Mayra Soledad Mendoza sabe que la política no es posible sin el cuerpo. No porque se bancó varias horas de agujas y ardor cuando se tatuó un retrato de Kirchner en el brazo, sino por hechos que nada tienen que ver con la coquetería. En diciembre de 2016, en Jujuy, a la espera de ingresar a una audiencia pública en el juicio contra Milagro Sala, la funcionaria fue asfixiada y golpeada por la policía provincial. Un año después, en Buenos Aires, cuando el gobierno de Macri ensayaba la reforma previsional y en las afueras del recinto se libraba la cacería bajo el sello Bullrich, las fuerzas de seguridad federales descargaron gas pimienta directo sobre su cara.

Por entonces, Mendoza cumplía el segundo mandato consecutivo como Diputada Nacional por la Provincia de Buenos Aires, pero el primero como oposición. Antes de estrenar su banca en 2011, y poco después de que la muerte de su líder político, en una reunión de la cúpula de La Cámpora en Río Gallegos, el propio Máximo amplió la mesa de conducción nacional para incluir a una única mujer: Mayra no hubiese podido imaginar que en una estructura machista, como supo definirla alguna vez, había un lugar de mando para ella, dato que, según dicen en su entorno, “refleja la profundidad de su relación con Cristina”. A partir de entonces, la chica de la Escuela Normal de Quilmes que daba clases de apoyo en Villa Kolinos, en la zona oeste de su distrito, estuvo a la par de Larroque, Recalde, Cabandié, De Pedro y José Ottavis, quien fue su pareja y modificó su ADN radical hacia el kirchnerismo puro. Pero aquel amor de pasión militante, no pudo resistir el ascenso político vertiginoso de Mayra.

Mayra al gobierno, Néstor en la piel

Fue en 2008, dos años después de su fundación y apenas conformada su estructura orgánica, que Mayra había sido nombrada secretaria de la agrupación. Fue en 2009 cuando comenzó a desempeñarse como gerente de Relaciones Institucionales de la ANSES y en 2010 cuando inauguró, en la ribera de Quilmes, la primera unidad básica de LC bautizada “Cristina Corazón”. Hoy la dirigente que ideó los carteles de “Todo negativo” es una de la nueva camada de intendentas que desembarcaron en la provincia más difícil con su nombre en la boleta del Frente de Todos. Se impuso en su ciudad natal ante el macrista Martiniano Molina con el 49,82 % de los votos, luego de unas primarias en las que consiguió más votos que la suma total entre sus cinco contrincantes. Días después, ella invitó a desayunar a su bunker a sus competidores del peronismo, los contuvo camino a las generales, y se convirtió así en la primera mujer en gobernar el distrito. Nada mal para la chica categoría 83 que anda en zapatillas.

Dicen que vive a mil, que le dedica todo el tiempo que puede al diálogo con otros miembros del FDT, que no se detiene a considerar las críticas que muchos le hacen por el precio de su teléfono o de los jeans que usa para recorrer los rincones más golpeados del conurbano sur. La pandemia multiplicó las dificultades de gestión cuando el virus entró a Villa Itatí y Villa Azul, pero el trabajo coordinado con Jorge Ferraresi, intendente de Avellaneda, dio resultados satisfactorios en un tiempo acotado.

[recomendado postid=120377]

Fue miembro de “Las sororas”, el grupo que reunió a diputadas de diferentes espacios políticos —bendito cupo masculino Mr. Lipovetsky eres, entre todas esas mujeres— para porotear en favor del proyecto de despenalización del aborto en la Cámara Baja allá por el 2018. Dicen sus compañeros que fue Mendoza una de las personas que influyó en el cambio de parecer de la actual vicepresidenta para que diera su voto positivo en la odisea verde que se truncó en el Palacio. Vínculo “de un nivel de confianza absoluto y total”, Mayra acompañó a La Jefa durante todos y cada uno de los actos de su campaña como candidata a Senadora en 2017, respaldo le fue retribuido cuando CFK se hizo presente en la jura de la intendencia quilmeña bajo el sol ganador del pasado diciembre. Se las vio muy cómodas, entre cuchicheos y risas. Dos mujeres unidas por el amor a Néstor que además hablan el mismo idioma: el de la construcción de poder.