El 26 de abril de 2015, Guillermo Nielsen aprendió una lección que él mismo hizo pública un tiempo después: "La gente no me percibe como dirigente político porque yo soy un economista, no un dirigente político". Había quedado afuera del umbral electoral en las PASO de la Ciudad como candidato a Jefe de Gobierno. Con esa premisa, cuatro años más tarde, el exsecretario de Finanzas de Néstor Kirchner no dejó de estudiar la política económica del país y de proponer soluciones a un estancamiento al que no se le conoce la línea de llegada. Cuatro años más tarde, aparece como uno de los técnicos llamados a volver al barro en la renegociación de una deuda que escaló hacia niveles muy elevados.

El economista recibió a ElCanciller.com en su oficina en el centro porteño para hablar del futuro de una Argentina endeudada con el FMI, la mirada que los mercados tienen de la expresidenta Cristina Kirchner, las posibilidades de maniobrar que tendrá el próximo gobierno y de un nuevo ajuste inexorable posterior a 2019 para evitar el choque contra la pared. Las definiciones de un cuadro técnico que tiene constante diálogo con el exjefe de Gabinete y ahora candidato a presidente, Alberto Fernández; con las autoridades de un staff que hoy audita y maneja las cuentas del país, el del Fondo Monetario Internacional; y con la comunidad internacional de inversores que compraron bonos argentinos y ahora miran expectantes el desarrollo de la contienda electoral.

BIOGRAFÍA. Guillermo Nielsen es licenciado en Economía (UBA), Ph.D. Candidate y M.A. en Economía. Fue ministro de Hacienda de la Ciudad en 2006; Embajador argentino en Alemania entre marzo del 2008 y septiembre del 2010; y secretario de Finanzas del Ministerio de Economía y Producción entre 2002 y 2005). Fue el negociador de los dos acuerdos Stand by con el FMI (2002 y 2005) y de la mayor reestructuración de la deuda privada después de la griega (U$S 81.800 millones). También trabajó en el Banco Central y ANSES. Fue candidato a Jefe de Gobierno porteño por el massismo.


¿Cómo ve la posibilidad de que Cambiemos se amplíe a otros espacios?

—Están a las piñas limpias dentro de Cambiemos, no terminan de tener en claro para dónde ir. Soy amigo de Cornejo y tiene una gran experiencia política. Me llamó la atención cómo puso sobre el tapete el tema de la postulación de Macri. Al presidente las encuestas le vienen dando mal desde hace un tiempo y a la vez no la largan a la cancha a María Eugenia Vidal, que mide cinco puntos más que Macri.

—¿No sería entregar la provincia de Buenos Aires?

—Pero entonces está entregando la presidencia de la Nación por no entregar la provincia de Buenos Aires. ¿No hay nadie que pueda reemplazar a Vidal en la Provincia? ¿No hay un Cristian Ritondo en ese espacio? Ahí hay algo que no está funcionando de acuerdo a la lógica política. Más allá de todo, lo que a mí me parece es que el tiempo ideal para ampliar Cambiemos pasó hace rato. Cambiemos pudo haber tenido, en otro momento, una actitud más generosa con otras fuerzas políticas y no la tuvo. Al contrario, se abroqueló sobre un pequeño grupo, que es la dirigencia del PRO, y tuvo a la UCR en rol de comparsa: el radicalismo nunca tuvo un peso decisorio en la gestión de Gobierno, siempre se enteró todo por los diarios.

—Te quería preguntar por las decisiones económicas de la Argentina. ¿Quién las toma?

—David Lipton. Hace más de seis meses que las decisiones económicas cotidianas las toma el Fondo Monetario Internacional y eso queda de manifiesto en los requerimientos informativos que están en el acuerdo. Firmé dos acuerdos con el FMI y en ninguno de los dos había información diaria que tuviésemos que remitir a Washington, ahora sí. Hay una intervención de facto del Fondo sobre la política económica argentina y el objetivo de cualquier programa del FMI es garantizar el pago de la deuda, sólo eso. No hay objetivos de crecimiento de la economía ni nada que se le parezca. Esa dimensión, el crecimiento, quedan para la negociación de parte de las autoridades argentinas. Después de leer los dos acuerdos de Macri con el organismo, no noté una posición negociadora de las autoridades argentinas.

—Fue más bien una posición entreguista...

—Totalmente, pasiva.

—Miguel Pichetto, después de su gira por Estados Unidos, comentó que los Fondos Comunes de Inversión o los bancos se inquietaban por los números que arrojan las encuestas, en ese caso particular una de Isonomía que mostraba al Gobierno perdiendo por nueve puntos. ¿Existen esas preocupaciones por escenarios que son tan impredecibles a esta altura?

