Por más que la interna del Frente de Todos (FDT) haya relegado a la de Juntos por el Cambio (JxC) en los últimos meses, las asperezas en la oposición persistieron. Al reducirse la política a una agenda internista que habla cada vez más sobre sí misma, poco queda fuera de los márgenes del ombliguismo coalicional. El problema, que a un lado y otro de la grieta detectan con preocupación, es que es justamente por fuera de esos límites donde se encuentra la verdadera conflictividad que a las distintas dirigencias partidarias les quema las manos: la de la “calle” y la “gente”.

Frente a esa desconexión, la crisis económica y un descrédito de la política cada vez mayor, la cúpula de JxC piensa en el ordenamiento interno como la vía necesaria para evitar que la guillotina les caiga sobre la cabeza a ellos también. Con eso en mente, la Mesa Nacional se reunirá de manera presencial el próximo miércoles por la tarde en la sede de la Coalición Cívica-ARI (CC-ARI). “La idea es mostrarnos unidos”, anticiparon a El Canciller.

Así, se encontrarán Horacio Rodríguez Larreta, Patricia Bullrich, Gerardo Morales, Martín Lousteau, Miguel Ángel Pichetto, Maximiliano Ferraro, Cristian Ritondo, Mario Negri, Juan Manuel López, Luis Naidenoff, Alfredo Cornejo y Mauricio Macri, que aún se desconoce si asistirá, aunque propuso hacerlo de forma remota dado que se encuentra de camino a una ponencia en la Georgetown University, Estados Unidos.

Desde febrero que los popes de la oposición no se ven cara a cara. En el medio, se sopapearon sin escrúpulos en un todos contra todos: Morales con Macri, Lousteau con Morales, Bullrich con Larreta, entre otros capítulos. “Hace dos meses que nos estamos agarrando a las piñas todo el tiempo”, se quejó una figura de peso en el PRO. Lo que se buscará en este nueva cumbre, en tanto, será que las diferencias dejen de disputarse en un libre albedrío público.

Patricia Bullrich, presidenta del PRO a nivel nacional, y Horacio Rodríguez Larreta, jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.
Patricia Bullrich, presidenta del PRO a nivel nacional, y Horacio Rodríguez Larreta, jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.

El código de convivencia que trabajan los equipos técnicos de cada sector va en ese sentido: el de sortear conflictos evitables. En él trabajan en simultáneo el politólogo Andrés Malamud, en nombre de la UCR; la jefa de asesores del Gobierno porteño, Julia Pomares; el exsecretario de Relaciones Institucionales durante la presidencia de Macri, Fernando Sánchez; y Alberto Fohrig, del equipo de Bullrich.

Dos carriles

La excusa del encuentro será definir y planificar la agenda que impulsará JxC en los meses venideros. Según comentaron a este medio, se realizarán presentaciones respecto a planes sociales y su traducción en empleabilidad, promoción de pequeñas y medianas empresas, desarrollo sustentable y narcotráfico. A su vez, piensan en distintos pedidos de audiencias para “escuchar” a distintos actores como organizaciones sociales, la CGT, sectores del campo.

Pero además, existe una motivación de escindir dos universos que en la oposición consideran que se han contaminado demasiado. “La idea es separar lo legislativo de lo político –precisaron desde JxC–. Que la Mesa Nacional no esté metida en lo parlamentario, sino que para eso estén los jefes de bloque y de interbloque”.

Sin ir demasiado hacia atrás, algo por el estilo sucedió en cuanto a la discusión por los lugares en el Consejo de la Magistratura y tras la maniobra política de Cristina Fernández de Kirchner en el Senado, cuando en un primer momento se reunió la cúpula del espacio y, más tarde, las autoridades parlamentarias.

Asimismo, en la punta de la pirámide cambiemita consideran que “muchas veces lo que pasa en el Congreso termina siendo un problema en lo político de la coalición”. Y lo cierto es que ejemplos no faltan: en la previa por el tratamiento del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), los encuentros de la Mesa Nacional estuvieron atravesados por momentos de alta tensión entre sectores dialoguistas, más propensos al acompañamiento, y los más radicalizados, que incluso llegaron a plantear el rechazo –aunque finalmente su propuesta no prosperara–.