En línea con la tradición epistolar de su madre, la vicepresidenta Cristina Fernández, el referente de La Cámpora Máximo Kirchner publicó un comunicado de renuncia como jefe del bloque del Frente de Todos (FDT) en la Cámara de Diputados y quemó todos los papeles del entendimiento con el Fondo Monetario Internacional (FMI) que el Gobierno había recién sacado del horno.

El batacazo sacudió la frágil armonía oficialista y llenó de interrogantes el futuro de las negociaciones con el organismo multilateral: el hijo del matrimonio de expresidentes argumentó no sentirse cómodo juntando las voluntades para aprobar en el recinto un acuerdo con condiciones que se contradicen con sus convicciones. Así, plantó la duda de cómo se dará la votación –necesaria según la ley– del entendimiento.

El poroteo oficialista

Horas después de la renuncia del jefe de bloque, el diputado del kirchnerismo Leopoldo Moreau anticipó que intentarán introducir modificaciones al proyecto cuando ingrese a la Cámara baja, para “llamar la atención sobre los peligros y los riesgos del acuerdo” y evitar “una situación compleja”.

Leopoldo Moreau anticipó que buscarán incorporar modificaciones al acuerdo cuando el proyecto ingrese a la Cámara de Diputados.
Leopoldo Moreau anticipó que buscarán incorporar modificaciones al acuerdo cuando el proyecto ingrese a la Cámara de Diputados.

De las 118 bancas que posee el FDT en el recinto, La Cámpora ocupa actualmente 18. Pero si a ellas se suman los parlamentarios expresamente alineados al universo K y los cinco pertenecientes a Patria Grande y la UTEP –también muy críticos del acuerdo–, el número asciende a más de 50.

Sin embargo, no son pocos los legisladores que podrían avalar el resultado obtenido por el ministro Martín Guzmán. Entre los diez del Frente Renovador, los tres de los movimientos sociales afines a la Casa Rosada y aquellos que responden a gobernadores aliados del Presidente, el albertismo tiene en su poder de fuego más de 30 voluntades aseguradas. El gris del medio está sujeto a rosca.

Trans-grieta

Si hasta ahora el acompañamiento de la oposición en el tratamiento era fundamental, con el quiebre del oficialismo se tornó imprescindible. Las discrepancias internas respecto al rumbo económico ya eran evidentes hace meses y se hicieron manifiestas con la ola de renuncias post-PASO y la carta explosiva de CFK. Por eso, en JxC desconfiaban de que hubiera una postura unificada respecto a las negociaciones con el Fondo. Para entonces ya exigían un pronunciamiento explícito del kirchnerismo y de la Vicepresidenta en particular.

En la principal coalición opositora no quieren quedar pegados a un eventual ajuste y que la expresidenta salga impoluta. Sin embargo, tampoco pueden ser los responsables de que se caiga el acuerdo. En las últimas horas, el liberal Ricardo López Murphy aseguró que si bien encuentran errores en el entendimiento, no le pondrán “obstáculos al Gobierno”.

Esa es la ficha que juega el Ejecutivo mientras busca un reemplazo para Máximo Kirchner. El albertismo deberá buscar consensos hacia adentro y hacia afuera para remontar a flote su barco en pleno hundimiento. En cuanto a lo parlamentario surgen incógnitas, y una de ellas es si el kirchnerismo planteará un dictamen de minoría como gesto político, sabiendo que el proyecto se aprobará de todas formas a través de un consenso superador a la grieta.