—En parte es cierto, pero a la vez aún en la comunidad inversora hay opiniones matizadas. Desde el jueves en el que presentó su libro en la Feria del Libro, Cristina ocupa en la Argentina la centralidad política y este hecho no derivó en una corrida. JP Morgan puede tener su visión apocalíptica respecto a qué pasa si el kirchnerismo se posiciona bien o mal, pero el mercado está diciendo otra cosa.

Distinta a la que decía en los últimos años de gobierno kirchnerista...

Cristina estuvo muy mal asesorada en el último tramo de su gestión. El tema buitres se podría haber solucionado muy fácilmente. Hubo un grupo de bancos argentinos que fue a Nueva York a comprar la acreencia y hubo una actitud realmente incomprensible de Axel Kicillof en aquella conferencia de prensa que dio desde el consulado argentino. Estaba todo arreglado para que no pasara a mayores, para que los bancos argentinos comprasen el juicio líder. La solución hubiese sido mucho menos traumática pero faltó el conocimiento del mercado internacional y la experiencia como para llevar todo por un sendero más constructivo. Pero lo que el mercado está diciendo es contrario a lo que sostiene el Gobierno: está demostrándonos sabiduría y Cristina está teniendo una actitud mucho más reflexiva de la que tenía un tiempo atrás.

—¿Habría otro tipo de kirchnerismo si vuelve al poder?

No sé lo que va a hacer el kirchnerismo si vuelve al Gobierno, lo que sí sé es que las circunstancias del gobierno serían muy distintas a las que le tocaron a Cristina en su segundo Gobierno. La soja está cotizando por debajo de US$300 y hay una perspectiva de que siga bajando, pero Cristina tuvo en octubre del 2012 el récord de precios en Chicago para la soja, US$659. No tenía un país dentro de un programa con el FMI ni un atosigamiento de vencimientos de la deuda en los primeros años de gestión. Independientemente de lo que quiera hacer, el kirchnerismo recibiría una realidad muy adversa: en Brasil, el presidente es Bolsonaro, la ultraderecha; en Estados Unidos está sentado en la Casa Blanca Donald Trump, también de ultraderecha e impredecible.

—Las condiciones objetivas juegan para cualquier candidato. Entonces, independientemente del presidente, ¿qué le espera a la Argentina para después del 2019?

Te lo explico con un ejemplo. Fijate el drama que tiene este gobierno para poder cumplir con el déficit cero que, dicho sea de paso, no lo va a cumplir y vamos a terminar el año con un déficit fiscal cercano a un punto del PBI. El gobierno que venga necesita no déficit cero, sino superávit de tres puntos del PBI. Es decir, se necesita un ajuste de cuatro puntos del PBI y el punto de partida inicial es de un exceso y récord absoluto de presión tributaria. ¿Cómo salís de ahí? La economía argentina está en un terreno de absoluta inviabilidad, está en el centro de la inviabilidad económica. Cualquier gobierno que venga tiene que resolver cosas muy profundas de la economía argentina para poder tener algo de éxito, para poder al menos sobrevivir en el intento.

—Algunos candidatos dicen que no hay que ajustar, sino que hay que crecer para pagar con el respectivo aumento de la recaudación...

Eso es verso. Deberías crecer al 15% anual y no es fácil en un mundo de crecimiento muy moderado como es el actual; en un mundo donde Estados Unidos tiene una presión tributaria bajísima, del 20% y acá es mínimo 35%. Es decir, lo relativo es muy adverso.

—Cada tanto aparece alguien en televisión diciendo que cuando el banco te presta mil dólares tenés un problema, pero si te prestá 57 mil millones de dólares es el banco el que tiene un problema.

A mí no me vengas con eso. En primer lugar, el Fondo Monetario Internacional no es un banco: es acreedor privilegiado y te maneja la economía. Es un tipo sentado al lado de tu escritorio que revisa cada cosa que hacés y dicta las normas.

—El préstamo empezó siendo de  US$50 mil millones y los desembolsos se iban a repartir entre este gobierno y el próximo, pero finalmente fueron US$57 mil millones que se desembolsan casi todos en el gobierno de Macri.

El Fondo cometió un grave error y fue financiar al gobierno de Macri.

¿Eso no abre las puertas a un litigio o una renegociación para la deuda?

Sí, pero hay que tener negociadores que sepan usarlos; tenés que tener mucha muñeca y tenés que saber usar esas ventajas.

—¿Cuál es tu vínculo con Alberto Fernández?

Tenemos una relación que se remonta al gobierno de Néstor Kirchner, donde trabajamos muchos temas conjuntamente o en consulta, incluyendo los informes del Congreso. Siempre seguimos en contacto intercambiando ideas y evaluaciones que se fueron haciendo más frecuentes con el aumento del endeudamiento, con la crisis y con los programas con el FMI.