una cascada mágica y así podría enumerar un montón de sinsentidos.
Tal vez mi momento favorito se vea hacia el final, cuando Arthur Curry finalmente consigue el tridente (no es spoiler, está en el poster) y lo vemos con el tradicional traje de Aquaman. Traje que más que el rey de Atlantis lo hace ver como el rey de la comparsa Mary Mary del carnaval de Gualeguaychú.
En La Sirenita, Sebastián cantaba que "la vida bajo el mar es mucho mejor que el mundo allá arriba”. A juzgar por lo que se ve en Aquaman, Sebastián nos mintió.