"El uso estratégico que hace la Corte de sus tiempos (o, en rigor de verdad, de los tiempos de los justiciables) tampoco lo es. No por ello deja de ser relevante llamar la atención de esto último y dejar sobre la mesa que cada cual 'arme' y 'especule' sobre los móviles que tiene la Corte para elegir los momentos en los cuales da fin a controversias que tiene entre sus manos".

Cuando escribió esto, en octubre de 2014, Juan Pablo Lahitou no imaginaba que cuatro años después sería uno de los elementos en una guerra dentro de la Corte. El abogado, especialista en derecho administrativo, era parte del blog Todo Sobre la Corte, donde se realizaba un seguimiento de los fallos de aquel tribunal integrado por siete miembros. Su compañero en esa tarea, Valentín Thury Cornejo, es otro miembro de la gestión de Carlos Rosenkrantz.

Nunca hubo demasiada paz en el cuarto piso del Palacio de Tribunales. Ni en ese momento ni ahora, pues las internas entre poderosos nunca mueren. La particularidad de este último enfrentamiento es cómo trascendió las paredes de las vocalías y del salón de Acuerdos del Máximo Tribunal. En el medio, jueces, operadores e interlocutores judiciales y miembros del Gobierno oscilan entre una participación necesaria en la maniobra y un rol secundario ante tanta revuelta.

Yo no me sentaría en tu mesa

El nuevo enfrentamiento cortesano se cristalizó con el "Almorzando con Macri" que se llevó a cabo la semana pasada donde el power trío que conforman Ricardo Lorenzetti, Juan Carlos Maqueda y Horacio Rosatti mostró su rechazo a la foto de la Corte a pleno con el presidente.

¿Es acaso un pecado que el presidente de la Corte se reúna con el ídem de la Nación? Lorenzetti se reunió con Cristina muchas veces durante sus mandatos, incluso cuando la relación ya era tormentosa. Lo hizo en 2008 durante el conflicto por la 125, también en una de las embestidas de Elisa Carrió en 2013 y también cuando el kirchnerismo batallaba contra Carlos Fayt.

El encono de estas reuniones (y de la relación, principalmente) con el oficialismo es la cercanía. Que Lahitou haya pasado de la función pública macrista a las oficinas de Rosenkrantz tampoco es algo extremadamente novedoso. ¿Qué gobierno podría jactarse de no haber tendido puentes o lazos con sectores judiciales? El problema son las formas.

Como relató El Canciller, el nuevo presidente de la Corte cosecha más apoyos afuera que adentro del ámbito tribunalicio, lo que le jugó en contra a la hora de hacer valer su poder. La idea de establecer una agenda con los casos, iniciativa que impulsaron en conjunto desde el ala Lorenzetti-Rosatti-Maqueda, pretendía arrebatarle a Rosenkrantz la potestad de manejar cuando se trata determinado expediente

Pepín

Mezclado pero no revuelto, aparece en escena Fabián "Pepín" Rodríguez Simón. Artífice de la llegada "by decreto" de los jueces más nuevos, es el interlocutor judicial que Macri tiene más cerca y que puertas adentro de la Corte señalan como "el dialoguista".  

La publicación de una resolución en el Boletín Oficial sobre el índice para actualizar jubilaciones generó aún más suspicacias. ¿Hasta qué punto llega el diálogo? Está claro que ninguno de los supremos que se reunieron con Macri necesitan de un almuerzo para hablar de fallos (cuestión que técnicamente no está permitida, por supuesto). 

Detrás de la SupremeWar, Rodríguez Simón juega un rol de aliado a Lilita Carrió, enemiga número uno del desplazado Lorenzetti. Con ella comparte el encono por Daniel Angelici, su rival de las épocas donde ambos se disputaban el rol de "interlocutor" en los pasillos de la justicia de la Ciudad, cuando la aspiración presidencial de Macri no tenía aún certezas.