El papa Francisco no leyó todavía la carta que le envió el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, en la que le pide que colabore en la búsqueda de un diálogo con el otro presidente, Juan Guaidó, para resolver la crisis que atraviesa su país. A pesar de ello, el pontífice adelantó que, si ambas partes lo piden, oficiará de mediador.

La prioridad para Francisco es evitar que la actual situación derive en una escalada de violencia. Por eso, aunque no leyó la carta, sabe qué le pide Maduro. Aunque también sabe qué piensa la "otra parte" del conflicto: que el pedido de maduro es una actuación. Guaidó ya dejó varias veces en claro que no será parte de lo que considera que es una pantomima del sucesor de Hugo Chávez: sostiene que siempre que se ve acorralado recurre a una propuesta de diálogo que luego se encarga de que fracase.

Por eso, Francisco no quiere adelantarse. Durante el vuelo que lo llevó de regreso a Roma desde Emiratos Árabes, el líder de la Iglesia Católica destacó la mediación de Juan Pablo II entre Argentina y Chile como "un acto valiente, que evitó una guerra", pero aclaró que antes hay "pequeños pasos de facilitador" que se pueden dar y que "el último es la mediación". 

En ese sentido, remarcó que "para que se haga una mediación, el último paso, es necesaria la voluntad de ambas partes" y precisó que ese fue el caso del conflicto por el canal del Beagle. También recordó que la Santa Sede intentó facilitar un diálogo a fines de 2016, pero fue "humo". "Tienen que querer", insistió.

Más allá del contenido de carta de Maduro, Francisco sigue de cerca el tema. Tanto su mano derecha, el cardenal Pietro Parolin, como su sustituto, el venezolano Edgar Peña Parra, están al tanto de lo que ocurre en Venezuela y, apenas su jefe se instale de nuevo en la residencia de Santa Marta, tendrán una conversación para determinar qué hacer.