La creadora de tanques seriéfilos como Grey's Anatomy, Scandal y Bridgerton, regresa para traernos una producción basada en una historia real.

Protagonizada por Julia Garner (Ruth Langmore de Ozark), la producción cuenta con nueve episodios sobre cómo la joven rusa Anna Sorokin (que se hacía pasar por Delvey) logró estafar a sus amigos, pedir préstamos a bancos y quedarse en hoteles sin pagar un centavo. Incluso revela cómo hizo para infiltrarse entre los más ricos de Nueva York.

Últimamente hemos visto distintos documentales con esta temática en donde la realidad supera la ficción: desde "El Estafador De Tinder" y "Out For Blood In Silicon Valley" (que ahora llega en formato televisivo con amanda Seyfried) hasta "The Fire Festival", el recital de música VIP en donde todo salió mal. Es increíble conocer los testimonios de las víctimas e incluso la mentalidad y el accionar de sus protagonistas.

Y acá es donde aparece el primer problema con Inventing Anna. Su historia de por sí no tiene tanta fuerza ni es tan atractiva como las mencionadas en el párrafo anterior. Por este motivo, su larga duración de nueve episodios de una hora le juega en contra, se torna redundante y hasta aburrida en ocasiones. Cuatro capítulos menos le hubieran sentado mucho mejor.

De hecho, hay un episodio entero que consiste en ver cómo una de sus amigas espera la llegada de la transferencia del dinero que le prestó a Anna. Y podríamos resumirlo únicamente en eso.

El segundo inconveniente es que la serie le da demasiado lugar al personaje de la periodista (Anna Chlumsky, la nena del primer Beso) que publicó la historia de Delvey en el Diario The CUT.

Además de mostrarnos su vínculo con la estafadora, se toma demasiado tiempo para desarrollar su vida privada, su embarazo, la relación con su marido y su obsesión por el trabajo. Ninguno de estos elementos llega a ser ni remotamente más interesante que la doble vida de Anna viajando de lugar en lugar, mostrando una actitud manipuladora, fría y adoptando una falsa identidad.

Y a propósito de esto, Shonda decide darle un lugar especial a las distintas víctimas de la protagonista, titulando cada episodio con los nombres de los damnificados.

La idea de hacer esto es interesante, pero al tomar esta decisión, Anna termina por convertirse en un personaje secundario en vez de ser la protagonista de su propia historia.

¿Nuestro veredicto?

Con episodios más breves y el foco mejor puesto en su protagonista y en su modus operandi, la serie hubiera funcionado muchísimo mejor. Aunque tiene algunos buenos momentos no logra estar a la altura de su masterpiece Grey's Anatomy, Scandal o incluso de Bridgerton, que ahora regresa con segunda temporada. 

Inventando a Anna Temporada 1 Trailer SUBTITULADO [HD]

Simon y Anna: cortados por la misma tijera

Netflix hizo un análisis de las personalidades de estos dos estafadores y a continuación te dejamos sus denominadores comunes.

Falsas riquezas

Tanto Anna como Simon les pusieron estilo a sus fraudes con la ayuda de títulos notables, aunque completamente inventados. Simon se presentaba como el hijo del multimillonario Lev Leviev, magnate de la industria de los diamantes que, si bien es una persona real, sus lazos sanguíneos con Simon –cuyo nombre verdadero es Shimon Hayutar– no lo son. Anna, por otro lado, también fingió ser de la nobleza, esta vez como una adinerada heredera alemana respaldada por un gran fideicomiso. Pero, al igual que su apellido, el título y el fideicomiso eran falsos; el nombre verdadero de Anna es Anna Sorokin. 

Un crimen de la moda

Si vas a cometer una estafa para robar millones, más vale que vistas el papel. Para completar sus identidades embaucadoras y engañar a sus víctimas, Anna y Simon usaban ropa lujosa de diseñadores como Gucci, Celine y Prada.

Un fraude en vacaciones

De Grecia a Marruecos, Anna y Simon construyeron una fachada extravagante para un estilo de vida que incluía viajes con todos los lujos por todo el mundo (y todos los posts en Instagram para demostrarlo). 

Pero sus similitudes no siempre fueron tan glamorosas...

De las suites a las calles

Mientras se iban desenredando los detalles de sus crímenes, Anna y Simon se encontraron viviendo en las calles. Resulta que cuando robás dinero de tus amigos, ya no te quieren abrir las puertas (ni dejarte dormir en su sillón) con tanta facilidad. Cuando (finalmente) los descubrieron, ambos estafadores terminaron comiendo las sobras de alguien más: Anna en el subte y Simon en el centro comercial.

Y por supuesto, te van a arrestar

Cosechas lo que siembras, incluso cuando eres estafador. Aunque hayan vivido una gran vida durante un breve tiempo, Anna y Simon fueron arrestados y acusados por sus delitos. Hay quien piensa que no se les aplicó todo el peso de la ley (Simon vive en libertad en Israel y Anna cumplió su sentencia en 2021 y está en proceso de ser deportada a Alemania), pero ambos pagaron con sentencias.