Saludos. Son días difíciles en la Argentina, para pensar, para disentir, para equivocarse, para no ser fanático y para no sobreactuar.

Sobre todo, para ocuparse de otra cosa que no sea el Mundial. El Mundial mató a casi todos los otros temas en el país.

Así, un periodista de La Nación se convierte en tendencia, no en un sentido positivo precisamente, sino por publicar una nota en la que repara sobre el comportamiento extrafutbolístico de Lionel Messi. El periodista, (creo yo, sin mala intención) subraya este comportamiento por considerar que finalmente triunfó el entorno que tantas veces le pedía una actitud más emocional y menos introvertida, algo así como el combo maradoneano completo o nada, que se mostrara visceral y demagogo como lo fue tan exitosamente Diego Armando Maradona. El periodista Cristian Grosso, sin decirlo, lamenta que Messi finalmente haya cedido frente a la presión de casi dos décadas que le pedía encarecidamente su desnaturalización para dejar de ser acusado de autista o de poco argentino. Ahora, Messi grita “o juremos con gloria morir” en el momento del himno y prepotea a sus rivales, como lo hizo con el topo riquelmeano y el “andá para allá, bobo”. Ganó el espíritu de época.

El Mundial mata a todes

Mientras más avanza nuestro seleccionado, más crecen los periodistas hinchas y en estas horas se habló de un “arbitraje delincuencial” para referirse al español que dirigió Argentina-Países Bajos. Es extraño: un árbitro que desea perjudicar a la Argentina y que le cobra un penal a nuestra selección que permitía prácticamente cerrar el partido en el segundo tiempo, o que hizo la vista gorda con al menos una expulsión para el equipo argentino cuando el corazón latía demasiado rápido y Paredes pateó con alma y vida la pelota contra el banco holandés, después de ir con todo a buscar una pelota al piso. La objetividad mínima, como la Constitución Nacional durante un año de pandemia, ha quedado suspendida.

Incluso, hasta la señora de Kirchner parece haber registrado que el Mundial se lleva todo, sobre todo en esta, su última semana. Adelantándose a los hechos, so pretexto de un Covid positivo, el acto que inoportunamente se había planificado para este lunes en el CCK, en apoyo a la ex presidente (que renunció de la boca para afuera pero en la práctica se la vio activa, ente asados políticos y rápidamente pensando una batería de apariciones públicas que mostraran su poder de fuego) quedó postergado para el próximo lunes, en el que, convenientemente, el Mundial habrá terminado con Argentina campeona, cuarta o algo en el medio de eso.

Pero el Mundial será historia y el futuro será algo más moldeable, de nuevo, para Cristina Kirchner. La hipótesis de que Cristina comenzó una negociación, que luego debe seguir tras bambalinas con operadores judiciales, con la Justicia, no es descartable pero, más que nada, desde su perspectiva, puesto que es ella quien tiene por delante, digamos así, una catarata de juicios en los que posiblemente, en su mayoría, sea condenada.

El Mundial mata a todes

Pero, como siempre, el kirchnerismo se mueve con más de una línea de trabajo y por eso, mientras vimos una posible mano de la presidente del Senado hacia el poder judicial para tenderles un puente de plata, que sería “arreglemos los juicios y yo me corro de las elecciones”, también se puso en marcha el operativo que se fogonea desde los espacios de Roberto Navarro, Horacio Vertbisky y C5N: la enésima embestida del kirchnerismo contra el poder judicial.

En la cabeza de CFK, indudablemente, no entra cómo es posible que los mismos jueces y fiscales que llevan su firma y que fueron refrendados por SU Senado finalmente la encuentren culpable de algo. Esto la sorprende y ofusca visiblemente, pero no porque ella reflexione que quizás no haber robado, defraudado al Estado, montado una asociación ilícita eran mejores opciones, sino que lo vive como una traición y porque, en el peor de los casos, su marido muerto y otros sendos funcionarios de su gobierno y del gobierno de Macri no están enfrentando su mismo calvario.

Cristina debe tratar de arreglar, pero la cantidad de supuestos y las personas que deberían intervenir son demasiadas como para volverlo factible. La embestida contra la Justicia es, quizás, de todas las cosas que hizo mal el kirchnerismo, la peor en términos de resultados. A las pruebas nos remitimos. Asistimos a la histórica condena en primera instancia de una ex Presidente de la nación, dos veces Presidente, y actual Vicepresidente, que hasta armó una organización política adentro del poder judicial, Justicia Legítima, a los efectos de penetrar este poder del Estado para que se volviera parecido al kirchnerismo.

El Mundial mata a todes

En la versión intelectual de CFK, la Justicia es el peor poder del Estado y de la República. De hecho, sus acólitos repiten esto día y noche, al punto de quedar caricaturizados muchas veces. Ella afirma que es así porque este poder del Estado mantiene una distancia con el poder político popular. La ingeniería institucional de los constituyentes originales de la Argentina decidió que esto sea así deliberadamente. Pensando, precisamente, en garantizar tanto como fuera posible la independencia de poderes.

La constitución quiso darle todas las garantías al juez Oyarbide para que este no tuviera que dictar el sobreseimiento exprés por enriquecimiento ilícito del matrimonio presidencial por temor a ser destituido. Se supone que los jueces puedan trascender a los distintos gobiernos para poder, eventualmente, darles malas noticias si hace falta. Es comprensible que el kirchnerismo sea refractario a este principio y mucho más después del fallo del 6 de diciembre.

La reforma de la Justicia ha sido entonces, efectivamente, una gran derrota del justicialismo kirchnerista. Ese fracaso duele como pocas cosas y fuerza a la señora de Kirchner a ser más creativa de lo que seguramente tiene ganas de ser.

El Mundial mata a todes

De una cosa podemos estar seguros, y es que Cristina seguirá batallando por todos los andariveles posibles que le permitan las dos cosas fundamentales de su larga carrera en la política: mantener el mayor poder por el máximo tiempo posible y que su nombre, y eventualmente el de sus herederos, sobre todo el del hijo varón (y no por una cuestión freudiana) puedan ser en el mediano plazo bendecidos para encarar la candidatura presidencial. ¿Qué dudas caben de que para Cristina, hoy por hoy, es mucho mejor candidato, de no ser ella, Máximo Kirchner que Alberto Fernández? El actual presidente de la Nación representa una gran frustración para Cristina. Cuando en su canal, C5N, una columnista de un programa en el que participa estelarmente Amado Budou sostiene que Alberto, al elegir a Marcela Losardo como ministro de Justicia, estaba garantizando el siga, siga de la mafia judicial, del “Estado paralelo”, no es ni más ni menos que la propia Cristina Kirchner opinando a través de una empleada.

Muchas veces, el amplio espacio opositor parece jugar y ceder ante las trampas o los juegos que le propone el Gobierno. En general, las llamadas palomas y algunos de sus periodistas. Pero también estos errores no forzados se extienden a otros enemigos del kirchnerismo, como, en este caso, la propia Justicia, lo cual que es una forma de decir: como sabemos, un organismo no es representativo de todo el poder judicial, así como una golondrina no hace verano. Una asociación salió a condenar la famosa reunión de Lago Escondido. Es extraño que una organización que preside la jueza María del Carmen Battini firme un comunicado rechazando una inconducta que, hasta el momento, no fue probada, y que, además, se desprende de una operación de espionaje ilegal. A veces cuesta mucho hacer carne ese dicho que dice: no molestes a tus enemigos mientras se equivocan.