Este viernes 3 de mayo se cumplieron 17 años de la enigmática desaparición de la inglesa Madeleine McCann durante unas vacaciones familiares en un hotel de la localidad portuguesa de Praia da Luz. Hasta la fecha, no solo se desconoce el paradero de la hoy joven de 20 años, sino que tampoco se sabe a ciencia cierta si sigue con vida.

Se trata de uno de los casos policiales más misteriosos e intrincados de las últimas décadas y que, según expertos, está lejos de resolverse.

"Maddie" desapareció el 3 de mayo de 2007, después de que sus padres salieran a cenar con unos amigos a un restaurante del centro vacacional donde se hospedaban, en el sur de Portugal. La niña, que por entonces tenía 3 años, se quedó durmiendo junto a sus hermanos. Cuando la pareja regresó encontró a los gemelos Sean y Amelie, pero no a Madeleine.

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Su desaparición generó una excepcional campaña de búsqueda. Las fotos de la niña de ojos claros, con una característica mancha en el iris, dieron la vuelta al mundo y, durante meses, ocuparon portadas de diarios y horas de televisión.

Desde el inicio de la investigación, las autoridades caratularon el caso como un secuestro y pusieron la lupa sobre Christian Brueckner, quien es en la actualidad el único sospechoso. El alemán, sobre el que jamás se encontró una prueba que lo vinculara con el caso, está detenido, pero no por la desaparición de la niña, sino por viejas causas por violación cometidas entre 2000 y 2017.

Las primeras hipótesis apuntaron a que el alemán había raptado a Madeleine para entregarla a una familia sin hijos, aunque ese extremo nunca pudo ser comprobado.

"Una noche, después de comer, estábamos sentados alrededor del fuego, tomándonos unas cervezas, y ya de madrugada mi amigo empezó a llorar. Le pregunté qué le pasaba y, finalmente, me confesó que había planeado con Christian robar a un niño de Praia da Luz perteneciente a una familia rica", confesó Ken Ralphs, un activista político en el Reino Unido que tenía lazos con un supuesto cómplice de Brueckner. Esta pista, como tantas otras, tampoco condujo a nada.

Mientras continúa la investigación, que hasta en algún momento ubicó en el centro de la escena a los propios padres de la niña desaparecida, el caso se reavivó el año pasado cuando la joven Julia Wendell, una polaca de 20 años, se hizo un análisis de sangre ante la convicción de que podría tratarse de Madeleine

Los resultados dieron negativos y solo sirvieron para sumar otro capítulo a este confuso y todavía no resuelto caso policial.