Mientras el Gobierno mira, con una mezcla de envidia y resignación, la última guarida para una manifestación popular de algarabía, enfermos de ver permanentemente las calles y principales arterias de la ciudad de Buenos Aires llenas de personas reclamando algo con las caras tapadas. Dimos, como no podía ser de otra manera, nuestra cuota extra de argentinidad en el mundial. Exportamos el piquete a Qatar. Lo hicimos con la mirada edulcorada del periodismo, que promovió como una picardía la histeria de los argentinos que se quedaron, para no hablar de los que viajaron hasta este viernes, en Doha sin entradas.

Nuestros canales de noticias trasmitieron las manifestaciones como si fueran unas de las tantas que se televisan cotidianamente en nuestro país. En paralelo, los móviles en los aeropuertos con gente que alegremente contaba su periplo para llegar a la final antes del domingo y, por supuesto, también sin entradas. El verso de la organización y rigurosidad qatarí.

La Corte habla

Pero, se espera, cuando este panorama esté recién salido del horno, un resultado que permita algo de alegría colectiva; que de ser posible el gobierno de Alberto Fernández naturalmente tratará de prolongar tantos días como sea posible. Es intentar lo mismo, pero con un sentimiento opuesto, al que se hizo con el reciente paso a la inmortalidad de la señora de Bonafini, donde el Gobierno, repudiado por la propia Hebe y por Madres de Plaza de Mayo, trató de sacar partido decretando insólitamente 3 días de duelo. Todas las apuestas entonces puestas en Messi y su nuevo mejor socio, el rutilante Julián Álvarez, para tratar de confirmar que la alegría no es solo brasilera.

Mientras tanto, todas malas para la señora de Kichner. La condenada vicepresidente se vio perjudicada por la fiebre mundialista, como fue anticipado aquí mismo, con perdón de la autoreferencialidad. Eso la obligó, Covid mediante, a posponer una semana el acto, previsto inicialmente para el lunes 12 de diciembre, previo al partido de Argentina – Croacia. El problema de timing incluso lo hacía coincidir con el del hincha de boca. Se pasó entonces para el 19 de este mismo mes y ahora se habla de marzo 2023. Es, más o menos, como la bilateral programada y varias veces cancelada de Alberto Fernández con el presidente Joe Biden en la Casa Blanca. Las casualidades de la vida hermanan las razones de la cancelación en el Covid19, que fue la razón que expuso la Casa Blanca para suspender la visita del presidente argentino a Washington. Lo cierto es que Alberto Fernández, toda una vida tan obediente a Estados Unidos, quizás su único turno al frente del Estado Argentino lo finalizará sin haber visitado la Casa Blanca como Presidente de la nación.

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Pero volvamos a esta nueva semana negra para la ex presidente Cristina Kirchner. Su carta despotricando contra los medios y la mafia que les atribuye no alcanzó para evitar dos decisiones de la Corte Suprema, máximo tribunal del país, que la molestan y mucho y con razón. Todo fallo contrario a la voluntad del poderoso lo desmiente y lo desprestigia. Como si fuera poco, en las últimas horas el diputado nacional Ricardo López Murphy presentó el pedido de juicio político. Más allá de las posibilidades que este tenga de prosperar, que ciertamente son escasas, prorroga, si no profundiza, un debate público sobre si una condenada por la justicia, y que además esa condena incluye su inhabilitación para ejercer cargos públicos, debe seguir en por ejemplo, como es este el caso al frente del senado.

Para que se entienda, hay más instancias de apelación que Dios sabe cuánto podrán demorar en agotarse para que haya sentencia firme, pero la vicepresidente ya no se presume inocente. Está condenada, la justicia la encontró culpable.  

En las últimas horas, la cabeza del poder judicial argentino decidió convalidar el proceso judicial que también condena, y así la deja firme, a la militante ultra kirchnerista, la señora Milagro Sala. Para la señora de Kirchner es un fallo doloroso y preocupante porque abre la puerta para la refutación de hecho, de lo que es su declaración política de defensa. Con el fallo que deja firme el proceso que pasó por 19 jueces expedido por el máximo tribunal de la nación, se desploma como un piano el argumento de la vicepresidente que afirma que no se puede armar una asociación ilícita en el gobierno. Desde luego que ese argumento fue siempre político, pero el fallo de la Corte pone de manifiesto que eso no lo considera un argumento válido en sede judicial. Al menos no en este caso y eso sienta un precedente que genera preocupación lógica a Cristina Kirchner.

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Cristina ahora zafó de la condena por asociación ilícita, pero más allá de lo que diga la cámara, donde esa exoneración será apelada, y en última instancia otra vez la Corte, tiene otros procesos abiertos, lo que le valió el mote de la multiprocesada, en los que quizás encuentre un tribunal que si la condene por esa figura del código penal.

Los periodistas que siguen las múltiples causas de Cristina Kirchner afirman que la causa de Hotesur y Los Sauces más la causa cuadernos contiene mayor cantidad de evidencia, incluso que la de Vialidad, por la que ya fue condenada. Pero más allá de los vericuetos legales que acá no tienen demasiada importancia, lo que es toda una señal es que el máximo estamento del servicio de justicia acaba de mostrar que no tiene prurito en ratificar una condena por ese delito aún si tiene un rol institucional. Cristina habla por Facebook y C5N. La Corte por sus fallos.

