Mientras el país comienza este viernes un período de aislamiento total para mitigar el impacto del coronavirus, más de 20.000 argentinos siguen varados en el extranjero. En Perú, son 1.700 las personas que esperan para volver a sus casas en una situación compleja: para frenar la propagación de la enfermedad, el gobierno de Martín Vizcarra decidió cerrar su espacio aéreo y decretó el estado de sitio.

El operativo de repatriación se puso en marcha. Aerolíneas Argentinas programó vuelos a Lima y el Ministerio de Relaciones Exteriores estudia la posibilidad de utilizar dos aviones militares Hércules C-130 para rescatar a quienes se encuentran en Cusco. Pero detrás de las dos grandes ciudades hay historias que involucran, al menos, a 120 argentinos. 

En Arequipa hay 17 compatriotas que esta semana no pueden salir a la calle, ni tienen forma de trasladarse hasta la capital. Micaela tiene 22 años y estaba viajando por ese país junto a su pareja cuando se declaró el estado de emergencia. Se siente desamparada y desde hace días pide auxilio a la Cancillería para regresar al país.

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"Perdimos las garantías constitucionales, no podemos comprar agua ni comida, tampoco retirar efectivo. Si salimos a las calles nos pueden llevar presos, algunos compañeros pasaron la noche en la comisaría", cuenta a El Canciller por teléfono.

El lunes, cuando el presidente peruano dictó el estado de emergencia, decidieron interrumpir su viaje y volver a casa: el camino más rápido era Arequipa-Buenos Aires, con escala en Tacna. Cuando llegaron a la terminal de micros, a medianoche del martes, se encontraron con la ciudad militarizada y sin respuesta. Acopiaron todos los alimentos que pudieron y se instalaron en la habitación. A falta de agua embotellada, deben arreglárselas con la que corre en las canillas: como está contaminada, la opción es hervirla y esperar que enfríe.

En diciembre, Micaela emprendió viaje sin fecha de regreso. Todo cambió con la pandemia y ahora encomienda las 24 horas del día a cruzar información por celular y difundir la situación.

"No hay micros, taxis ni autos privados por el estado de sitio. No tenemos forma de llegar ni Lima ni a Cusco. Sólo queremos salir de Perú y el Gobierno no quiere ceder. Al no tener permitido retirar efectivo, le tenemos que pedir a la gente que nos compre insumos. Hay gente que está enferma y se está quedando sin medicamentos. Es una película de terror", cerró.