Las reuniones de CILFA oscilan entre la queja y el espanto. Los empresarios de la Cámara de Laboratorios Farmacéuticos se dividen en la antesala de las PASO como hace bastante no se veía. Protagonistas involuntarios de la campaña, millonarios ganadores de todas las eras, los dueños de laboratorios son amigos del poder de turno y siempre quieren más. La familia Roemmers, Daniel Sielecki y Sebastián Bagó están entre los que tienen afinidad con Mauricio Macri y todavía recuerdan las fiestas del sector a las que el Presidente asistía escoltado por Nicolás Caputo. Quisieran que tenga una nueva oportunidad, con la ilusión de que reedite en el país lo que hizo en Boca después de un mal arranque. Todavía creen.

Síntoma de la crisis, en la industria también mastican bronca por el ajuste en el convenio con el PAMI que se firmó en tiempos en que nada resultaba ajeno para la dupla de Gustavo Lopetegui y Mario Quintana. Desde el oficialismo señalan a Hugo Sigman, socio de Sielecki y Luis Gold, como el principal sponsor del gobernador Juan Manzur y el candidato opositor Alberto Fernández. Otros, que también se llevaron bien con el kirchnerismo, no se animan a blanquear su deseo y prefieren resguardarse en una fórmula que sienta bien entre los hombres de negocios: “No voy a votar a ninguno de los dos”. Es el voto vergüenza que también se apodera del Círculo Rojo.

En la última reunión de CILFA, sin embargo, las críticas fueron para el opositor Fernández. La propuesta de cubrir el costo de los medicamentos para los jubilados con los intereses de las Leliq que se pagan a los bancos no convenció. “Es una locura, nos van a hacer bajar otra vez el precio”, comentó uno de los empresarios del rubro. Pobres.

En la última reunión de CILFA, sin embargo, las críticas fueron para el opositor Fernández. La propuesta de cubrir el costo de los medicamentos para los jubilados con los intereses de las Leliq que se pagan a los bancos no convenció.

Con aumentos estimados entre el 250 y el 300% desde que Macri llegó a la Casa Rosada, el sector también se achica al ritmo de una crisis que devora el ingreso de los jubilados. Como dice uno de los dueños: “Los viejos tienen que elegir entre los remedios que tienen que tomar y se llevan uno de cada tres. El gobierno está logrando convertir en elástica una demanda que debería ser inelástica”. El relato habla de una realidad que no ve la luz al final del túnel. Pensionados que piden fiado, medicamentos de oncología, HIV y anticonceptivos que faltan en los hospitales públicos y despidos y suspensiones en laboratorios como Novartis, Elea Phoenix -de Sielecki/Sigman-, Craveri, Beta, Pharma, Roux Ocefa, TRB y Sanofi. Los últimos números de la industria sostienen el cuadro: en 2018 se vendieron 103.000 medicamentos menos por día.

Viable o no, la campaña de Fernández creció en confianza a partir de la invocación a las Leliq, el primo hermano del monstruo, según la definición del amigo presidencial Carlos Melconian. El ex jefe de Gabinete dice a su entorno que ahora se siente tranquilo porque logró golpear en territorio ajeno. Los intendentes del conurbano registran algo similar, un cambio de ánimo en sus municipios. Fue lo que le dijeron al candidato, el miércoles pasado, en San Martín, Gabriel Katopodis, Juan Zabaleta, Martín Insaurralde y Alberto Descalzo. “Cambió el humor. Este round fue tuyo, pero preparate porque los jubilados te van a ir a buscar el 11 de diciembre”.

Peleado por primera vez con los grandes medios, el empoderado juega una campaña a contramano de su historia. “Si miro lo que publican y las encuestas que difunden me tengo que ir a dormir y volver después de la elección”, dicen que dice. Entusiasmado con el rol de Sergio Massa, lo felicita por haber pegado lo que considera un hit electoral: el de un gobierno que esconde a su candidato a Presidente.

Los 12.515.361 de habitantes de la provincia de Buenos Aires habilitados para votar en estas PASO tienen la llave de un resultado que las encuestas apenas alcanzan a contornear.

Con la consigna demagogos versus pedagogos, el llamado de Macri en La Rural para que la provincia valore a María Eugenia Vidal tiene un eco limitado y no puede igualar al impacto favorable que Cristina Kirchner logra sobre Axel Kicillof. Más que la pedagogía del ajuste que propone el jefe del PRO puede influir en ese universo la rara demagogia de la expresidenta que, en Malvinas Argentinas, advirtió que “van a venir tiempos difíciles”.

La elección se decide otra vez con el voto pendular de las clases medias y el peso inigualable de 6.406.026 de mujeres y 6.109.335 de varones. Son los que van definir el resultado de las elecciones más importantes desde el regreso de la democracia, según la consigna de Marcos Peña. Los 12.515.361 de habitantes de la provincia de Buenos Aires habilitados para votar en estas PASO tienen la llave de un resultado que las encuestas apenas alcanzan a contornear. Ahí donde gobierna Vidal, precisamente, es donde más se siente el aumento de la pobreza que según el INDEC pasó de 25,5% a 34,1% en un año y ya afecta a 13 millones y 800 mil habitantes en todo el país. Según la Encuesta Permanente de Hogares difundida el viernes, 3 millones 600 mil personas se convirtieron en nuevos pobres entre 2018 y 2019.

La inmensidad bonaerense representa este año el 36,98% del padrón nacional y cuatro veces más que los distritos que le siguen en importancia: Córdoba (8,70%), Santa Fe (8,15%) y Ciudad de Buenosa Aires (7,57%). En siete días, Macri deberá demostrar si es cierto el repunte del que hablan los sondeos y si fue un error o no impedir el adelantamiento de las elecciones en el lugar en el que peor le va. Y peor incide.