Desde que recibió la medalla de oro por ser el mejor estudiante de la promoción 1990 de medicina en la UBA, Alejandro Cané no paró ni un segundo de especializarse. Consciente de que el éxito de su profesión radica, entre otras cosas, en aprender constantemente, amplió su repertorio de conocimiento a la pediatría y las vacunas. 

Por estos días cobró relevancia entre la opinión pública por ser el jefe de Investigación Científica y Asuntos Médicos de la División Vacunas de Pfizer, empresa con la cual el Gobierno retomó las negociaciones para conseguir más dosis contra el coronavirus.

Pediatra de corazón, uno de sus primeros contactos con el mundo de la inmunización fue un curso anual de actualizaciones en infectología y vacunas, en la Universidad del Salvador. Pero antes, cuenta en su currículum, completó su residencia en el Hospital de Niños Ricardo Gutierrez, específicamente en el área de Clínica Pediátrica. Allí, llegó a oficiar como jefe de residentes. Además, realizó una maestría en Investigación Clínica y Farmacología, en la Universidad Austral. 

Otras experiencias en su haber se relacionan con el servicio de guardia del Centro Médico Los Pilares y, en el mismo rubro, con el Sanatorio Trinidad de San Isidro. A su vez, prestó sus servicios en las oficinas del doctor Gustavo Bodino y en la Clínica del Buen Ayre. 

Por otro lado, y no por eso con menos pasión, Cané orientó sus conocimientos para transmitirlos a las futuras generaciones de su centro de estudios. Así, entró en la docencia. Primero, como ayudante en el Departamento de Bioquímica Humana de la UBA. Luego, como instructor docente en el Curso Preuniversitario de Ingreso (CPI) de la Facultad de Medicina. 

El nexo con Pfizer

Hace once años camina por los pasillos de Pfizer, que en 2014 le encargó liderar el área científico-médica de vacunas para América Latina y Canadá. En diálogo con Infobae, Cané explicó cómo funcionan las dosis de BioNTech que podrían llegar al país: “Las vacunas basadas en ARNm tienen algunas ventajas teóricas: actúan en el citoplasma celular, sin necesidad de llegar hasta el núcleo, ni de interactuar con el genoma de las células huésped. El proceso de fabricación es más corto que el estándar actual y los dispositivos inyectores sin aguja permiten abordar con seguridad las campañas de vacunación de grandes cantidades de personas con dispositivos multidosis”. 

De ese modo, el pediatra e infectólogo infantil se podría erigir, si el proceso llega a buen puerto, como uno de los héroes de esta larga lucha contra la pandemia