Donald J. Trump se prepara para enfrentar en las urnas dentro de dos meses y algunos días al demócrata Joe Biden, quien hasta el momento encabeza la gran mayoría de las encuestas (aunque la brecha se acortó en el último tiempo).

El millonario republicano no se apichona. Llegó al sillón de la Casa Blanca a contramano de todos los análisis y previsiones, que siempre se mofaron de su excentricidad, y confía en volver a repetir la hazaña fiel a su estilo. En estos cuatro años logró colonizar una formación ajena como el Partido Republicano que hoy se encuentra bajo su completo control como mostró la Convención partidaria.

El salto a la política

Con un patrimonio neto de 2,1 miles de millones de dólares, Trump -heredero de un emporio inmobiliario y hotelero- fue famoso previamente por su fascinación por la televisión y las celebridades. Incluso protagonizó su propio reality show que le valió la inmortalización de la frase "You are fired" ("Estás despedido").

Luego de varios devaneos con la política, que lo encontraron cerca de los demócratas en los 90 y con una exploración a una candidatura propia en el Partido por la Reforma (de la mano del operador condenado por la Justicia e indultado por el mismo presidente, Roger Stone), finalmente el magnate naranja se jugó por ganar la candidatura republicana en 2016 y lo logró.

Coronavirus, desempleo y protestas contra el racismo: la empinada carrera de Donald Trump por la reelección

Nadie, o casi nadie, esperaba que este improvisado outsider de la política pudiera imponerse a una militante y funcionaria de carrera (y familia) como Hillary Clinton. A fuerza de tuiteos semi-absurdos con apodos para sus adversarios y con el aliento de las plataformas de la alt right, el millonario articuló una campaña que llegó a sectores sociales descontentos y decepcionados del establishment.

Así, a pesar de haber obtenido menos votos en total a nivel nacional, Trump consiguió la mayoría en el Colegio Electoral y se consagró como el 45 presidente en llegar a la Casa Blanca.

Una gestión fiel a su estilo: crisis, crisis, crisis

La llegada al poder no significó para Trump ninguna "domesticación" del millonario en los usos y costumbres que fijan la tradición. Por el contrario, el gobierno de Twitter se reforzó con recambios en el gabinete en forma recurrente, conflictos internacionales con exabruptos verbales regulares a otros países y gobiernos y una agenda de gobierno errática.

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Durante sus primeros años, una reforma impositiva le dio un aire de crecimiento económico. Sin embargo, la promesa de lograr la reinstalación de fábricas en el país y traer de vuelta los empleos de "cuello azul" no se concretó.

Coronavirus y racismo

En 2020, el impacto de la pandemia provocó un salto extraordinario en la desocupación que pulverizó en un abrir y cerrar de ojos más de 22 millones de empleos, una cifra superior a todos los puestos de trabajo creados desde la crisis de 2008 a hoy, es decir, en un instante se pulverizaron todos los trabajos generados en 12 años.

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Pero, además del descalabro económico -una caída del 33% del PBI-, la gestión frente a la propagación del coronavirus fue seriamente cuestionable. El país contabiliza casi 6 millones de contagios y 176 mil muertes. Trump, desde el comienzo de la expansión del Covid-19, minimizó el problema, cuestionó la restricción de actividades y hasta rechazó el uso de mascarillas.

Visto los resultados tenebrosos que produjo con esos planteos y en vísperas de la campaña electoral, el propio presidente tuvo que revisar sus dichos -sin reconocerlo- y comenzó a mostrarse con tapabocas en sus apariciones públicas.

Por si todo este panorama fuera poco, el asesinato de la policía por asfixia a George Floyd el 25 de mayo en Carolina del Norte desató una oleada de protestas masivas contra el racismo estructural que afecta al país históricamente.

Esa situación de enorme tensión escaló de nuevo este fin de semana con el ataque de siete balazos por la espalda de un oficial a Jacob Blake en Wisconsin. El hecho despertó disturbios y protestas que ya dejaron dos nuevas víctimas fatales y hasta suscitó un histórico boicot en los Playoffs de la NBA.

En paralelo a las manifestaciones y protestas, se desarrolla la Convención republicana que hace oídos sordos a los reclamos contra la violencia racista y se dispone a nominar a Trump para ocupar un nuevo mandato en la Casa Blanca.

¿Podrá el magnate naranja con el histrionismo que lo caracteriza ganar esta nueva batalla contra todo (y todos)? Ya dejó en claro que con él, nunca se sabe que puede pasar.