“Esto no es una reforma, es una fusión”, dijo en la tarde del miércoles una jueza que hace más de treinta años que está dentro del sistema judicial. Al igual que ella, son muchos y muchas las que marcan que este proyecto que impulsa Alberto Fernández tiene eje en Comodoro Py pero que no resuelve los problemas estructurales que tiene actualmente todo el sistema de justicia argentino.

Py se convirtió en Py a principios de los 90 y luego esa politización de lo judicial se fue profundizando. Carlos Menem decidió ampliar de 6 a 12 los juzgados federales y con su influencia llenó tanto Retiro como la Corte Suprema (con su ampliación y la llegada de la mayoría automática). El menemismo puso la piedra fundamental de todo lo que vino después: el amiguismo político, el tiempismo, el cajoneo de causas, la connivencia con los servicios de inteligencia, la influencia de los operadores.

Algunos de los jueces que atravesaron el menemismo no lograron sobrevivirlo. Néstor Kirchner en sus primeros años de gobierno transparentó el mecanismo para que los jueces accedan la Corte y nombró a una primera gran tanda de federales: Daniel Rafecas, Ariel Lijo, Julián Ercolini y el actual intendente de Mar del Plata Guillermo Montenegro. Comenzaba la refundación pero pasaron cosas: el ADN Py ya estaba conformado.

Ocho años después, Cristina Fernández de Kirchner nombró a cuatro jueces también de esos doce que manejan las causas políticas más relevantes del país: Luis Rodriguez, Sebastián Casanello, Sebastián Ramos y Marcelo Martínez de Giorgi. La relación con Py del kirchnerismo ya estaba prácticamente rota, al igual que el vínculo con uno de los personajes más influyentes dentro de la justicia federal: Antonio “Jaime” Stiuso.

Hasta no hace mucho tiempo, nombrar a Stiuso era algo imposible. Nadie lo hacía en voz alta. En los despachos, pedían sacarle la batería al celular. Y si bien el enfrentamiento de Cristina con él y con Javier Fernández (un histórico operador que ha respondido a diversos intereses, entre ellos, los peronistas) venía desde principios de 2012, en 2014 se cristalizó. Y casualmente, allí comenzaron a activarse todas las causas en contra del kirchnerismo: las que tenían sustento y las que no.

comodoro py
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Los federales aprendieron a oler sangre, a manejar el tiempo de las causas. A saber cuándo tirar un procesamiento. No todos, es cierto. Hay jueces que han sabido mantenerse en la línea de lo que marca el Código Penal y la Constitución Nacional. Sus primos, los magistrados nacionales, los del Palacio, siempre dicen que para ser federal tenés que tener una cuota de ego más alta que la de conocimiento del derecho.

¿Puede esta reforma romper la estructura de Py? ¿Terminar con la politización de la justicia y con la judicialización de la política? La connivencia con los servicios (con los orgánicos, por lo menos) parece ya desarmada luego de la intervención de la Agencia Federal de Inteligencia. Es cierto que existen los inorgánicos, aquellos espías que abandonaron o nunca formaron parte de la estructura gubernamental pero que tienen igual o mayor conocimiento que los que están adentro.

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El objetivo de la fusión y duplicación de los juzgados (que pasen de los históricos 12 a 46) es que las posibilidades de que un juez acumule causas sensibles políticamente sean muchísimos menores. ¿Alcanza? Los secretarios y secretarias, los que manejan los juzgados, los que muchas veces concursan y logran ser jueces van a ser los mismos. Los que viene jugando con las reglas de Py y los que las resisten, con mayor o menor éxito.

El anunciado sistema acusatorio no será implementado de inmediato. La clave es que la investigación ya no dependería del juez sino del fiscal: un Claudio Bonadio tomando las riendas de una causa no sería posible bajo este sistema. El tema son los plazos: dos años para implementarlo en Retiro a partir de la promulgación de la ley. Y aquí entra en juego la plata necesaria para montar una estructura donde las y los fiscales pasan a ser las estrellas predominantes de las causas. Recursos, recursos y más recursos en una economía endeble.

El acusatorio rompería un poco más el reinado de los jueces de Py pero no significa ni por lejos el fin de la judicialización. Mientras existan denunciadores seriales o políticos sin ganas de discutir cuestiones que solo le atañen a la política mezclados con jueces y fiscales dispuestos a abrir investigaciones sin demasiadas pruebas y sustento, Comodoro Py vivirá.