Tucumán, segundo domingo de junio de 2019. Un cuarto oscuro cualquiera en una escuela cualquiera. 69 boletas. Sesenta y nueve papeles distribuidos de a montones dentro de cada aula. Así se votará en Tucumán el próximo domingo, cuando los ciudadanos habilitados deban sortear el resultado de un bosque talado para poder elegir al candidato que desean dentro de 18.300 opciones –real– entre los que se cuentan nueve candidatos a gobernador, 156 opciones para 19 intendencias, 1.769 candidatos para 93 comunas rurales, 14.126 postulantes para 182 bancas de concejales y 2.227 aspirantes a una de las 49 bancas de la legislatura provincial. 

Tamaño desmadre numérico obedece al sistema electoral que funciona dentro de dicha provincia: el de acoples. Una suerte de colectoras pero con mejor nombre, a la que el propio presidente del supremo tribunal provincial, Daniel Posse, calificó de "complejo y difícil" en declaraciones a El Litoral. 

El sufrimiento que podríamos representarnos ante un aula con más papeles que aire se debe a una reforma a un sistema aún más impopular: la Ley de Lemas, que permitía que un mismo partido presentara todos los sublemas que quisiera compitiendo entre sí, pero que al final de la jornada sumaba el total al lema ganador. Dos pájaros de un tiro: los punteros militaban como nunca para quedar mejor parados en la grilla de quién aportó más y el candidato ganador tenía a todo el mundo laburando territorialmente para él. 

Cuando se aniquiló la ley de lemas, se optó por un sistema de "acoples", eufemismo que establece que los partidos políticos, frentes o alianzas electorales pueden celebrar acuerdos para apoyar a un único candidato a Gobernador o Intendente de un partido político, frente político o alianza distinta, pero pudiendo unir en la boleta diferentes categorías de candidatos de otras listas distintas, sumándose la totalidad de los votos obtenidos por las listas en cada categoría". En Tucumán en 2015 se batieron todos los récords: se inscribieron 503 partidos y 25 mil candidatos. Pasando en limpio, había un candidato por cada 44 electores. El panorama no ha cambiado demasiado para 2019 y en la ciudad de Graneros hay un candidato cada 12 votantes, en lo que pareciera ser más una lotería vecinal que unas elecciones. Hay más posibilidades de cruzarse con un candidato que con un comprador de un boleto para una rifa. 

Mientras todavía nos encontramos en el proceso de digerir que en la provincia de Buenos Aires podría darse el sistema de colectoras, es bueno solidarizarse con el votante tucumano que, este fin de semana, volverá a enfrentarse a sistema electoral que suena a concurso en algunas localidades con casi tantos candidatos como votantes. En el caso de la provincia de Buenos Aires cuesta entender la movida, más que como una obra cumbre de las geniales ideas de Marcos Peña. Por un lado, María Eugenia Vidal se encuentra ante un problema que otros no tienen: la Provincia no cuenta con ballotage. Esto implica que Vidal tiene una sola bala y debe usarla bien. Por si fuera poco, debe lidiar con la realidad productiva de una provincia con el mayor aporte agropecuario al PBI nacional, pero en la que las elecciones la definen los conglomerados urbanos sitos alrededor de otra gobernación: el conurbano bonaerense, ese limbo en el que el impacto de las obras son mayores si mejoran la conectividad con una ciudad administrada por otro tipo. Si existe una grieta campo vs. ciudad, el conurbano de la ciudad de Buenos Aires y el vasto territorio agropecuario de la Provincia se llevan el prime time de la velada. 

Volviendo al supuesto plan –sí, supuesto, hasta que no lo vea, no lo creo– de impulsar a cualquier precio a Vidal para garantizar su reelección con colectoras en detrimento de la performance de Mauricio Macri, la idea que esgrimen es que Macri tiene una segunda chance, un ballottage. Que primero gane Vidal y en noviembre repiten a nivel nacional la performance de 2015. Pero para que ello ocurra Macri tiene que entrar al ballottage. Y para que entre en un ballottage sin haber ganado en primera vuelta, tienen que darse dos situaciones: una, que ningún candidato saque más del 45% de los votos; dos, que entre el primero y el segundo haya una diferencia inferior a diez puntos porcentuales. Qué tan seguros estarán de esa posibilidad es un misterio. Los funcionarios de segunda línea esperan que la medida haya sido bien estudiada, dado que dirigir todos los votos de Alternativa Federal a Vidal no pareciera ser hoy un gran negocio más que para Vidal. O sea: sí, es probable que en la disyuntiva Macri-Fernandez al cuadrado, el que no quiere a Cristina y votó a Vidal vaya con Macri. Pero para que ello ocurra, tiene que estar Macri allí. 

Todo pareciera ser una hermosa curva que nos estaríamos comiendo varios y de allí tanto "supuesto" en estas líneas. De hecho, practicamente no me interesó el tema –ni me interesa demasiado, seamos honestos~ pero bueno, es de lo que estamos charlando. No creo en una encuesta desde el otoño de 1877, imaginen si voy a dar por sentadas especulaciones a cinco días hábiles del cierre de alianzas. Son el mismo tipo de especulaciones que terminan instalando que Roberto Lavagna es relevante, o que Vidal debería ir de candidata a Presidente dando por sentado que en la provincia de Buenos Aires puede ganar un fantasma si va en la boleta. Y sin embargo, estuvimos meses escuchando hablar del "Plan V". 

Vidal hoy no tiene a Aníbal Fernández en frente, pero tiene a Axel Kicillof. Pros y contras: Kicillof posee buena intención de voto, pero una imagen pésima entre los informados con la memoria a mediano plazo en funciones y encima va acompañado de Verónica Magario que ya amenazó con hacer en toda la provincia lo mismo que hizo en La Matanza. Sin embargo, era tan, pero tan mala la imagen de Aníbal Fernández en 2015 que la vara estaba tirada en el piso. Kicillof sólo tiene que resolver ese temita de no haber nacido en la provincia ni tener domicilio en la provincia ni tener una sola vinculación con la provincia, pero son detalles: lo convierten en más bonaerense que una foto en la rambla de Mar del Plata a la misma velocidad que lo hicieron con Néstor Kirchner y Daniel Scioli, y a otra cosa. Paradojas de la mentalidad de Cristina: para la provincia de Buenos Aires hizo lo que ni pensó para la nacional y colocó a candidatos fieles por sobre el interés colectivo de los intendentes. A nivel nacional hizo todo lo contrario y hubo heridos que tienen toda la razón para deprimirse, como el Chivo Rossi que bancaba la parada mientras Alberto Fernández tenía un bulín alquilado en TN. 

Pero volviendo a Vidal y el interés de Macri, tendría toda la lógica que Vidal acepte las colectoras de abajo hacia arriba. O sea: que todo candidato a intentendente que se quiera colgar de la lista de Vidal pueda hacerlo. Arrastre vertical y a otra cosa. De paso, cañazo, se evita someter a Macri a un nuevo paso atrás: tener que derogar el decreto 259/2019 que firmó hace tan sólo un par de semanas para prohibir las listas colectoras. 

Los candidatos a legisladores, por su parte, hoy no están de parabienes: sacrificar la primera vuelta no sólo implica un gran riesgo para el Presidente: también es una garantía de meter menos legisladores, ya que el camino electoral hacia el Congreso tiene una sola estación. La que deposita a los pasajeros en la Casa Rosada tiene un par más, pero sólo para el que llega a la cabecera.