También lo hace mediante otras decisiones, podríamos llamar administrativas: es que en las últimas horas la Corte también falló desfavorablemente para la voluntad de Cristina. La Corte le va a tomar juramento a los 4 diputados que ya habían sido aceptados para el Consejo de la Magistratura. Golpeando también la voluntad de Cristina, que le ordenó a la presidente de la cámara, la inefable Cecilia Moreau, que retirara los candidatos para proponer otros. Un procedimiento similar en espíritu “al ardid” pergeñado por Cristina Kirchner en el Senado para arrebatarle al senador Luis Juez su lugar en el Consejo de la Magistratura.

Los dos cachetazos de esta semana, que simplemente se suman al fundamental, que es su condena de un tribunal por haberle robado al Estado, la deja a ella y sus acólitos más intensos como actores locos de una película tragicómica. Los reduce a personajes impotentes enojados con una realidad que les resulta adversa.

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La última semana, en el escenario del Centro Cultural Kirchner, donde se iba a realizar el evento frustrado de la vicepresidente, sí se llevó adelante un ciclo de “encuentro y pensamiento” llamado

Proyecto Ballena, cuyo organizador y moderador de esta charla, el pintoresco Mario Santucho, arrancó con los tapones de punta señalando que el fallo contra Cristina es “arbitrario e ilegítimo” (sin argumentar por supuesto). Pocos minutos más tarde, cuando le tocó el turno de hablar a Rita Segato, ante la mirada atónita del propio Wado De Pedro y Carlos Pagni que compartían escenario con la antropóloga feminista, esta se presenta como “no partidaria”: que es crítica, que es una pensadora crítica, afirma. Prácticamente sin solución de continuidad, sentencia que el fallo contra cristina es un tiro en la cabeza a la Nación. En una charla subsidiada por los contribuyentes, finalmente, la antropóloga hizo su apología de que la condena a Cristina no es otra cosa que un fallo contra la mujer.

En la cena anual de la Asociación de Magistrados, el presidente de la Corte repitió más o menos el mismo concepto que pocos días antes había sostenido en el programa de TV que conduce precisamente Carlos Pagni: “Nosotros no comerciamos los fallos”. Y nos circunscribimos a la Constitución. Técnicamente es inapelable. Quizás a los abogados de Milagro Sala o la presidente de la Cámara de Diputados Cecilia Moreau no les importe lo suficiente, pero es lo que debería ordenar siempre y en todo lugar a los fallos de la CSJ. La Corte tiene como función primordial el control de constitucionalidad.

En ese sentido, entonces, son los estamentos inferiores los que más enojan al kirchnerismo. Porque los poderosos en general y el kirchnerismo en particular habitualmente cree que cuando estás para arriba, en alza, llueven los sobreseimientos y se archivan causas molestas. Con lo cual la catarata de fallos adversos le dice al Gobierno que la Justicia, que históricamente hace el mejor análisis político del país y siempre se adelanta a los procesos políticos y electorales, ahora lee que el kirchnerismo ya fue. O que su caída en desgracia ya es un hecho, sin perjuicio de que todavía se pueda estar peor y mucho menos que los fallos sean arbitrarios e ilegítimos, como resuena en la cabeza monocorde del editor de la revista de izquierda peronista Crisis. La antropóloga pro aborto Rita Segato podrá afirmar todo lo que quiera su agenda de género a partir del fallo a una ex presidente que la justicia considera probado que defraudó al Estado, y aprovechar la oportunidad para tratar de instalar estas agendas marginales, estimulada por una militancia siempre al borde de la histeria, de que todo ataque a una mujer tiene una explicación, siempre facilista y simplona, que es la responsabilidad de la sociedad masculina… patriarcal le dicen también. Ya sabemos que esta conceptualización (de género y antipolítica) es además un refugio sencillo para vehiculizar un odio patológico al hombre.

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En realidad el dolor viene de su origen y núcleo, el inexorable retroceso de la fuerza política que gobierna desde 2019 y que francamente tiene números e índices pésimos por donde uno los busque. Y que uno de los tres poderes del Estado, la Justicia, falla y condena por los delitos cometidos.  

En su carta abierta, publicada en el portal del vacunado VIP Horacio Verbitsky la presidente del Senado se enoja porque pusieron en duda su Covid. Esta semana también creció la incredulidad a propósito del flamante 4,9% de inflación. El gobierno de Alberto y Cristina intenta por todos los medios subirse a la alegría popular del fútbol y tratará de llevar a la selección gane o pierda a la Casa Rosada, para compartir un poco de algo bueno en el medio de fallos adversos y falta de credibilidad de hechos tan graves como un atentado a la vicepresidente así como si esta tiene o no Covid19. Naturalmente, el oficialismo ya no tiene tiempo ni margen, al menos en lo que le queda de esta gestión, para reconstruir algo de credibilidad. Solo puede aspirar a compartir un poquito de la alegría ajena.