A Cecilia Todesca Bocco no le gusta la exposición. Pero cuando accede a dar una entrevista y aparece en pantalla, ese bajo perfil que se arrogan las segundas líneas queda disuelto en sentencias realistas y libres de condescendencia. “Presentamos el presupuesto juntamente con las medidas cambiarias porque nos parecía una manera más ordenada de hacerlo”, le aseguró la Vicejefa de Gabinete de Ministros al inconforme Antonio Laje. Una declaración que sofocó lo que, desde afuera, pudo ser leído como fuego cruzado entre las restricciones cambiarias del radical Pesce y la presentación del presupuesto 2021 del peronista Guzmán. Acá no ha pasado nada.

No hay resabio en su discurso del “compromiso militante” que se adjudicó cuando se integró, de la mano de Matías Kulfas, al Grupo Callao. Las palabras de la economista licenciada en la UBA caen bien incluso en territorio hostil —la elogia el rizado Lousteau, por ejemplo—, quizás porque la mesa familiar le dio el expertise para comunicarse grieta mediante, luego de una vida de debates con el patriarca Jorge, economista y titular del INDEC durante el gobierno de Cambiemos. Hoy fallecido, el padre adoptivo que puso el Todesca entre Cecilia y Bocco, cumplió con la promesa que le había hecho al padre biológico de la funcionaria, militante de Montoneros. Jorge se hizo cargo de la esposa y los hijos de Luis, aquel gran compañero, tras su asesinato en la Masacre de Campana. La nueva familia se exilió en México, de donde Cecilia trajo, años después, un acento que hoy ni siquiera se adivina.

Ministeriable, cuadro técnico, Todesca elabora pronósticos siempre prudentes y nunca fatalistas. “Nos duele cada empresa que se va”, “la situación es difícil pero no significa que esté todo devastado”, “los que compran dólares no son antipatria”: paños fríos en la frente de una población afiebrada. Casi un negativo de un Alberto adicto a su propia verba, y sin tiempo ni vocación para trenzarse en chicanas como el príncipe Cafiero, Cecilia es una ecónoma del lenguaje. Si habla poco y dice mucho, es porque comunica bien. Un don del que carece un gobierno que, a menudo, pisa el palito y se expide a boca de jarro.

Magister en Administración Pública de la Universidad de Columbia de Nueva York, Todesca fue Senior Advisor por la Argentina en las oficinas del FMI en Washington cuando Roberto Lavagna renegociaba a cara de perro aquella otra deuda. El país vive en “un deja vu económico y social”, escribió la encargada de la Secretaría de Evaluación Presupuestaria, Inversión Pública y Participación Público Privada en el prólogo de ¿Cómo salir de la crisis? Apuesta a una recuperación de la soberanía de la moneda nacional en el largo plazo aunque reconoce, en el mismo texto, que “sin dólares no hay revolución de la alegría, ni magia”.

Anteojos de marco imponente —¡¿de dónde son?!—, rulos definidos —¡¿cómo hace?!—, dicen que es difícil encontrarla en la oficina del primer piso de Casa Rosada porque anda de acá para allá, laptop bajo el brazo, reunida con sus compañeros. En especial con la jurista Ibarra, de la que se hizo sorora y con quien comparte almuerzos, discusiones y chanzas. Orgullosas de pertenecer a un gobierno con el 37% de puestos jerárquicos ocupados por mujeres, ambas se ven desafiadas por la institucionalización del feminismo: saben que las deudas con las argentinas hoy son también su responsabilidad.

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Casada con Martín Abeles, el economista que queda a cargo de los hijos durante sus largas jornadas de trabajo, Todesca Bocco es investigadora en la Universidad de San Martín. Trabajó en la Fundación de Investigaciones para el Desarrollo y en el Banco Central junto a Mercedes Marcó del Pont. “Menos es más”, debe pensar la figura codiciada en el organigrama del Frente de Todos cada vez que esquiva una provocación.