De las encuestas que maneja el Gobierno se desprende un único dato clave: si aún se puede ganar, el escenario debe ser un balotaje contra Cristina Kirchner. La actual senadora ha mejorado su intención de voto -sobre todo en la provincia de Buenos Aires- y la victoria de Mauricio Macri ante la ex mandataria ya no está asegurada, pero es posible si no se descontrolan las principales variables económicas. El diario La Nación, con la pluma de su jefe de Editoriales, Fernando Laborda, remarca que, por ahora, Cristina no se baja y esa es la principal ilusión de Cambiemos.

"Solo somos Cristina y nosotros. El resto no existe", es la frase que se escucha decir a los principales funcionarios de Cambiemos, según consignó Laborda. La misma busca dejar en claro que, como sucedió en 2015 y 2017, para el oficialismo, la apuesta es la polarización. Cerca de Macri, ven los intentos de Sergio Massa o Roberto Lavagna como ensayos del círculo rojo que finalmente quedarán en la nada, perdidos en una grieta que ambos lados del pleito encuentran funcional para pelear mano a mano.

“En el corazón del macrismo se ve a Lavagna como ‘un mero experimento del círculo rojo’, que acabará diluyéndose y no terminará de arrancar. No creen, por lo tanto, que pueda romper la polarización entre Macri y Cristina Kirchner, a la que funcionarios de la Casa Rosada se aferran, aunque aclaren que no impulsan”, apunta el comunista de La Nación.

Aunque Lavagna tiene una imagen negativa baja y es recordado como un ministro eficaz a la hora de salir de la crisis económica más importante que atravesó la Argentina, en el Gobierno hacen trascender que su nivel de desconocimiento en la población es demasiado alto para competir, incluso aunque Marcelo Tinelli se encargue de dotarlo de popularidad en los meses previos a las elecciones.

La actual gestión de Macri alcanza rechazos de dos tercios del electorado. El otro tercio se mantiene firme y ese es su piso para las elecciones generales. Con ese porcentaje, estará lejos de evitar el balotaje, por lo que la apuesta es que el voto de la última instancia quede dirimido por el desencanto que le propone a muchos votantes elegir entre Cristina y Macri, dos piezas que buena parte de la sociedad ven como constructores de la actual crisis económica, pese a que los números económicos de la expresidenta no estuvieron ni cerca de lo negativos que fueron los de la actual administración.

En la estrategia electoral de Cambiemos confluyen, entonces, dos factores: lograr cierta estabilidad económica, es decir, que el dólar no se vuelva a disparar hasta los comicios: y colocar a Cristina en la vereda de enfrente. Con esos dos ingredientes, señalan los que diagraman la campaña de Macri, las chances están intactas. La volatilidad del dólar pone nerviosa a la clase media. Por eso las tasas altas son, para el Gobierno, un mal menor.

La pobreza tampoco le jugó una buena pasada al oficialismo. “Marcos Peña destaca que la cifra del 32% duele, pero no se esconde como en la época kirchnerista, al tiempo que esboza un nuevo relato: si la pobreza no se midiera en términos de ingresos, sino de acceso a cloacas o a calles pavimentadas, estamos mejor”, subrayó Laborda. Las malas cifras económicas hacen despertar a los díscolos de Cambiemos. En la provincia de Buenos Aires, algunos intendentes reparten boletas con la cara de María Eugenia Vidal, pero sin la de Macri. La boleta corta es hoy uno de los principales temores del elenco oficial.