La historia del balotaje en Argentina y los antecedentes en la región
Un recorrido desde su primera reglamentación en 1973 hasta su única realización en 2015, pasando por la modificación de la ley en 1994 y su intento fallido en 2003.
La historia del balotaje en Argentina atraviesa distintas épocas, personalidades y partidos políticos de los últimos 50 años. Desde 1973, primera vez que se habló de este término en el país, hasta 2023, se fue modificando la esencia de la forma de sufragio con la que los ciudadanos elegirán este domingo a su próximo Presidente.
Para conocer el lugar y tiempo donde nació el concepto habría que viajar al Segundo Imperio Francés, cuando en la Constitución de 1852 se diseñó este sistema para garantizar que un candidato presidencial obtuviera la mayoría absoluta de los votos.
En Argentina apareció recién en 1973, 121 años después de su creación, cuando el presidente de facto Alejandro Agustín Lanusse inició un proceso conocido como "Gran Acuerdo Nacional", con el objetivo de allanar el camino hacia la democracia, en un plan que incluyó la convocatoria a elecciones.
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En los comicios celebrados en aquel año, bajo la ley 19.862, Lanusse puso sobre la mesa el balotaje, aunque tenía varias diferencias con el que se conoce hoy en día. En aquel momento, el ganador tenía que conseguir sí o sí la mayoría absoluta de los votos. En caso de que no la tuviera, habría balotaje. Hasta ahí, normal.
La rareza del sistema que se implementó era que abría la posibilidad de que una tercera fuerza ingresara en la disputa. ¿Cómo? Si entre los dos candidatos más votados no sumaban dos terceras partes de los votos (66,6%), el tercer partido que estuviese por encima del 15% tenía la posibilidad de participar.
Lo que era todavía más curioso es que, de cara a esa segunda vuelta, las fórmulas podían cambiar sus aspirantes a Vicepresidente. Así, el más votado podía aliarse con el segundo y formar una candidatura mixta para “enterrar” al tercero, que también podía combinar sus fuerzas con otros postulantes que hubiesen obtenido, por lo menos, el 15%.
En la elección de aquel año se impuso el candidato justicialista, Héctor José Cámpora, con el 49,56% de los votos, y el segundo lugar fue para el postulante de la UCR, Ricardo Balbín, con el 21,29%.
En consonancia con las reglas del momento, no quedaba habilitada una tercera fuerza para el balotaje, que debería definirse entre Cámpora y Balbín, porque ninguno pasó el 50%. Sin embargo, 19 días después, el radical decidió darse de baja y le facilitó la tarea al peronismo.
Años después, en 1994, la palabra balotaje volvió a resonar en los oídos de los argentinos, aunque no fue para definir a un mandatario. En este caso, el sistema electoral regresó al centro de la escena en la negociación entre Ricardo Alfonsín y Carlos Menem, que derivó en el “Pacto de Olivos” y la reforma constitucional de aquel año.
En aquella modificación se estableció que un candidato podía ganar en la primera vuelta si estaba por encima del 45% de los votos o si tenía el 40% y una diferencia de más del 10% respecto al segundo. Solamente en caso de no cumplirse estas condiciones, se llevaría a cabo un balotaje entre los dos aspirantes más votados, eliminando la posibilidad de participación de un tercero.
El sistema iba a ser utilizado por primera vez en 2003, cuando tras la crisis del 2001, la salida anticipada de Fernando de la Rúa y el gobierno interino de Eduardo Duhalde para completar el mandato del radical, el 27 de abril fueron convocadas las elecciones presidenciales.
En aquella ocasión, Menem obtuvo el 24,45% de los votos, seguido por Néstor Kirchner con el 22,25%. Ya que ningún candidato superó el 45% de los votos, o el 40% con una diferencia superior a los diez puntos con el segundo, ambos postulantes pasaron a una segunda vuelta, prevista para el 18 de mayo de ese año. Pero, cuatro días antes de esos comicios, cuando todas las encuestas adelantaban una importante derrota para el expresidente, éste anunció que se bajaba del balotaje, tras lo cual el santacruceño fue declarado presidente electo y asumió el cargo del 25 de mayo de ese año.
Ahora sí, la primera vez que efectivamente se llevó a cabo el balotaje fue en 2015, cuando Mauricio Macri le arrebató la elección al oficialismo, encarnado por Daniel Scioli.
La fórmula del Frente para la Victoria, integrada por Scioli y Carlos Zannini, obtuvo el 37,08 por ciento de los votos, mientras que el binomio de Cambiemos Macri-Gabriela Michetti logró el 34,15%.
La segunda vuelta se disputó el 22 de noviembre y el triunfo correspondió al fundador del PRO, que cosechó el 51,34% de los votos, contra el 48,6% de sus vencidos.
Este domingo 19 de noviembre es la segunda vez que los ciudadanos argentinos tienen la posibilidad de votar entre solamente dos aspirantes, cuando la fórmula Sergio Massa-Agustín Rossi, ganadora de los comicios del 22 de octubre con el 36,7%, se mida con la que integran Javier Milei y Victoria Villarruel, que obtuvo el 30%.
Antecedentes en la región
Uno de los últimos y más importantes antecedentes de balotaje en la región es el que aconteció en Brasil en 2022, cuando el izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva se hizo con el 50,9% de los votos y venció a su contrincante, el ultraderechista Jair Bolsonaro, que cosechó el 49,1%.
Aquella elección terminó con una violenta acción de los seguidores bolsonaristas, que intentaron tomar por la fuerza el Congreso.
El precedente más reciente fue hace solamente un mes, en Ecuador, que terminó con el joven dirigente de 35 años Daniel Noboa como jefe de Estado. En este caso, el candidato de la alianza Acción Democrática Nacional (ADN) se impuso con el 52,3% de los votos sobre la postulante de Revolución Ciudadana (RC), Luisa González, que obtuvo el sobre el 47,7%.